Péndulo caótico - Alendarkstar - Disney Duck Universe [Archive of Our Own] (2024)

Chapter 1: Reporte

Chapter Text

Péndulo caótico
Capítulo 1: Reporte
Fue tan repentina la forma en que Donald se despertó que terminó cayendo de la hamaca. Llevó su mano hasta su pecho en un intento por regular la respiración y solo se sintió tranquilo en el momento en que estuvo seguro de que se encontraba en su habitación, en medio de la casa bote.
Llevó su mano hasta la zona golpeada y la frotó en un intento por disminuir el dolor. Se puso de pie y se acostó sobre su hamaca. Parte de él sabía que no podría volver a dormir. Los recuerdos estaban demasiado frescos y en unas horas debería revivirlo cuando hiciera un reporte de lo ocurrido.
Sabía que era un sueño, pero podía sentir un profundo calor recorrer su cuerpo, la misma sensación que había experimentado durante su regreso a la Tierra. La presión que sentía en sus pulmones le dificultaba respirar y el miedo que le causaba hacía que regular su respiración fuera difícil.
Todo se sentía tan real. El dolor de viajar en un cohete defectuoso, el temor de saber que su familia corría peligro. Cada instante se sentía cómo una eternidad y el aterrizaje no fue mucho mejor. Chocó con fuerza contra una isla desierta. Su brazo y pierna sangraba por lo que tuvo que improvisar unos vendajes con su camisa. No era la primera vez que debía hacerlo, durante su tiempo en la guerra tuvo que lidiar con muchas hemorragias y con la certeza de que podría morir en cualquier momento.
Era como si lo estuviera viviendo de nuevo.
El oxi-chew lo había mantenido nutrido durante su estadía en la luna y podría haberlo hecho por más tiempo de no ser porque lo perdió en cuanto piso la isla. El dolor y las náuseas provocadas por un turbulento viaje lo habían hecho vaciar todo el contenido de si estómago. Conseguir más no era una opción, había tomado más de la mitad de la caja y lo que quedó seguía en la luna.
Intentó escapar. Su primer opción fue reconstruir la nave, pero no había mucho que pudiera hacerse con ella, incluso si Donald supiera cómo arreglarla. Durante el viaje había perdido varias piezas y las que quedaron, estaban quemadas en una mayor parte lo que hacía a muchas de ellas inservibles.
Después de varios intentos fallidos probó con señales de humo y gritar, especialmente lo último. Sus pulmones lo habían salvado en el pasado cuando naufragó en una isla junto a sus sobrinos y un turista. Lo único que consiguió fue irritarse los ojos y lastimarse la garganta. Gritó tanto que perdió su voz temporalmente.
Al principio no sabía que estaba en una isla. Después de vendar sus heridas intentó buscar una civilización. Caminar fue difícil, el viaje lo había dejado débil y sus días en ese lugar no hicieron nada para mejorar su situación. No recordaba la última vez que comió algo más aparte de oxy-chew y tampoco había podido dormir. Su cuerpo adolorido y los recuerdos de lo.ocurrido hacían que conciliar el sueño fuera imposible.
Encontró unas sandías. Comerla hubiera sido una buena idea y estuvo apunto de hacerlo, pero algo en está le resultó familiar y Donald podría jurar que la escuchó pedirle que no lo comiera. Restregó sus ojos en un intento de aclarar su visión sin conseguir que algo cambiará realmente. Planeaba abrir la sandía cuando volvió a escuchar la misma voz, en escuchara ocasión le decía que escucharás su amigo.
Había estado tanto tiempo solo que quiso creer que no era su imaginación o la falta de cordura haciéndole pasar un mal momento. La sandía le dijo que era su amigo y su voz le resultaba familiar. Ató las sandías más pequeñas para que se vieran cómo orejas, le dibujó un rostro y en cuanto terminó, le dio un nombre.
Caminó por varios días antes de llegar a la costa. Se hubiera demorado menos de no ser por el dolor que experimentaba. Los primeros días fueron los más difíciles, las secuelas de su aterrizaje seguían frescas y su cuerpo necesitaba recuperarse, tiempo que sentía queno tenía.
Probó con construir una balsa. Golpeó las palmares con su cabeza solo logrando aumentar su dolor. Pensó en Lunaris, en lo que planeaba hacerle a su familia y lo que pudo hacerle as Penumbra. Ella lo había ayudado y sabía que eso la hacía ver cómo la enemiga de su gente. Su rostro se tiñó de rojo y usó esa furia para derribar la palmera.
Después de construirla la puso en el mar y no pudo llegar lejos. Se hundió antes de que pudiera dejar la costa. Desesperado, Donald intentó nadar. Solo consiguió que varias de sus heridas volvieran a abrirse y que la marea lo devolviera. Comenzó a gritar, no era la primera vez que náufragaba en una isla y, esperaba que, al igual que la vez anterior, alguien escuchara su pedido de ayuda.
—Ánimo —dijo mientras sostenía la sandía —, tío Scrooge recibió tu mensaje, apuesto a que tu familia debe estar buscándote.
—¿Estás seguro? —preguntó Donald y en esa ocasión usó su propia voz.
—Sí y ¿sabes por qué? Porque te aman.
A pesar de que era Donald hablando a través de la sandía, el pato sintió sus ojos humederse. Extrañaba tanto a su familia y el saber que Della estaba de vuelta lo hacía querer regresar con más fuerzas. Había pasado más de una década desde la última vez que la vio, incluso la había dado por muerta.
Se dejó caer sobre la arena y por primera vez en días no tuvo pesadillas. Su cuerpo le dolía, su estómago le reclamaba por comida y el lugar era incómodo, pero el cansancio que sentía era aún más grande. Pasaron tres días antes de que despertara. Cuando abrió sus ojos no se sintió mejor. Todos sus problemas seguían allí y cada vez tenía menos tiempo antes de la invasión.
Llevó sus manos hasta su mentón, comprobando que se había comenzado a formar una barba. Hizo lo mismo.con su cabeza, comprobando que su cabello era largo y rizado. Decidió tomar un baño antes de comenzar a buscar algo para crear algo lo suficientemente llamativo que le permitiera ser encontrado.
—Deberías tomar un baño primero —Donald habló a través de la sandía —, te hará sentir mejor.
Donald colocó su ropa en la arena y a Mickey sandía sobre estas. Se adentró al mar y una vez el agua cubrió sus plumas comenzó a quejarse por la falta de productos de limpieza. Ocasionalmente callaba, cómo si esperara que está le respondiera. Cada vez que respondía era cómo si estuviera manteniendo una conversación con alguien.
—Tienes razón, tú también necesitas un baño.
Donald salió del mar y tomó la sandía. Ocasionalmente la marea hacía que perdiera la fruta, pero siempre lograba recuperarla. Después de un rato, el pato decidió salir del mar, demasiado cansado después de luchar contra la marea y de luchar por mantener una fruta que insistía en hundirse.
Los días pasaron y Donald perdió la noción del tiempo. Al principio había estado demasiado ocupado como para pensar en el pasado del tiempo y después no tenía una forma de registrar los días o semanas que había permanecido en la isla o el tiempo transcurrido desde el día en que, se suponía subió al crucero, pero suponía que debía ser más de un mes.
—Tu familia debe estar tan preocupada, buscándote en todas partes —dijo mientras usaba la sandía como marioneta —, apuesto a que no han dejado de buscar ni un minuto.
—Espero que tío Scrooge esté cuidando de los niños y que Della no los exponga a muchos peligros.
—Eres tan noble, no hay duda de que hice bien en escogerte como mi mejor amigo.
Donald llevó la sandía hasta su mejilla e hizo el sonido de besos. Era algo que solía hacer cada vez que se sentía afligido, algo que últimamente ocurría con bastante frecuencia. Enterarse que su familia nunca lo buscó o notó su ausencia lo hizo sentir enojado y si no se encontrara en medio de una explosión le habría hecho saber a su tío lo molesto que estaba.
La invasión terminó y Donald no habló del tema. Todos estaban demasiado ocupados celebrando y él no era la excepción. Una fiesta sonaba tan bien después de lo que había vivido, pero no tanto cómo tener acceso a un banquete, especialmente después de haber comido únicamente arena y agua de mar por mucho tiempo.
Dormir no parecía algo posible por lo que Donald se dirigió a la cocina y buscó una cerveza en su refrigerador. Solo le quedaban tres cervezas, pero consideraba que era suficiente. No planeaba tomar más de dos y esperaba poder comprar más la próxima vez que visitara el mercado. Tenía algunos ahorros y esperaba poder conseguir un trabajo cuanto antes. En la Agencia le pagaban, pero era tan poco que difícilmente podía llamarse salario.
Después de beber la primera lata de cerveza decidió enviar algunos currículos por correo electrónico. La reparación de la casa bote estaba casi terminada y los niños habían estado bien durante su ausencia por lo que no creía que el tiempo fuera un problema.
Faltando una hora para su reunión en la Agencia decidió que era momento de prepararse. Tomó un baño rápido y se preparó un desayuno con igual rapidez. Dejó unos pancakes en la alacena, sus sobrinos solían desayunar en la mansión y no creía que esa ocasión fuera la excepción, pero prefería estar preparado.
Lo primero que hizo al llegar a la Agencia fue estacionar su carro en un lugar seguro. Estaba bastante convencido de que el oficial de tránsito la tenía en su contra y este no le había dado motivos para pensar lo.contrario. Se metió por la alcantarilla, a pesar del tiempo que había pasado desde la última vez que estuvo en el edificio seguía conociendo el camino.
—¡Cuánto tiempo sin verte, DD! Es bueno tenerlo de vuelta con nosotros.
—He estado ocupado, Liz, han pasado muchas... cosas.
—Cierto ¿quién diría que había vida inteligente en la luna?
—Supongo que nadie —Donald recordó haber estado en la luna antes de quedar atorado en la Lanza de Selene. Nunca supo de los habitantes a pesar del tiempo que pasó negociando con los evronianos que usaron ese satélite como base de operaciones temporalmente.
—¿Crees que estemos en buenos acuerdos con ellos? Después de lo que hicieron no creo que las autoridades se queden de brazos cruzados.
—Todo fue culpa de Lunaris, él le hizo creer que éramos sus enemigos y que planeabamos destruir su hogar.
—Todos se retiraron en cuanto dijo que destruiría la Tierra —comentó Liz pensativa —, pero no creo que con una disculpa sea suficiente.
Donald prefirió omitir que eso no era cierto. Todos ellos, aunque avergonzados por sus acciones, sentían curiosidad por la Tierra y deseaban conocerla mejor, no como invasores sino que cómo turistas y Della lo permitió. Durante una semana Scrooge McDuck los llevó a sus aventuras con los niños.
—Supongo que es allí donde entro yo. Estuve en la Luna y vi lo que Lunaris hizo. Creo que una guerra en este momento es innecesario, incluso si pudiéramos derrotarlos. Sin contar que gracias a uno de ellos es que sigo con vida.
Donald recordó a Penumbra. Ella había traicionado a su gente para protegerlos a todos, a la gente de la Tierra y a la gente de la Luna. Le ofreció su amistad y lo ayudó a escapar. Un sentimiento de culpa lo embargó al recordar cómo Lunaris la había electrocutado después de confirmar que ella estaba en su contra.
—Su nombre es Penumbra y es una gran amiga. Nos salvó a todos y gracias a ella pude escapar de la Luna.
—Debe ser horrible ser prisionero en un lugar así ¿Cómo lograste sobrevivir tanto tiempo sin el equipo adecuado?
—Quedaba Oxy-Chew en la nave, es un chicle que Gyro inventó que otorga nutrientes, oxígeno y un rico sabor a regaliz negro por meses.
—A Gizmo le gustaría estudiarla.
—No sé si Gyro esté de acuerdo —comentó Donald, recordando lo receloso que podía ser el científico con sus inventos —, pero trataré de conseguirte una muestra, perdí todo el que tenía cuando llegué a la isla.
—Head H lo está esperando —comentó Liz de pronto, tenía instrucciones de hacer pasar al agente en cuanto llegara, pero se había distraído conversando con él.
Donald se despidió de Liz antes de dirigirse a la oficina de Head H. Pese a el tiempo que había pasado desde la última vez desde que había estado en ese lugar podía recordar perfectamente cómo llegar. En más de una ocasión intentó renunciar, pero siempre había algo que lo ataba a ese lugar.
—Aquí estoy, espero no llegar tarde —fue lo que preguntó Donald en cuanto cruzó la puerta de la oficina de Head H.
Head H no estaba solo en la oficina. Kay K se encontraba sentada a su lado con un teléfono celular en las manos. Parecía distraída, pero Donald la conocía lo suficiente para saber que estaba consciente de todo lo que pasaba a su alrededor, incluyendo su llegada. Las miradas de ambos se posaron sobre él cuando lo escucharon llegar.
—Media hora tarde —respondió Kay K un tanto molesta.
—Lamento el retraso... pasaron cosas.
Donald esperaba que con una disculpa bastara. En el pasado le había servido y, aunque Fethry lo regañó cuando sugirió usarla cuando actuara de manera egoísta, esperaba que también le funcionara en ese momento. Decir que se distrajo hablando con Liz o hablar de sus pesadillas no le parecían las mejores opciones. Aunque ese no fue el único motivo de su retraso.
—No importa —lo interrumpió Head H —. ¿Qué tienes que decirnos sobre la invasión lunar?
—Todo fue obra de Lunaris, él estaba obsesionado con destruir a la Tierra y convenció a todos de que la Tierra planeaba una invasión.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque estuve en la luna, pasaron... cosas y llegué a la luna usando el cohete de mi hermana. Penumbra y yo dimos con la cámara de guerra de Lunaris y lo vimos. Estuvo observando la Tierra por más de diez años, estudiandonos y buscando nuestras debilidades. Intenté comunicarme, pero la transmisión no llegó y luego naufragué en una isla desierta.
Donald no quiso hablar sobre su estadía en la isla desierta. Tampoco quería hablar sobre su estadía en la luna, pero sabía que en ese caso no tenía otra opción. Estaba seguro de que si a la Agencia le interesaba lo ocurrido era porque se trataba de algo importante y de que, dada su posición, era el único que podía interceder a favor de los habitantes de la luna.
—Entrégame un informe, necesitamos reunir a todas las naciones para tomar una decisión.
—¿Un informe escrito? —preguntó Donald, deseando haber escuchado mal.
—Sí. Necesitamos presentarlo en la asamblea y tener una explicación del tiempo que estuviste desaparecido. Y asegúrate de no omitir ningún detalle.
—Podría hacerlo.
—Te llamaremos en caso de que sea necesario —continuó hablando Head H —, por ahora puedes irte a escribir el informe, pero te aconsejo que estés listo, podríamos necesitarte en cualquier momento.
Donald se despidió de Head H y de Kay K, pero no se fue a su casa. En lugar de eso pasó a una fotocopiadora e imprimió varios curriculums. Él había estado trabajando en la bóveda de Scrooge McDuck antes de que este le pagara el crucero y aunque sabía que su tío no tendría problemas en hacerlo pulir sus monedas esperaba encontrar un mejor trabajo ya que contaba con más tiempo libre.
Mudarse de la piscina también era uno de sus planes. El motivo por el que no había cambiado su dirección era porque planeaba volver. Pero con el regreso de Della no estaba tan seguro. Estaba seguro de que los niños elegirían quedarse con ella y que la mansión les resultaba más agradable que su casa bote, en especial para Louie que siempre había soñado con vivir en una mansión.
Se había enterado de que Scrooge había pagado lo que le debía a Jones por lo que consideraba una prioridad conseguir ese dinero. Jones podía ser agresivo a la hora de cobrar, pero Scrooge McDuck era peor. Él usaría esas deudas y haría que crecieran por los impuestos. Sin contar lo que lo haría hacer. No podría rechazar ningún trabajo y estaba seguro de que lo haría ir en peligrosas misiones o pulir sus monedas sin descanso. Ya le debía mucho dinero por su estadía en la mansión y no quería que esa cifra continuara aumentando.
La última parada que hizo antes de irse a la casa fue en una compra y venta de oro. Storkules le había dejado algunas piezas de antes de irse y esperaba conseguir algo de efectivo a cambio de estas. Eran de buen material y tenían un lindo diseño por lo que estaba seguro lo ayudarían con sus planes para el futuro.
Al regresar a la casa comenzó a escribir el informe. A los cinco minutos quiso dejar de hacerlo, pero pasaron diez minutos antes de que hiciera una pausa para comer. No tenía nada preparado, pero sí ingredientes para pancakes, así que decidió cocinar algunos. Tenía unos pocos cuando se dio cuenta de que no estaba solo. Huey, Dewey, Louie, Webby, Scrooge y Della se encontraban en la puerta.
—Vayan a lavarse las manos primero, todavía falta mucho para que estén listos.
Donald no sabía cómo lo hacían, pero tenía la sospecha de que los niños, su hermana y tío tenían un poder que les permitía saber cuándo preparaba pancakes. De lo contrario no podría entender cómo era que siempre llegaban cada vez que cocinaba. Observó la mezcla con pesar, sabía que tendría que preparar más y que pasaría aún más tiempo antes de que pudiera comer algo. Quería a su familia, pero en ocasiones cómo esa todo lo que quería hacer era descansar.
Pese a que los niños fueron los primeros en llegar a la cocina, fue Scrooge McDuck el primero en comer. Tomo una de las pilas de pancakes y se dirigió a la mesa. Della fue la segunda en hacerlo. Donald había preparado bastantes por lo que ni ella ni los niños tuvieron que esperar. Donald se dirigió al comedor varios minutos después, cuando terminó de cocinar y de limpiar la cocina.
—Creí que nunca te aparecerías —le dijo Della a modo de saludo antes de quitarle asu hermano uno de sus pancakes.
—Tenía que limpiar la cocina primero —Donald apartó su plato en un intento por conservar los pancakes que le quedaban.
Durante varios minutos ambos tuvieron una pequeña pelea por la comida y esta solo terminó cuando Donald vio un espacio disponible al lado de Louie y bastante alejado de su hermana. La quería, pero también quería desayunar y sabía que sus pancakes no estaban seguros cerca de ella.
—Della, deberías acompañarme a la terapia.
—No hay nada de malo conmigo —respondió Della, el que su hermano sugiriera algo así la hacía sentir ofendida.
—No hay nada de malo con la terapia. Yo también iré. Pasar tanto tiempo aislado deja secuelas y algo de ayuda profesional no está mal. Della, vi Dew Dew Night, si admitiste que no puedes verte al espejo ¿por qué no admitir que necesitas ayuda?
Los trillizos desviaron la mirada un tanto incómodos. Habían notado esos pequeños detalles en su madre, pero no sabían cómo decírselo, especialmente cuando lucía tan molesta.
—Donald tiene razón —comentó Scrooge McDuck y por unos segundos nadie supo que decir. Era extraño que Scrooge estuviera de acuerdo con algo con su sobrino —, sigues llevando ese chicle a todos lados y no creas que no he notado cómo estudias los sitios a los que vamos o que prefieres evitar los lugares concurridos.
Donald le agradeció a Scrooge con la mirada por el apoyo. Sabía que su hermana no aceptaría tan fácilmente y, esperaba, que las palabras de su tío la ayudaran an admitir que tenía un problema. Él había pasado menos de un año perdido y aún así las secuelas seguían frescas, en ocasiones impidiéndole tener una vida normal.
Parte de él temía que Della malinterpretara sus intenciones. Desde que eran pequeños solían discutir con frecuencia y no dudaba que esa no fuera la excepción. La primera vez que le habían sugerido tomar terapia lo había tomado como un insulto y solo aceptó por sus sobrinos. Ellos lo necesitaban y debía probar que era apto para cuidar de ellos.
—No es lo mismo —se quejó Della —. No estoy loca.
—Pensaba lo mismo antes de ir a la terapia, me parecía una pérdida de tiempo, pero sabía que de no hacerlo tres patitos se verían afectados. Hagamos un trato, acompáñame a una sesión y si sientes que no la necesitas, no volveré a insistir.
—¿Es una promesa?
—Sí
—En ese caso, iré, pero tendrás que tragarte tus palabras.
Della se levantó de su asiento y se estiró todo lo que pudo para tomar parte de los pancakes de su hermano. Donald le dedicó una mirada molesta mientras que ponía lo que quedaba en su plato lejos del alcance de su hermana. Aunque estaba molesto, también se sentía nostálgico, ver a Della actuar de ese modo le hacía recordar la vida antes de la lanza de Selene.
Después de lavar los platos decidió seguir con el informe. En esa ocasión no hizo ninguna pausa y cuando terminó ya era entrada la noche. Varias veces se cuestinó si debería hablar con Penumbra, pero lo descartó al considerar que podría darle información de más y que Della podría enterarse.
Se quedó dormido cuando tan solo tenía escrito la mitad del informe. No quería escribir mucho y tampoco consideró necesario escribir sobre la tecnología de la luna o de su oro. Lo último que deseaba era darles un motivo para conquistar la luna. Hizo especial énfasis en Lunaris y en la forma en que había engañado a todo su gente. Esperaba que con ello bastara para que no se tomarán represalias.

Chapter 2: Plumas

Summary:

Donald viaja a Brasil para cumplir una misión de la Agencia.

Chapter Text

Capítulo 2: Plumas
Donald no tenía planes de acompañar a su familia a una de sus aventuras, sin embargo se encontraba en medio de una tratando de encontrar una forma de desactivar la trampa que lo separaba de su familia. Amaba la aventura, no lo podía negar pues era algo que estaba en su sangre, pero le era difícil disfrutarla cuando solo podía pensar en la seguridad de su familia o sentirse menospreciado al ser usado cómo carne de cañón.
Respiró profundo antes de empezar la carrera que lo llevaría al otro lado del camino, lugar dónde se encontraba la palanca que haría que la trampa se detuviera. Sabía que debía darse prisa si quería evitar que el lugar se llenará de agua. Corrió, intentando esquivar los dardos y las llamaradas de fuego. Logró esquivar la mayoría, pero cuando tiró de la palanca, una cuarta parte de sus plumas estaban quemadas y una aguja colgaba de su brazo. La retiró tratando de pretender que no le dolía. No fue difícil, si bien no había obtenido los mejores resultados en el entrenamiento anti-tortura podía decir que era bueno disimulando el dolor, algo que le había servido tanto en su vida como agente secreto y en su vida cómo superhéroe.
—Buen trabajo, pato —le dijo Penumbra mientras le mostraba la lanza que había tomado.
En ese momento Donald creyó que la alienigena fue egoista, idea que descartó al verla usar la lanza para luchar contra el protector de la cueva y proteger a su familia. No había tenido la oportunidad de verla luchar en el pasado, pero en ese momento podía confirmar que era una guerrera.
Decidió unirse a la pelea. El enojo comenzaba a nublar su mente y no podía quedarse sin hacer nada, especialmente cuando sabía que ese creatura tenía intensiones de buscar a su familia y hacerles pagar por haber ingresado a sus dominios.
La pelea terminó y ambos se reunieron con el resto del grupo. Ninguno había notado el peligro en el que se habían encontrado pues toda su atención se encontraba enfocada en el tesoro en la cueva. Las joyas y las pinturas que el tesoro contenía eran bellas e imposibles de ignorar. Reunieron el tesoro y se marcharon casi de inmediato.
Al día siguiente Donald encontró varias plumas esparcidas sobre su hamaca y recordó el motivo por el que se había marchado. Se suponía que debía estar en un crucero, descansando, no en una celda en la luna o en medio de una isla. Con todas las cosas que pasaron no había tenido tiempo para descansar o relajarse, tal y como le había recomendado el doctor.
Pensó en decirle a su familia que saldría a pescar cuando notó que no estaban. No tardó en enterarse del motivo pues la señora Beakley fue muy amable en el momento de contarle que habían salido a una fiesta en la que Scrooge McDuck era el invitado de honor.
Donald agradeció por la respuesta y, con la ayuda de la señora Beakley, sacó su casa-bote de la piscina de su tío. En ese momento tenía intensiones de regresar y solo planeaba salir a pescar. No le molestaba que Scrooge no lo hubiera tomado en cuenta para la fiesta, había dejado de invitarlo a ese tipo de eventos desde que le lanzó una bebida al embajador de la India y Scrooge no pudo hacer negocios con ese país por más de un año. Su intención había sido mojar a Gladstone, algo que no hacía menos grave lo que hizo.
Pasaron varias horas antes de que pudiera pescar algo e incluso se estaba dormido cuando la caña comenzó a moverse. Tiró de ella con fuerza y grande fue su alegría al encontrar una trucha de gran tamaño. La colocó en el balde a su lado y volvió a lanzar la caña al mar, pescando en esa ocasión una bota bastante desgastada. La lanzó sin prestar atención a lo que hacía y continuó pescando. Al final del día había conseguido una nada despreciable cantidad de peces y un llamado de la Agencia. Llevó su barco al muelle y se apresuró en tomar un taxi que lo llevara al punto de reunión.
Saludó a Liz y se dirigió a la oficina de Head H, en esa ocasión Kay K no se encontraba esperando.
—Han habido reportes sobre gente de la luna en varios centros de interés turístico ¿Cómo puede explicarlo?
—¿En qué lugares?
—Creo que ambos conocemos bien la respuesta de esa pregunta. Seré directo ¿por qué omitió que la gente de la luna no regresó de inmediato?
—Porque no me lo preguntó —respondió Donald. Sabía que era inútil negarlo y no se le ocurría ninguna excusa.
—Eso no es ninguna justificación. Su deber era informar a la Agencia de todos sus movimientos.
—Puedo asegurarle que no planean nada contra la Tierra y, aunque le cueste creerlo, no son ninguna amenaza. Son gente pacífica que sentían curiosidad por un planeta que les es desconocido y del que solo habían escuchado por historias. Atacarlos solo habría servido para prolongar un conflicto que perdió su motivo de ser.
—No es el único que piensa así —comentó Head H —, por ahora lo dejaré pasar. Ha sido un agente ejemplar por varios años y esperamos que lo siga siendo por más tiempo.
—¿Puedo retirarme?
—No sin antes recibir los detalles de su próxima misión.
Double Duck no pudo evitar mostrar su decepción. Por unos instantes creyó que el peligro había pasado, pero al escuchar a Head H podía presentir que, aunque su posición en la Agencia no se vería comprometida, no podría dedicarse a buscar un nuevo trabajo tal y como había planeado.
—No se preocupe, es una misión sencilla. Solo debe entregar este sobre al agente B-Black.
—¿No sería mejor enviarlo por correo?
—¿Y correr el riesgo de que alguien fuera de la Agencia lo tome o que haya una confusión con los paquetes? Impensable, especialmente cuando tenemos al agente DoubleDuck para que se encargue.
Esas palabras no bastaron para convencer a Donald, pero e la pato sabía que ni ganaba nada insistiendo por lo que prefirió aceptar la misión. Mentalmente se dijo que una misión tranquila podría ser lo que necesitaba. En el fondo sabía que las cosas con la Agencia nunca eran sencillas.
—¿Dónde debo entregarlo?
—En Bahía, Brasil.
Escuchar el lugar al que debía dirigirse hizo que el mal humor de Double Duck desapareciera. Pese a saber que tenía una misión que cumplir, esperaba poder pasar algo de tiempo con sus amigos, Panchito y José. Ambos le habían dicho que estarían en ese lugar por lo que les parecía obvio que los vería.
Head H comenzó a darle los detalles de la misión. Por la forma en que hablaba parecía tratarse de una misión sencilla, un proceso rutinario. Pero la experiencia le había enseñado que incluso las misiones más sencillas podían convertirse en una situación de alto riesgo en el momento menos esperado o ser la cobertura de algún asunto turbio.
Donald se despidió y se dirigió a la casa bote. Pese a lo mucho que deseaba volver a ver a sus amigos, agradecía el hecho de que tuviera que partir hasta el día siguiente. Ese día tenía una cita con Jones y Della había prometido acompañarlo. Sabía que su hermana no solía retractarse, pero también que estaba acostumbrada a hacer lo que quería y que su desventura en la luna no había hecho que eso cambiara.
—Creí que no llegarías —no había reproche en la voz de Della, solo esperanza de no tener que asistir a la terapia.
—Surgió algo de improvisto.
—¿Una misión secreta? —le preguntó Della y Donald se sintió aterrado. Estaba más que seguro de nunca haber hablado con su hermana sobre su trabajo como agente secreto o de la Agencia con su hermana.
—Si por misión secreta te refieres a buscar trabajo, sí, estaba en una.
Donald no supo cómo interpretar la mirada de Della. Sabía que ella estaba confundida, pero no sabía si era porque había podido ver a través de su mentira o porque sintiera que era él quien se estaba perdiendo de algo.
—Estuve hablando con la agente 22 y he estado pensando que quiero volver al mundo del espionaje.
—Sabes que es muy peligroso —Donald sabía que su hermana era fuerte, pero también lo que implicaba ser un agente secreto y él no quería que su hermana estuviera rodeada de personas que pudieran traicionarla —. Nunca sabes en quien confiar y cuando lo haces, descubres que no puedes confiar en nadie... al menos eso vi en las películas de James Pond.
Donald se reclamó mentalmente por ese desliz. Conocía a Della lo suficiente para saber que el peligro nunca la había detenido y que era buena analizando a la gente. Solo esperaba que ella no recordara que él no era fan de James Pond y que nunca había sido capaz de ver una de sus películas hasta el final sin quedarse dormido.
De no haber estado tan preocupado por los planes de su hermana y la posibilidad de ser descubierto, habría notado que Della mencionó a una agente y que no era la primera vez que escuchaba ese nombre.
Della calló por unos instantes y se dedicó a mirar a su hermano detenidamente. Eso hizo que se sintiera molesto. Tenía la sensación de que ella le ocultaba algo y ciertamente tenía la sospecha de que se trataba de algo que le ocasionaría problemas. Quería creer en ella, pero el recuerdo de la Lanza de Selene seguía fresco en su memoria y ella no le había motivos para que dejará de verla como a la niña imprudente que haría cualquier cosa por una aventura.
—Tú siempre te duermes viendo esas películas.
—Será mejor que vayamos a la terapia.
Donald sabía que era inútil negarlo. Su hermana solía aprovecharse de ello para dibujar en su cara, la mayoría de veces un bigote, otras veces cosas menos decorosas y nada propias de una señorita. Prefirió cambiar de tema con la esperanza de que Della lo olvidara del mismo modo en que hacía con todo lo que le aburría.
Al principio Jones no estuvo de acuerdo con atender a ambos hermanos juntos, pero estos insistieron tanto que no tuvo otra alternativa. Después de varios minutos se convenció de que era lo correcto. La tensión de Della comenzó a disminuir, algo que no hubiera pasado sin la presencia de su mellizo, y se mostró más dispuesta a cooperar.
—Solía enviar mensajes a mi familia —comentó Della —, cada vez que hablaba frente a la cámara era fácil imaginar que había alguien del otro lado y olvidarme que estaba sola. Pasaron diez años antes de que me diera cuenta de que había más gente. Penny es mi favorita, aunque se mostraba agresiva quería estar con ella todo el tiempo.
—¿Nunca se sintió enojada? —preguntó Jones.
—Prefería mantenerme positiva y enfocarme en una manera de regresar. Era más fácil olvidarse de los problemas cuando se tiene la mente ocupada. Pero ahora que lo dice, debo matar a Gyro. Por su culpa estuve mascando chicle de regaliz negro por diez años.
—Tendremos que trabajar en esos instintos homicidas.
—Cualquiera reaccionaría del mismo modo si tuviera que mascar un chicle de regaliz negro por más de diez años.
La sesión duró un poco más de una hora y, aunque Della sentía que ni habían progresado demasiado, prometió volver. Desde que había regresado de la luna había intentado mostrarse fuerte. Estar en terapia le hizo saber que su estadía la había afectado y que no estaba mal ser solo una pequeña patita en ocasiones.
Lo primero que hizo Donald en cuanto llegó a la casa bote fue llamar a sus amigos para avisarle de su visita. Partió al día siguiente.Cuando sus sobrinos le preguntaron por el motivo de su partida había dicho que consiguió un trabajo como mensajero en una fábrica de hamacas. Ninguno hizo pregunta alguna y eso lo hizo sentirse culpable. Había dicho odiar las mentiras y les había mentido en tantas ocasiones para cubrir sus misiones con la Agencia.
Al día siguiente, demasiado temprano para el gusto de Donald, tuvo que presentarse en el laboratorio de Gizmo y recoger el sobre que debía entregar al agente B-Berry.
—No creo que te cause ningún problema, pero si llegara a pasar, solo debes presentar este documento —Gizmo le extendió un sobre de papel sin ningún tipo de decoración o distintivo.
—¿Hay alguna herramienta para mi misión?
—No mucho, no queremos que llames demasiado la atención. Te daré unos chicles explosivos de menta, un teléfono celular con un rayo paralizador incorporado. Además tendrás la fortuna de probar mi nueva arma, una pistola que lanza bichos eléctricos. Es de plástico por lo que no la notarán en el aeropuerto y si te da problemas puedes decir que es un juguete, solo deberás colocarla en modo incógnito y disparará burbujas. Estoy trabajando en otras municiones por lo que necesitaré que me des un informe detallado de lo que hace.
—Eso haré.
Donald dedicó varios minutos al análisis de la pistola que Gizmo le había entregado. La hizo girar un par de veces e hizo el amago de disparar. Era ligera por lo que estaba seguro de que no tendría ningún problema usándola. Agradeció a su compañero por las herramientas y se retiró sabiendo que, a pesar de que tenía tiempo, era mejor no confiarse.
El viaje en avión fue tranquilo y sin ningún tipo de complicaciones. Donald aprovechó para dormir durante todo el recorrido. También aprovechó para comer algo antes de llegar. La azafata le había dicho que podía comer todo lo que quisiera sin un costo adicional y él tomó la oportunidad. También compró una revista para leer durante el viaje, la cuál ni siquiera llegó a abrir.
Fue al llegar a Bahía que tuvo el primer problema. Un hombre amable, al menos en apariencia se acercó a él y fingió tropezar. Habría perdido el sobre que la Agencia le había encargado cuidar de no ser porque lo había guardado en el doble fondo de su sombrero y no en el bolsillo como había pensado el hombre que lo abordó.
Cuando Double Duck se dio cuenta de la trampa este estaba lejos. Corrió detrás de él, pero era demasiado tarde como para hacer algo. En ese momento se felicitó por no haber usado el uniforme de la Agencia. Había decidido usar su ropa casual para que Panchito y José lo localizaran con mayor facilidad, pero en ese momento sentía que su gorro podría serle de mucha utilidad para ocultar el sobre de la Agencia.
Divisar a sus amigos fue fácil. A pesar de la cantidad de gente que había en el aeropuerto era sencillo dar con los dos Caballeros. José se encontraba sentado en los hombros de Panchito y llevaba un cartel bastante luminoso con un mensaje para él escrito con luces.
—¡Hola, Donal'!
—¡Hola, Donaldo!
Panchito fue el primero en saludarlo. Había corrido a su alcance en cuanto supo que José estaba seguro en el suelo y lo había recibido con uno de sus efusivos apretones de mano y abrazos. José, aunque entusiasta, fue menos energético que su amigo.
—¿Y los niños?
—Vine solo, ahora que Della está de vuelta quiero enfocarme más en mí mismo.
No era del todo mentira. Si bien nunca dejaría de ser parte de la vida de sus sobrinos estaba considerando darles un espacio y creía que debería enfocarse en otras cosas como encontrar un trabajo o regresar a su antigua ubicación. Incluso había considerado salir de su retiro como Duck Avenger. Siendo un agente secreto no había tenido mucho tiempo para extrañar su antigua vida y sin Uno sentía que no era lo mismo.
—¿Della está de vuelta? —preguntaron Panchito y José al unísono. Fue en ese momento en el que Donald fue consciente de que ellos no estaban enterados del regreso de su hermana.
Fethry y Gladstone tampoco lo supieron hasta que se reencontraron en esa isla desierta. Tampoco se habían enterado de que él había estado ausente durante más de un mes y eso lo hizo sentirse molesto. El que su primo Gladstone le recordara lo terrible de su aspecto no hizo que se sintiera mejor, al contrario. Su molestia era tan grande que no le importó tomar una de las piezas del avión de Della y utilizarlas para cortar su barba y cabello.
Decidió contarles todo lo que sabía, omitiendo todo aquello que pudiera poner en evidencia sus identidades secretas. Ellos lo escucharon atentamente y, aunque trató de mostrarse imparcial, pudo notar que varias partes de su historia los había hecho enojar.
—¡Vamos a mi casa! —comentó José emocionado —. Panchito también se está quedando, pero queda suficiente espacio para los tres.
—Adelantense, debo entregar un paquete primero.
—Podemos acompañarte.
Donald sabía que sus amigos estaban siendo amables, pero prefería no involucrarlos en los asuntos de Double Duck. Ya habían intentado robarle el sobre y tenía el presentimiento de que usando volvieran a intentarlo no serían tan amables. Pero no sabía cómo decírselo a sus amigos sin ser grosero o que sospecharan.
La idea llegó a él poco después. Se dijo que no les diría nada y que los perdería en cuanto tuviera la oportunidad. Brasil era un país grande y era sencillo extraviarse en el metro.
—Tengo que ir a la montaña Paz de Azúcar.
No era mentira. Poco antes de llegar a Brasil le había escrito un mensaje a su compañero para que se vieran en esa zona. Siendo un lugar turístico resultaba sencillo camuflarse entre los civiles y detectar comportamientos anormales.
—Eso me trae recuerdos —comentó José nostálgico.
Panchito y José lo acompañaron al metro. Donald no tuvo problemas para alejarse, solo tuvo que meterse entre la multitud y dejarse llevar por esta. Cuando llegaron a la cima de la montaña Paz de Azúcar llevaba un par de zapatos y había perdido a sus amigos. Lo único que impidió que perdiera su sombrero y el sobre en su interior era el hecho de que lo hubiera sostenido con fuerza en todo momento.
Donald colocó la revista que había comprado debajo de una piedra. Le dolía deshacerse de unos cómics que no pudo leer, pero había notado que lo estaban siguiendo y consideraba que no tenía opción. Llamó a B-Black y pretendió no haber visto nada.
—¿Te diste cuenta? —le preguntó el agente.
—Sí, es por eso que te dejé un paquete especial debajo de la roca donde perdimos nuestros sombreros. Me quedaré en casa de un amigo y luego iré a un concierto.
—Bien pensado, DD —le dijo B-Black —, sospecho que se ha filtrado información sobre tu viaje y que deben estar vigilando ciertos lugares. Procura llamarme únicamente en caso de emergencia, encontraré otras formas de contactarte.
DoubleDuck colgó la llamada.
—¡Qué susto nos diste!
Donald se volteó al escuchar a Panchito. Él y sus amigos se notaban preocupados y entendía el motivo. Se había separado de ellos poco después de que el viaje comenzara. No obstante se mostró sorprendido y los siguió después de dedicarle una última mirada al sobre que había escondido.
Su boleto no tenía fecha de regreso por lo que lo único que le preocupaba era su familia. Llamó a su casa y grande fue su sorpresa cuando Louie contestó. Él solía dejar que sus hermanos o él atendieran el teléfono, sin embargo en esa ocasión lo notó un tanto afectado.
—¿De verdad tienes que quedarte más tiempo? —escuchó a Louie y supo por su voz que no le gustaba la idea.
Eso lo hice sentir culpable. Si bien estaba feliz de haber hecho las pases con Scrooge y con el regreso de Della, había una parte de él que deseaba que las cosas volvieran a ser lo que eran antes, cuando solo eran él y los niños contra el mundo. Había ocasiones en las que sentía que ellos no lo necesitaban y, aunque fuera egoísta, era algo que le resultaba doloroso.
—Hubo un pequeño retraso y debo esperar hasta el próximo concierto de José ¿Quieres que te lleve algo de Brasil? Tal vez no lo creas, pero me pagaran bien por este trabajo.
—Dicen que en Brasil hay muchos diamantes.
—Le preguntaré a Panchito y a José si me acompañan a buscar algunos. La última vez que anduvimos de mineros encontramos una mina.
—¿En serio? —preguntó Louie un tanto inseguro.
—Solo tienes que buscar sobre las minas de Ophir y verás los nombres de los Tres Caballeros —aunque Donald pretendió estar ofendido sabía que como Donald era fácil que su estimaran sus habilidades, era algo que incluso le llegó a pasar como Doubleduck en algunas ocasiones —. ¿Otra cosa que te gustaría que te llevara? No prometo que pueda encontrar diamantes Puedes preguntarle a tus hermanos si quieren algún recuerdo.
Donald y Louie continuaron hablando por un largo rato más. El pato más joven le contó acerca de la nueva aventura a la que había ido con Scrooge y Donald lo escuchó maravillado.
Una parte de él tenía la esperanza de que sus sobrinos se aburrieran de las aventuras, pero comenzaba a creer que no sería así. Se dijo que debía aceptar que eso estaba en su sangre y que por más que lo intentara no podría suprimir dicho espíritu aventurero. Sus antepasados hicieron grandes hazañas, conocía muchas de estas por el tiempo que vivió en el castillo McDuck y tenían familiares dispuestos a enseñarles todo lo que sabían.
José propuso un paseo por Brasil. Si bien Panchito conocía Río de Janeiro, Donald no lo hacía y el loro consideró que era un problema que debía resolverse urgentemente.
—Hay muchos lugares que podemos visitar y que debes ver. La comida, las playas, los monumentos, las mujeres. Te aseguro que querrás quedarte para siempre aquí. No hagan planes para esta noche que ya me encargué de eso y les aseguro que los amaran.
—¿Qué es?
—Una sorpresa.
Donald se dirigió a casa de José. No era especialmente grande, pero sí contaba con el suficiente tamaño para vivir tranquilamente. También era bonita y podía sentirse un ambiente hogareño. No estaba al lado del mar, pero este quedaba cerca por lo que se podía visitar en cualquier momento.
—¿Qué opinas de mi humilde hogar? —preguntó José orgulloso.
—Es hermoso.
—He estado tratando de convencer a mi casero de que nos venda la propiedad, estoy seguro de que en cualquier momento cede.
—Suerte con eso, aunque no creo que la necesites.
—Lo sé, estoy a punto de lograr que ceda.
—Eso es porque le gustas —comentó Panchito y Donald tuvo la impresión de que estaba celoso.
—No lo culpo —respondió José antes de dirigirse a Donald —. Espero no te moleste compartir habitación con nosotros, pero es que todavía no hemos terminado de arreglar los otros cuartos, tuvimos ciertos contratiempos.
—¿La invasión lunar?
—No, el señor Martinez —respondió Panchito un tanto avergonzado —, es un buen caballo, pero digamos que se asusta con facilidad.
Donald no hizo más preguntas, no estaba seguro de querer saber la respuesta. A él no le molestaba compartir habitación con sus amigos, solían hacerlo cuando estaban en la universidad e incluso compartieron cama durante las muchas noches en vela.
La sorpresa de la que José había hablado era una visita a la playa. Ese día, al igual que todos los últimos domingos del mes, se organizaba un pequeño carnaval improvisado en el que varias bandas locales se reunían para cantar, bailar y compartir algo de comida con los seres queridos.
—¡Vamos! —José los tomó de la mano y los llevó hasta el lugar en que se encontraba una de las bandas —. ¡No hay nada como las fiestas en Bahía!
—Por ahora haré que te creo —comentó Panchito, pese a que no había malas intenciones en sus palabras resultaba evidente que prefería las fiestas de México.
Donald se sintió fascinado al ver a las bailarinas danzar. Ellas le parecían hermosas y sus movimientos impresionantes. Por varios minutos fue incapaz de apartar la mirada y solo lo hizo cuando José colocó sobre él y Panchito un sombrero con una cantidad incontable de cintas de colores.
—Conozco al director de la banda y nos permitió unirnos.
—No tenemos instrumentos.
—Deja que tu buen amigo José se encargué de eso.
José los llevó hasta el lugar en el que se encontraba el director quien se mostró más que feliz por ver a José y gustoso ante la idea de dejarlos participar.
—Siempre hay espacio para alguien más, en especial si se trata de amigos de mi bien amigo Zé.
Donald tomó unos bongos. No tenía mucha experiencia con estos, pero no quedaban muchos instrumentos disponibles. Él y Panchito siguieron a José hasta el lugar en el que se encontraba la banda y no tardaron en unirse y ser bien recibidos por estos.
Los Caballeros no tuvieron problema en integrarse a la banda pese a que no habían asistido a ninguno de los ensayos. Las canciones que interpretaron eran bastante populares en Brasil y José estuvo más que encantado de mostrarselas a sus amigos y hacer que estos aprendieran a tocarlas.
Desfilaron por la playa y tocaron hasta después de la medianoche. No fue hasta ese momento que Donald percibió lo cansado que estaba. Se había divertido tanto que no había notado el paso del tiempo o la distancia recorrida.
—Tengo una sorpresa más —agregó José orgulloso de sí mismo —, bocadillos para los músicos y una fogota para pasar el rato.
José comenzó a correr, lo hizo en cuanto terminó de hablar. Panchito lo siguió y Donald esperó un poco. Los dos solían estar llenos de energía y ni siquiera participar en un carnaval improvisado podría cambiar en eso.
—No sabía que tenías habilidades musicales.
Donald se volteó al escuchar esas palabras. No necesitaba hacerlo para saber quien era quien le había hablado pues esa voz resultaba inconfundible.
—Soy un pato con muchos talentos.
—Estoy ansiosa por descubrirlos —le dijo Arianna con un tono de voz que le resultó coqueto, aunque rápidamente descartó esa idea y se dijo que solo era Kay K haciendo una de sus bromas.
—Me alegra verte.
—No esperaba verte por aquí, DD, alias Fauntleroy —Arianna se río al decir sus palabras, era su venganza por lo del incidente de su nombre.
Si bien era cierto que él no se lo había revelado a ninguno de sus compañeros eso no hacía que sus deseos de venganza fueran menores. Él sabía su nombre y eso le parecía suficiente.
—Pueden llamarme Donald, es mi primer nombre.
—Es bueno volver a verte —le dijo Josephine con una sonrisa amable, a su lado estaba Abel —. Fauntleroy es un bonito nombre.
"Uno que difícilmente puedo pronunciar", pensó Donald con algo de amargura.
Verlos hizo que Donald descartara que Kay estuviera en una misión. Estando en una misión no debería divertirse, pero como debía esperar a poder comunicarse con B-Black no creía que la Agencia se molestara por el cambio de planes, al contrario, creía que era una buena forma de despistar a sus perseguidores.
—¡Donal'! ¡Date prisa!
Era Panchito quien lo llamaba.
—En unos instantes los alcanzó.
Donald no había terminado de hablar cuando sus amigos se reunieron con él. La mirada de ambos se posó sobre Kay K y Donald no necesito de palabras para saber en lo qué pensaban. La forma en que se reían lo decía todo.
—Abel, Arianna, Josephine, ellos son mis amigos Panchito y José. Panchito, José, ellos son Abel, Josephine y Arianna.
Donald no pudo ni quiso evitar sonreír al pronunciar el nombre de su compañera, su sonrisa aumentó al ver su reacción.
—Un placer conocerlos —José besó las manos de Arianna y de Josephine.
Abel no tuvo tiempo de molestarse o de notarlo pues fue saludado por Panchito quien utilizó uno de sus enérgicos apretones de mano. Necesitó de varios segundos para recuperarse del mareo una vez que este terminó.
—¿Quieren unirse a la fogata? —los invitó José —, todos llevaremos algo para compartir y será muy divertido.
—Ve tú, Arianna —Josephine fingió un bostezo —, tu padre y yo queremos descansar. Ustedes son jóvenes, vayan a divertirse.
—No hagan nada que yo no haría —les dijo Abel.
Donald se sintió un poco confundido al ver el codazo que Josephine le dio a su esposo y más aún al ver la reacción de Arianna no obstante decidió que lo mejor sería quedarse con la duda.
Los Tres Caballeros y Arianna pudieron encontrar una licorera abierta. Esta estaba por cerrar por lo que tuvieron que darse prisa en hacer sus compras. Entre los cuatro se organizaron para comprar varias botellas de cerveza, otras bebidas alcohólicas y muchas botanas siendo esto lo que más compraron. Se habrían olvidado del hielo de no ser por Arianna que regresó por él en el último momento.
La fogata no estaba encendida cuando llegaron. José se apresuró en buscar a sus amigos de la banda y no tardó en encontrarlos. Estos habían improvisado una parrillada y estuvieron más que felices de incluirlos.
—Pueden comer y tomar todo lo que quieran —comentó Miguel, el director de la banda, al ver lo que los recién llegados llevaron agregó —, de hecho parece que nos va a sobrar mucha comida. No creo poder decir lo mismo del licor.
—¿Cómo se conocieron? —preguntó José.
Donald no estaba preparado para responder a esa pregunta. No había pensado en una historia para ambos y sabía que no podía decir la verdad sin involucrar a la Agencia o sin sentir que mentía. Kay le había dicho que ella lo había ayudado en su primera misión, pero él no recordaba haberla visto en esos tres días.
—Fue cuando contraté sus servicios para hacerle un collar a Daisy.
—Desde entonces hemos sido buenos amigos —agregó Arianna, ella parecía divertida por su respuesta y Donald tenía una sospecha de su motivo.
Donald intentó encender la fogata, pero falló en el intento. Varios de los integrantes de la banda y Los Tres Caballeros se dedicaron a recoger algo de basura para poder alimentar la pequeña chispa que tenían. Probaron con diferentes cosas y aunque la llama creció un poco esta no tardó en apagarse casi en su totalidad.
Al final fue Arianna quien resolvió el problema. Tomó una de las herramientas de Gizmo que llevaba consigo y sin que nadie la viera hizo que la fogata tuviera el tamaño ideal para pasar la velada.
Donald tomó asiento al lado de Arianna y le extendió una cerveza y unas botanas. Ella solo aceptó unos malvaviscos que comenzó a asar. Ella había llevado un poco de vodka por lo que no se quedó sin beber nada. Panchito y José no tardaron en unirse, ambos llevaban más comida y más bebidas.
Hablaron durante horas de todo y nada a la vez. Pese a que Panchito y José no conocían a Arianna no tuvieron problema en entablar conversación con ella o con los integrantes de la banda que no se demoraron en unirse. Brasil y la música fue uno de los temas favoritos.
—¿Cómo hacen para comer tanto? —preguntó Arianna entre curiosa y un tanto asqueada.
—Años de práctica —respondió Panchito orgulloso antes de ofrecerle unas bolitas de queso.
—No, gracias, estoy comiendo malvaviscos y eso ya es más de lo que mi dieta puede tolerar.
—Los malvaviscos son ligeros, no deberían engordar.
—Pero lo hacen, demasiada azúcar.
José era el más animado de todos. La mayoría, por no decir todos, lo conocían y estaban más que felices de tenerlo cerca.
Luego comenzaron los chistes malos. Miguel fue el ganador. La mayoría, por no decir todos, estuvieron de acuerdo con que eran los peores, pero aún así muchos se rieron de estos.
Donald se quedó sin palabras cuando Lola, una de las integrantes de la banda, besó a Panchito, a José y a Arianna. Todo cobró sentido cuando lo besó a él y es que pudo percibir que había tomado de más. Decidió vigilarla, consciente de que cualquiera podría aprovecharse de ella en su estado.
La vio besar a todos los integrantes de la banda e incluso intentarlo con quienes pasaban cerca del lugar y a los miembros de otras bandas.
—Mi casa no queda lejos —les dijo Miguel mientras que le entregaba las llaves de su casa —. Es costumbre que se queden en mi casa después de estas presentaciones.
Miguel les dio la dirección de su casa. Afortunadamente esta no quedaba demasiado lejos de la playa y, aunque no era grande si era lo suficientemente espaciosa para dar refugio a toda la banda.
Donald y Arianna la llevaron hasta la sala de la casa de Miguel, lugar que staba preparado para servir como dormitorio para los integrantes de la banda. Ambos tuvieron que tener mucho cuidado para evitar ser besados o acariciados. Lola se quedó dormida en cuanto tocó la cama por lo que decidieron volver a la fogata y divertirse un poco más antes de retirarse.
—¿Estás en una misión? —le preguntó Arianna.
—Espero que los demás no se pasen de tragos —se quejó Donald.
—Lo mismo digo, me he divertido con ellos, pero no creo que sea lo mismo si están muy borrachos.
Las cosas se habían salido de control un poco durante el tiempo que estuvieron alejados.
Muchos de los músicos comenzaron a mostrar señales de ebriedad. José estaba sosteniendo el cabello de Miguel mientras que este vomitaba y Panchito tuvo que usar una de sus pistolas pues alguien ajeno a la fogata se había acercado con la intención de llevarse a una de las bailarinas.
Contrario a lo que esperaban Miguel no estaba tan ebrio por lo que pudo ayudar a cuidar de los músicos. Los tres Caballeros también ayudaron. Los llevaron al hotel y los acompañaron mientras evitaban para evitar cualquier tipo de calamidad. Más de uno comenzó a llorar y a contarles secretos que, tenían la seguridad, nadie debería escuchar.
Encontrar a René fue una de las cosas más difíciles. Después de varios minutos de búsqueda Donald comenzó a preocuparse de que se hubiera ahogado, perdido o que lo hubieron secuestrado. No pasó nada de lo que imaginó. El loro se encontraba subido en la copa de una palmera, bebiendo y cantando no tan desafinado como habría de esperar.
Donald subió a la palmera y se aseguró de sujetar al músico con fuerza sobre su espalda. Cuando sintió algo húmedo se dijo que era una mala idea, pero no quiso detenerse a verificar, prefería no saberlo.
—Viniste por mí, Zé —le dijo René, su voz entrecortada hacía que fuera difícil entender lo que decía.
Donald se dijo que si René se comportaba mejor con su amigo él no sería quien lo sacara de su ilusión. Cuando comenzó a besarle se dijo que nada de lo que hiciera podría ser peor que eso.
—Soy un amigo de Zé.
—Debí imaginarlo. Zé ama a ese Panchito.
René comenzó a llorar y todo lo que Donald pudo hacer fue arrastrarlo hasta la casa de Miguel. Para su mala fortuna, René no solo no se quedó dormido sino que también comenzó a patalear a mitad del camino y no se detuvo ni siquiera cuando lo colocómo en la sala, uno de los pocos sitios dónde quedaba espacio y se habían colocado varios colchones en el suelo.
—Puedes hacer lo que quieras con mi cuerpo, pero ¡mi corazón siempre le pertenecerá a Zé!
—¿Qué? No voy a hacerte nada.
—¿Por qué? Es que soy feo o no soy lo suficientemente bueno —René comenzó a llorar con más fuerza que antes.
—Eres hermoso —le dijo Donald en un intento por hacerlo sentir mejor —. Cualquiera podría enamorarse de ti y sería muy afortunado si es correspondido.
—Entonces, bésame, hazme tuyo y borra todo pensamiento que pueda tener por Zé. Métete tan dentro de mí que no pueda pensar en nada más... o caminar por un largo tiempo.
René se lanzó a los brazos de Donald y el pato no pudo entender el cambio tan drástico del loro. Poco antes proclamaba su amor a José, pero en ese momento quería hacer más que solo besarlo. El loro se quedó dormido después de forcejear por un rato.
Donald lo cargó hasta un lugar seguro. No estaba seguro de si se había despertado o no durante el camino, pero la sensación de humedad en su espalda le hacía pensar que así había sido.
Donald salió a tomar algo de algo aire fresco cuando se encontró con B-Black. Por su aspecto resultaba evidente que había salido de una fiesta.
—¿Qué tienes en la espalda?
—Créeme cuando te digo que ni tú ni yo queremos saberlo.
Donald buscó con la mirada si había alguien más cerca. Encontró a uno de los miembros de la banda y tuvo la sensación de haberlo visto antes, en la montaña Paz de Azúcar. No sabía si era paranoias suyas, pero tenía la certeza de que fue quien intentó robarle al llegar a Brasil. Decidió pretender que no había visto nada.
—También lo noté —le dijo B-Black —, deberías darte prisa en tomar un baño.
Donald se quitó el sombrero y lo utilizó para abanicarse. Pretendía olvidarlo para que de ese modo B-Black pudiera acceder al sobre que Gizmo le había dado. Tomó el teléfono que el científicos de la Agencia le había dado y, confiando en que no sería interceptado, le escribió su plan.
B-Black no mostró ninguna clase de emoción que pudiera delatar el mensaje recibido, pero le escribió una respuesta en la que aceptaba continuar con su plan. Donald colocó su sombrero a un lado y siguieron hablando durante un rato. Ambos hablaron de Brasil y de lo que se podía hacer en ese lugar hasta que Panchito y José llegaron.
Ese día Donald hizo dos llamadas. Una a la Agencia para decirle que se quedaría en Brasil más tiempo con el fin de despistar a quien lo seguía y otro a su familia para evitar que se preocuparan por él. Pensó en llamar a Kay K para confirmar que estuviera bien, pero se limitó a enviarle un mensaje de texto.

Chapter 3: Vacaciones

Summary:

Donald aprovecha la misión para pasar tiempo con sus amigos.

Chapter Text

Capítulo 3: Vacaciones
Pese a que Donald fue el primero en levantarse, sería erróneo decir que se despertó temprano. Su cabeza le dolía por lo que se tomó una aspirina y se encargó de preparar el desayuno. Uno de sus omelettes energéticos y un café bastante cargado para lidiar con el dolor. Si bien no había tomado tanto como los de la banda su cabeza le dolía y mucho.
—¿Qué haces despierto tan temprano? —le preguntó José.
—Nos preocupamos cuando fuimos a buscarte a tu habitación y no estabas —agregó Panchito.
—Me levanté a las once. Si no se hubieran levantado habría ido a ver si seguían con vida.
—Exageras —respondieron Panchito y José al unísono. Las expresiones de ambos cambiaron al oler la comida.
—No sabía lo mucho que necesitaba de café hasta que lo olí.
—Yo sí y estaba por preparar uno. Salvaste nuestra vida, Donaldo.
—Eres nuestro héroe. Incluso nos preparaste el desayuno.
Panchito y José tomaron asiento al lado de Donald y comenzaron a desayunar. Los tres comenzaron a hablar animadamente sobre los hechos de la noche anterior y de lo mucho que se habían divertido pese a que terminaron cuidando de un grupo de adultos que habían tomado de más.
—Tus omelettes son los mejores —Panchito le quitó la mitad de los omelettes a Donald, quien en venganza, bebió parte de su café —, ya puedes casarte.
—No he salido con nadie desde que nacieron los trillizos —comentó Donald incrédulo —, y no tengo intenciones de cambiarlo.
—Yo podría casarme contigo.
—No digas eso que Panchito se pondrá celoso.
—Nos casamos los tres y asunto resuelto. Vamos, patito, solo di que sí y seremos tuyos.
Los tres caballeros se rieron carcajadas. Tanta risa provocó que a los tres les doliera los costados. Poco tiempo atrás Donald había estado lidiando con más estrés del que podía soportar y la caída de sus plumas era prueba de ello. Sin embargo esos días parecían tan lejanos. Panchito, José y Arianne habían hecho que se divirtiera y se olvidara de todos sus problemas. Con ellos no había espacio para las inseguridades o para las tristezas.
—Miguel me llamó hace poco, dijo que estaban bien y que quería darnos las gracias y saber si despertamos bien. Le dije que despertamos tarde, pero en buenas condiciones.
—Me alegra escuchar eso.
Una sonrisa amarga se dibujó en el rostro de Donald al pensar en René y en Lola. Ambos tuvieron suerte de no encontrarse con alguien con malas intenciones y es que ambos se mostraron totalmente vulnerables a cualquier tipo de ataque.
—También nos invitaron a comer alitas, hoy hay una oferta en el restaurante de Rosinha y allí venden las mejores alitas del mundo.
Donald sintió su teléfono célular vibrando en el interior de su bolsillopor lo que decidió revisarlo. Era un mensaje de Kay K en el que respondía el suyo y le preguntaba si podía visitarlo en la tarde. Eso le pareció extraño por lo que asumió que había sido idea de Josephine. Había trabajado con Arianna por años y sabía que ella no era el tipo de personas que solían avisar antes de una visita.
—Arianna y sus padres preguntan si pueden visitarnos.
—¿Es la gatinha que nos presentaste ayer?
—Sí ¿qué le respondo?
—Los amigos de Donaldo también son nuestros amigos, aunque primero tendré que limpiar un poco.
—Le pasaré la dirección de la casa —Donald no creía que Arianna la necesitara, pero tampoco quería ser descortés.
—Será mejor que comencemos a limpiar cuanto antes. No podemos recibir a dos bellas gatinhas en un basurero como este.
Donald buscó con la mirada a Panchito. Esperaba verlo molesto, pero en su rostro no había ninguna señal de celos. No era algo que le extrañara, pese a que sospechaba que a Panchito le gustaba José, también podía notar que su amigo brazileño no tenía ningún interés del tipo romántico en Kay K o en Josephine. También sospechaba que él correspondía los sentimientos de Panchito. En el fondo esperaba que fuera así. Ambos eran sus amigos y quería que fueran felices.
—Ella es divertida —le dijo Panchito y eso bastó para que Donald descartara sus sospechas —, y parece que te quiere.
—¿Qué te hace pensar eso? —preguntó Donald y su curiosidad era auténtica.
—Las miradas —en esa ocasión fue José quien respondió —, a veces era ella quien te veía y otras veces eras tú el que la veía. Me sorprende que no coincidieran.
—Hemos pasado por muchas cosas —Donald recordó las misiones que había tenido junto a Kay K. Las veces en que sus vidas estuvieron en peligro y cuando salvaron sus vidas mutuamente, momentos de los que no tenía permitido hablar con sus amigos.
—Tu mirada te delata —le dijo José con tono burlón —. Si no le pides una cita, seré yo quien lo haga.
Pocos minutos después los tres amigos se encontraban en un supermercado. José había insistido en que era necesario llenar la alacena y Donald quiso aprovechar la ocasión para comprar algunos juguetes para sus sobrinos.
Cuando sintió unos ojos observándolo decidió actuar con naturalidad. Tenía una sospecha del motivo por el que lo seguían, pero esperaba despistarlos comportándose como un pato ordinario que estaba de compras junto a sus mejores amigos. Tenía el arma que Gizmo le había dado y no tenía intensiones de usarla a menos de que fuera absolutamente necesario.
—No esperaba verte tan pronto, DD —era Kay K la persona que lo había estado siguiendo.
—Lamento lo de anoche —respondió Donald un tanto inseguro —, fue divertido hasta que nos convertimos en niñeros.
—No te preocupes, pude irme antes de que las cosas se pusieran demasiado feas.
—Bien por ti —Donald sonrió con amargura al recordar lo difícil que fue tratar con los miembros de la banda,en especial por René.
—¿Tan mal la pasaste?
—Solo agotador. Ellos nos invitaron a comer alitas y pienso que sería divertido que fuéramos. Apuesto que estarán felices de verte, a mí me gustaría que nos acompañaras.
—¿Las alitas son buenas?
—José dice que son las mejores y yo confío en él.
—Te tomaré la palabra.
Ambos continuaron con sus compras. Hablaron de temas triviales. Pocas veces solían interactuar fuera de las misiones, pero ninguno pensaba que fuera desagradable.
—Fauntleroy —lo saludó Josephine —, que gusto verte.
—Lo mismo digo —respondió Donald.
José y Panchito no tardaron en unirseles. Ambos llevaban una gran cantidad de dulces y snacks, tantas que apenas podían ver por donde caminaban. En cuanto vieron a la familia Konnery, no se demoraron en intercambiar saludos.
—Queríamos invitarlos a nuestro paseo por Brasil —les dijo Josephine, ella lucía animada.
—Estaré más que encantado de mostrarles los más bellos lugares —respondió José con su usual tono coqueto. Podemos ir a la hermosa playa de Copacabana, la estatua del noble Cristo, la bella playa Ipanema, el maravilloso estadio de fútbol de Maracana y conozco un lugar donde venden la mejor comida de Brasil y que debería ser un lugar de visita obligatorio cada vez que se visita Bahía.
—Suena maravilloso —comentó Abel, pese a sus palabras se notaba que no le gustaba el tono coqueto que José usaba con su esposa.
—José es el mejor guía —comentó Donald en un intento por defender a su amigo —, y un bromista.
Esas palabras parecieron calmar un poco a Abel. Donald se dijo que debería hablar con José. En más de una ocasión había tenido problemas por su personalidad despreocupada y, aunque no creía que Abel le hiciera algo,temía que se metiera en problemas.
El paseo terminó después de hacer las compras en el supermercado. Poco faltó para que José convenciera a la familia Konnery de que se quedaran en su casa, pero logró que aceptaran su invitación para cenar. Donald supo que él y Panchito tendrían que encargarse de la comida. Quería a José, pero no podía negar que sus habilidades culinarias dejaban mucho que desear.

Chapter 4: Un mal momento

Summary:

Donald se preocupa por sus amigos y no poder hacer lo suficiente para ayudarlos.

Chapter Text

Capítulo 4: Un mal momento
—Me gustaría ir a una playa —comentó Arianna. Ella levantó su mano para mostrar su punto —. Necesitó broncearme.
—Podemos ir a playa Copacabana, es una de mis favoritas y conozco a alguien que puede darnos un paseo en bote.
—Suena como un buen plan —comentó Josephine con expresión alegre —. Me convenciste con el viaje en bote.
Donald tenía buenos recuerdos de playa Copacabana y en todos ellos aparecían Panchito y José. Mentalmente se preguntó qué tanto había cambiado ese lugar, pues la última vez que la visitó fue cuando eran jóvenes y tenían su banda de la universidad.
Antes de eso hicieron una pausa. Arianna y Josephine insistieron en que necesitaban un traje de baño y Abel que necesitarían algo para comer. Abel les había pedido ayuda para cocinar algo, pero Los Tres Caballeros sabían el verdadero motivo de esa petición y no lo juzgaban, en especial Donald que había sido arrastrado por Daisy a muchas de sus compras.
Donald experimentó opiniones contradictorias cuando se enteró de que alguien se había infiltrado en la casa de José. La primera fue el temor de que sus amigos estuviera en peligro. DoubleDuck no se perdonaría si inocentes se vieran afectados por sus misiones. Lo segundo en lo que pensó fue alivio. Su instinto de espía le decía que el único motivo por el que se hiciera algo tan arriesgado era porque no tenían nada y para el agente era obvio que no encontrarían nada. Esperaba que eso fuera suficiente para que se olvidaran de él.
—¿Qué pasó aquí? —preguntaron Panchito y José al unísono.
—Parece un robo —comentó Abel —, o una venganza.
Donald no creía que fuera un robo. Había estado allí antes y lo recordaba como un lugar tranquilo, pero ese no era el único motivo. José era bastante conocido en la zona y muchos sabían que no tenía mucho dinero o posesiones de valor. Eso sin notar que José no tenía enemigos, al contrario, era muy querido.
—Pero no le debo dinero a nadie.
—¿Qué hay de un novio o de un esposo vengativo? —preguntó Abel, recordando lo coqueto que era José. Después de verlo coquetear con la cajera descartó que fuera algo personal.
—Ze Galo y yo no hemos peleado en meses, desde que él se mudó.
—¿Alguien más?
José negó con un movimiento de cabeza.
—Admito que llevo poco tiempo viviendo aquí con José, pero no he visto que nadie tuviera algo en su contra.
—Panchito se mudó hace poco y tampoco tiene enemigos.
—Mejor verifiquemos que no se hayan robado nada.
—No creo que tengamos algo que valga la pena ser robado.
El desorden era grande, pero el daño mínimo por lo que las sospechas de Donald aumentaron. Por lo general los agentes se aseguraban de no dejar ninguna evidencia de su presencia, sin embargo allí no se había tomado ninguna precaución. Tampoco robaron nada, o al menos nada de valor que pudieran recordar.
—Así que ¿estamos de misión? —le preguntó Abel, procurando que nadie lo viera.
—No, pero alguien debe creer que lo estoy.
—¿Qué planeas hacer?
—Pedirle apoyo a un compañero, probablemente tenga a algunos sospechosos en mente.
—Es mejor que estemos alerta, si atacaron una vez lo harán dos veces.
Panchito llamó a la policía. Ellos llegaron antes de que terminaran de revisar la casa. No encontrar nada fue tan tranquilizante como preocupante.
Donald llamó a B-Black. Sospechaba que el espía sabía más que él y que podría dar con el o los responsables del estado en el que se encontraba la casa de José. Mentalmente se propuso estar alerta. No creía que intentaran algo más, pero prefería no bajar la guardia. No se perdonaría si sus amigos resultaran heridos.
—¿Tienen alguna sospecha de lo que pudo pasar?
—Un bromista.
—Un novio vengativo.
—Un robo fallido.
—Alguien que se confundió de casa.
Los policías tomaron la declaración de todos los que estaban en la casa. Abel y Donald omitieron cualquier referencia a la Agencia. No les tomó mucho tiempo, no había mucho que decir.
Después de que la policía se marchara, se dedicaron a preparar sándwiches, pocos, pues José les dijo que en la playa podrían comprar algunos platillos tradicionales como queijo coalho (queso a las brasas en un pincho) y espetinhos (brochette hechas de carne o de pollo). Sin contar que no tenían mucho tiempo.
—Llamaré a un cerrajero —le dijo José —, no quiero que se repita, aunque lo dudo, es un lugar muy tranquilo.
—Nos vemos en la playa.
Arianna y Josephine se encontraban en una de las tiendas más exclusivas de Brasil. Ambas se mostraron felices al verlos. Donald tardaría en entender el motivo.
—¿DD, podrías hacerme un favor? —preguntó Arianna desde el interior de uno de los vestidores.
—Claro.
Arianna salió del vestidor, usando un traje de baño de dos piezas, de color azul, con el dibujo de una ancla en la parte inferior y un moño en la parte superior. Donald se quedó sin palabras. Arianna siempre le había parecido hermosa.
—¿Podrías ayudarme con esto? —Arianna le mostró los tirantes que colgaban en su espalda.
Donald asintió con un movimiento de cabeza. Tomó los tirantes y los ató en la espalda de su compañera. Mentalmente se reclamó por pensar en lo bella y suave que era la espalda de Arianna. La forma en que estaba pensando de ella no era nada amistosa.
—¿Y bien? —le preguntó la espía —. ¿Qué te parece?
—Te ves hermosa.
—Entonces me lo llevo.
Josephine salió del vestidor poco después, pero no llevaba un traje de baño, sino un vestido que colgaba de su brazo.
—Estábamos por terminar las compras —comentó Josephine feliz.
—Espero que no les moleste cargar nuestras compras.
Donald supo que era una mala idea cuando vio lo que habían comprado. No era una o dos bolsas, sino que se trataba de diez o más, sin contar las cajas. Ambas mujeres habían visitado varias tiendas en lo que ellos habían lidiado con el atentado en la casa de José y con la preparación de la comida.
De lo que no se enteró fue de que Panchito, José y Abel se habían puesto de acuerdo para hacer que él cargara con la mayoría de las bolsas. Los tres aprovecharon que él estaba distraído.
—¡Bienvenidos a la hermosa playa Copacabana!
Gracias a José pudieron encontrar un lugar en el que instalarse. Donald estaba convencido de que ese debía ser el mejor sitio de la playa y el lugar ideal para colocar una hamaca. Estaba a punto de tomar una siesta cuando fue interrumpido por sus amigos.
—¿Qué haces? —Panchito y José sostenían un par de cubetas cada uno —. Los castillos de arena no se construyen solos.
—Paso.
Donald se dejó caer sobre la hamaca y nuevamente se preparó para dormir. Al principio no hubo nada que perturbara su sueño y el pato creyó que eso duraría. O al menos así fue hasta que sintió una pequeña molestia en el pico que lo hizo estornudar. Fue en ese momento que notó lo que Panchito, José y Arianne habían hecho.
Donald no estaba en su hamaca, sino que en la arena y cubierto por un castillo de arena, el cuarto más grande que había visto en su vida. Estaba sorprendido, pero más que todo por el hecho de que Arianne hubiera participado en esa broma.
—Nunca había visto a alguien dormirse tan rápido o tener el sueño tan pesado —comentó Josephine.
Fue en ese momento que Donald notó que llevaba una cámara fotográfica y que le había tomado más de una fotografía. No estaba enojado, aunque sí un poco molesto. Se puso de pie sin importarle lo que pudiera pasar con el castillo y de inmediato comenzó a sacudirse la arena. De haber estado más atento habría notado el intercambio de miradas entre Panchito y José, quienes lo tomaron de los hombros y lo llevaron al mar.
—Necesitabas limpiarte —le dijo José con fingida inocencia.
Donald aprovechó lo distraídos que estaban para salpicarlos. Panchito y José no se quedaron atrás y dieron inicio a una pequeña guerra de agua.
La idea de viajar en bote fue de Josephine. Era algo que había querido hacer por mucho tiempo y que siempre postergaba por el trabajo.
—Claro, dejen que su buen amigo René se encargue de todo. No es por presumir, pero mi bote es el mejor.
—Es por eso que te elegí —lo elogió José —. Eres el mejor.
Donald sintió pena cuando vio a René sonrojarse. Sabía que José lo apreciaba, pero también que solo lo veía como a un amigo y dudaba que eso pudiera cambiar.
—No se olviden de los chalecos salvavidas —agregó René mientras repartía las prendas de las que hablaba.
José fue quien se encargó de repartir los lugares. Donald sabía que lo más razonable era que Josephine y Abel se sentaran juntos, eran un matrimonio. De lo que tenía dudas era sobre el hecho de que su lugar estuviera al lado de Arianna. No era algo que le molestara, era solo que sentía curiosidad y se preguntaba si José lo había hecho porque deseaba sentarse con Panchito o porque deseaba que estuviera al lado de la espía. Esperaba que fuera lo primero, sabía lo coqueto que podía ser su amigo, pero también lo mucho que apreciaba a Panchito y deseaba tanto que ambos fueran felices.
—Tenías razón —Josephine le dijo a José —, esta playa es hermosa.
—Y eso que no has visto todas las bellezas de esta tierra.
—Espero que puedas mostrarnoslas —agregó Josephine. La sonrisa en su rostro disminuyó un poco —. Es una pena que no podamos quedarnos mucho tiempo.
—Podemos regresar el otro año —Abel la abrazó en un intento por animarla, gesto que fue correspondido.
Fue en ese momento que Donald notó algo inusual en ella. Su mirada se encontraba posada sobre el mar y parecía tranquila, pero Donald la conocía lo suficiente para saber que no era así.
—¿Algo que quieras contarme?
—No —fue la respuesta de Arianna. La espía no había apartado la mirada del mar en ningún momento.
Donald supo que no lograría nada insistiendo y que, en el peor de los casos, solo haría que se enojara. Eso era lo último que deseaba.
—Ya sabes dónde encontrarme si cambias de opinión.
—Gracias, DD, eres un buen amigo.
Ninguno volvió a hablar durante el recorrido. Donald quería creer que estaba exagerando y que no había nada malo, pero le era difícil hacerlo. Kay K era su compañera y ambos habían pasado por muchas cosas juntos, pero no sabía si podía decir lo mismo de Arianna y eso era algo que de verdad deseaba cambiar.
El problema era que no sabía cómo.
El bote llegó a la costa y ellos regresaron hasta el lugar en el que se habían instalado inicialmente. Para la buena fortuna del grupo, el sitio seguía despejado.
—¡Muero de hambre!
—Se de un lugar dónde venden la mejor comida brasileña de la playa —sugirió José —, siganme y se los mostraré.
—Vayan ustedes —se apresuró en decir Josephine —. Fauntleroy y yo nos quedaremos aquí.
Al principio a Donald le pareció extraño lo que dijo Josephine, pero luego cobró sentido. Ambos se quedaron a solas y la mujer comenzó a hablarle de algo en lo que también había pensado.
—Me preocupa Arianna, últimamente se ha portado algo extraño y pensé que podrías saber qué le pasa.
—Nuestro trabajo es bastante impredecible —respondió Donald un tanto inseguro. Como agente había tenido muchos casos en los momentos menos esperados, pero habían pasado meses desde la última misión que tuvo con Arianna —, ya sabes cómo es la seguridad, a veces se ven cosas... desagradables.
A Donald no le gustaba mentir y eso era algo que ni siquiera su trabajo como agente secreto había logrado cambiar, sin embargo entendía lo importante que era para Kay K el que su madre no supiera nada de su doble vida o de los negocios oscuros de Abel. Una parte de él se sentía como un hipócrita, otra le decía que no le correspondía intervenir en los asuntos privados de la familia Konnery.
—Es solo siento que hay algo más —Josephine parecía dolida —. Sé que no soy la mejor madre y que he descuidado mucho a Arianna por mi trabajo, pero me preocupo por ella y me duele que no confíe en mí.
—Ella también la quiere —Donald no lo decía solo por animarla. A su mente llegó el recuerdo de la vez en que se conocieron, pudo notar lo importante que era para Kay K.
—Lo sé, pero ella es demasiado distante y a veces inaccesible. Trata de hablar con ella.
—No creo que quiera hablar conmigo.
No lo decía únicamente por su negativa a hablar. Kay K solía ser misteriosa, alguien que acostumbraba a cargar con todo el peso del mundo sobre sus hombros y que parecía preferirlo de ese modo. Había logrado acercarse a ella y sabía que, sin importar la misión que tuviera, todo saldría bien si estaba a su lado. Era solo que no sabía si podían tener una relación más allá de la Agencia. Los últimos días le habían hecho creer que sí era posible y esperaba no estar equivocado.
—Al contrario y no lo digo solo porque me ayudaste cuando me acusaron de fraude. Eres el primer amigo que ella me presenta y puedo notar que te aprecia.
Donald también quería a Kay K y, a pesar de lo ocurrido durante la primera misión de ambos, confiaba ciegamente en ella. No necesitaba que Josephine se lo pidiera, él estaba dispuesto a cuidar de su compañera en todo momento. Ya había desobedeciendo a la Agencia en una ocasión y estaba dispuesto a volverlo a hacer.
—Intenté hablar con ella —confesó Donald —, no me dijo nada, pero estaré al pendiente.
—Me alegra escuchar eso.
La conversación fue interrumpida por una llamada al teléfono. Grande fue la sorpresa de Donald cuando vio que se trataba de Louie. Su sobrino no acostumbraba llamarlo con frecuencia. Inmediatamente pensó en lo peor.
—¿Qué pasa, Louie? ¿Algún problema?
—No, todo bien. Llamaba para decirte que estamos en Brasil y que tío Scrooge dice que podemos pasar por ti.
Donald suspiró aliviado al escuchar esas palabras. Confiaba en que su tío y Della los cuidaran, pero le era inevitable no pensar lo peor. Sabía que su familia amaba en las aventuras y que solían arriesgarse demasiado, muchas de sus plumas se habían caído al pensar que pudiera repetirse lo de la Lanza de Selene.
—Estoy en playa Copacabana con unos amigos. Te voy a pasar la dirección.
—¿Buscando diamantes?
—No hay diamantes en la playa, Louie.
—¿Estás seguro?
—Bastante.
—¿Terminaste tus deberes?
Técnicamente la misión de DoubleDuck había terminado, pero Donald no estaba seguro de que fuera el momento de regresar, especialmente si el atentado a la casa de José hubiera sido provocado por espías.
—Estoy esperando por una confirmación, pero estoy seguro de que pronto podré regresar a Duckburg.
—Nos vemos, tío Donald.
—No sabía que tenías un hijo.
—Louie es mi sobrino —preguntó Donald confundido. No porque Josephine no supiera de sus sobrinos, era algo que solo le había contado a Kay K. Con Josephine no tuvo la oportunidad de hacerlo.
—Tienes un aire de papá.
—Cuidé de mis sobrinos desde que eran unos huevos, ahora mi hermana está de regreso...
Donald calló de pronto. Estaba feliz de que su hermana estuviera de vuelta, pero una parte de él lo resentía, una parte que sentía que había perdido su lugar en la familia. Había sido de ese modo desde que era niño, siempre se sintió a la sombra de Della. El que los trillizos dejaran de llamarlo tío tampoco ayudaba mucho.
Sacudió su cabeza en un intento por alejar esos pensamientos y comenzó a mostrarle a Josephine alguna de las fotografías de sus sobrinos. Eso siempre lo hacía sentir mejor y esa no fue la excepción.
—¡Compré queijo coalho y espetinhos! —gritó José desde la distancia mostrando la comida de la que hablaba. Se notaba ansioso.
Donald se sintió un tanto avergonzado al escuchar su estómago rugiendo. Estaba hambriento y amaba la comida brasileña por lo que no era de extrañar que algo así le pasara. La vergüenza que sentía disminuyó al saber que Panchito y José pasaban por algo similar.
—¡Hay suficiente para todos! —agregó Panchito con el mismo tono de voz.

Chapter 5: El fin

Summary:

La misión de DoubleDuck en Brasil termina y comienza una aventura para Donald junto a Scrooge y su familia.

Chapter Text

Capítulo 5: Fin

Abel y Josephine no los acompañaron a comer alitas pese a que Donald los había invitado. Ambos aseguraron tener planes para esa noche. Josephine le dijo que deseaba visitar un bar inspirado en la época de su juventud y darles un espacio para que se divirtieran.
—Podemos ir juntos al concierto de José mañana, pero hoy es momento de que los jóvenes se diviertan.
—Les aseguró que mi concierto será inolvidable —había comentado José orgulloso de sí mismo.
Donald decidió tomar medidas para proteger a Panchito y a José pese a que creía que fuera poco probable una nueva invasión al departamento en el que ambos vivían. Habló con la Agencia y logró que Gizmo le enviara unas cámaras de vigilancia que avisarían a la policía de inmediato si alguien quería forzar la entrada.
Preparar su equipaje lo hizo retrasarse. No tenía mucho que empacar, pero terminó dentro de una de sus maletas y tuvo varios problemas para salir. Panchito y José tuvieron que ayudarlo y ciertamente ninguno de los tres lograba entender cómo había terminado en una situación así por cuarta vez.
—Estábamos por ir a buscarlos —les dijo Lola a modo de saludo.
—Tuvimos un contratiempo, pero lo importante es que ya estamos aquí —respondió José con su usual tono coqueto.
—Espero que no les moleste que ordenaramos por ustedes —el tono burlón de Lola le quitaba credibilidad a sus palabras —. Las alitas llegaran en cualquier momento y ya tenemos las bebidas.
Arianna los saludó desde la mesa. Ella, al igual que el resto de la banda, tenía una duckcola. Por la expresión de su rostro era fácil deducir que se estaba divirtiendo. Donald se alegró por eso. Si bien era cierto que había trabajado con Kay K por varios años también lo era que conocía poco de sus amistades y que, con excepción de su familia, no tenía buenos recuerdos de estas. Axel Alpha era el ejemplo más evidente, el espía había resultado ser un traidor e integrante de la organización por lo que habían tenido varios enfrentamientos.
—¡Qué bien! —se alegró Panchito —. ¡El último en llegar a la mesa es un huevo podrido!
Donald fue el primero en llegar, pero no pudo sentarse. Donald tropezó, sus amigos también lo hicieron y terminaron formando una pila al lado de la mesa. Aquella situación provocó la risa de varios de los clientes.
Los tres se pusieron de pie de inmediato. No estaban avergonzados, solo tenían prisa por tomar asiento y tomar una de las duckcolas que estaban sobre la mesa. En esa ocasión José fue el primero en lograrlo gracias a la ayuda de René.
—Miguel nos contó lo que hicieron por nosotros —René se mostró un tanto avergonzado y Donald se preguntó si recordaba lo que había pasado entre los dos. Esperaba que no fuera así —, queríamos agradecerle por lo que hicieron, en especial por Lola, no me extrañaría que más de uno quisiera aprovecharse de su estado.
Donald sabía que René no exageraba. Había notado como unos patos ajenos a la banda habían intentado acercarse, aunque también tenía la sospecha de que podrían tratarse de espías que intentaban robar el sobre que Donald entregó poco después. Tampoco era la primera vez que lidiaba con algo así, solía cuidar de Della cuando eran jóvenes y ella no era buena manejando el licor.
—Normalmente tengo más resistencia al alcohol —comentó Lola —, supongo que algo me cayó mal.
—O tal vez fueron las cervezas, mi hermana tomó prestada mi hielera sin avisarme antes —Renato parecía un tanto avergonzado.
—No creo que ese fuera el problema —comentó Arianna de manera casual.
—Supongo que nunca sabremos lo que pasó —agregó René con un tono de voz que pretendía ser misterioso, pero que solo logró hacer reír a sus amigos.
—¿Recuerdan que el año pasado me tocó cuidarlos? —preguntó Lola.
—Yo no estaba, pero recuerdo que le llevaron serenata a Nestor.
—Lo dudo mucho —Arianna le dijo a Donald en un susurro mientras que, discretamente, señalaba a un muy sonrojado René.
—Nestor es un amigo y era su vecino —le respondió Donald usando el mismo volumen de voz.
Ambos se rieron, tratando de no ser demasiado indiscretos.
—Renato estuvo a punto de encontrar el amor ¿recuerdan a ese guapo turista que lo invitó a su departamento?
—Guapo y encantador —comentó Renato con tono pícaro.
—Debiste aceptar su invitación, probablemente era el amor de tu vida.
—No podía dejar solo a Rigo —no había ningún tipo de reclamo o remordimiento en la voz de Renato, solo añoranza.
Donald decidió ir por más bebidas. Panchito, José y Arianna se aprovecharon de ello para pedirle que les llevara una Duckcola también. No era algo que le molestara, incluso cuando debía hacer malabares para que no se le cayera ninguna botella.
—Y es por eso que siempre llevo una colita para el cabello como brazalete —terminó de hablar Lola.
—Espero que no te moleste que me robe esa idea.
—José nos contó cuando encontraron las minas de Ophir ¿en serio cabalgaron sobre una anaconda?
Donald asintió con un movimiento de cabeza.
—Panchito es el rey del rodeo —agregó Donald orgulloso.
Escuchar a Arianna reírse no lo hizo sentirse ofendido. Sabía que ella podía tener sus dudas, pues él solía quejarse mucho cada vez que lo arrastraba a sus prácticas se deportes extremos.
—No sabía que te gustaran esas cosas.
—No es como si hubiera tenido otra opción, era la única forma en que podíamos salir de ese sitio.
—Donal' fue nuestro guía —continuó hablando Panchito —, no sé si José les contó cuando le hizo creer a los cazadores que lo habían atrapado para que lo llevaran hasta su guarida.
Donald se río nervioso al escuchar esas palabras. La historia que él recordaba era un poco diferente. Él había caído en una trampa y, solamente el ex-jefe de la tribu entendió las groserías que había estado gritando durante el camino.
—José nos dio todos los detalles. Definitivamente los tres son unos grandes héroes. Sería divertido si pudieran unirse a la banda.
Donald sospechó que Panchito y José deseaban hacerlo cuando los vio intercambiar una mirada cómplice. A él también le gustaría hacerlo, pese a que llevaba poco tiempo de conocerlos había disfrutado de su compañía y sentido feliz al ser tratado como un igual, algo que pocas veces ocurría cuando estaba con su familia.
Un sentimiento de amargura se instaló en su pecho. Amaba a su familia ys sabía que ellos también lo querían, pero no podía dejar de pensar que ellos no lo extrañaron mientras que estuvo en la luna y que nadie notó que el crucero había terminado mucho antes de que lo encontraran perdido en esa isla.
El concierto de José fue una gran experiencia. Su amigo había cantado y bailado, su especialidad, unas pocas canciones antes de arrastrarlo a él y a Panchito hasta el escenario. De lo único que el espía podría quejarse fue que no le dejaron cantar, pero fue divertido tocar el acordeón y bailar junto a sus mejores amigos.
Cuando bajó del escenario supo que tenía una llamada perdida de B-Black. Se apresuró en devolverle la llamada, pues temía que la misión se hubiera complicado o que sus amigos estuvieran en peligro.
—DD al habla ¿algo que reportar?
—El sistema de seguridad que instalaste en la casa de tu amigo ya no es necesario, el sobre llegó a su destino y los espías han sido capturados.
Saber que habían atrapado al espía que lo perseguía lo había hecho sentir mucho mejor. B-Black le había dicho que este había actuado imprudentemente, probablemente frustrado por haber perdido tanto tiempo siguiendo a dos espías de vacaciones. No estaba seguro, el agente no había dado muchos detalles y le aseguró que no eran necesarios.
—Puedes regresar a Duckburg en cualquier momento —continuó hablando B-Black —, la misión ha terminado exitosamente.
Donald se apresuró en colgar en cuanto vio a Della. La mirada que tenía era la misma que solía usar cuando lo atrapaba en medio de una travesura. No estaba sorprendido de verla allí,se había reencontrado con su familia en la mañana y ellos estuvieron de acuerdo con ir al concierto de José por lo que se quedaron con ellos hasta la hora del evento.
—Lo sabía —le dijo Della.
—¿Qué sabías? —preguntó notablemente confundido.
—Qué estabas en una misión secreta.
—No sé de qué hablas —Donald quería saber de los motivos que habían llevado a su hermana a sospechar, estaba seguro de no haber dicho nada que lo pudiera delatar.
—Ese no es tu celular y sé que no tienes trabajo, pero le dijiste a Louie que era un viaje de negocios. Además ese no es tu celular.
Donald se reprochó por no haberlo ocultado antes. Era el teléfono que la Agencia le había dado y una medida obligatoria que debía tomar para evitar que supuso llamadas fueran intervenidas. Casi se río por la ironía.
—También encontré esto —Della le mostró su pistola de bichos, la que había dejado en casa de José. No creyó que la necesitara y la dejó en modo juguete para evitar problemas.
—Al principio creí que era para mí, pero luego descubrí que era un arma. Además no tienes por qué ocultarlo, estoy de vuelta en la acción —Della hizo una reverencia bastante exagerada —. Estás frente a la agente 45.
—Deberías ser más discreta —le regañó Donald —, no sabes si alguien podría estar escuchándonos.
Della se río al escuchar esas palabras.
—Así que admites ser un agente.
Donald suspiró al escuchar esas palabras. Si era sincero no creía que tuviera sentido seguir negandolo, conocía a Della y sabía que todo intento por convencerla de lo contrario sería inútil.

Chapter 6: El tesoro de Scrooge

Summary:

Donald acompaña a su familia en una aventura y eso le hace recordar porque prefiere evitarlas.

Chapter Text

Capítulo 6: El tesoro de Scrooge

—Cuéntame sobre tu misión —le ordenó Della.
—Tenía que entregar un paquete.
—¿Qué era?
—¿Qué era qué?
—El paquete ¿qué era?
—Información clasificada —Donald notó que Della estaba por insistir así que agregó —, tampoco lo sé, mi trabajo era entregarlo, solo eso.
—¿Eso es todo?
—Sí, me reuní con B-Black y me quedé unos días para desviar la atención sobre el paquete. Ya atraparon a los espías así que no hay nada de lo que deba preocuparme ¿Qué hacen en Brasil?
—Es información clasificada.
Donald le dedicó a Della una mirada de reproche.
—Era broma. Scrooge descubrió el mapa de un templo en la montaña Pao, íbamos a ir por ella después de recogerte.
Donald supo el motivo por el que Della quiso ayudarlo a hacer el equipaje cuando la vio comenzar a jugar con la pistola que Gizmo le había dado. Normalmente no solía hablar de sus misiones y eso incluía a otros agentes, pero Della le había dicho que ella era una espía y era su hermana por lo que estaba dispuesta a hacer una excepción.
Le mostró las herramientas que Gizmo le había dado y notó que, además de la curiosidad que tenía, parecía no saber mucho sobre Gizmo y eso le pareció muy extraño. No recordaba que se tuviera que hacer alguna prueba para conocer al técnico. Lo dejó pasar, asumiendo que su hermana debió haberlo olvidado, algo natural tomando en cuenta que estuvo más de diez años en la luna.
—¿Están listos para irnos? —le preguntó Scrooge.
Donald y Della se apresuraron en guardar el equipo de DoubleDuck. Ambos trataron de aparentar inocencia, pero lo único que lograron fue crear la impresión equivocada.
—¿Qué están planeando? —preguntó Scrooge, la sospecha era palpable en su voz.
—Nada —respondieron Donald y Della al unísono, ninguno de los dos logró sonar convincente.
—Los estaré observando.
Poco después Donald se encontraba escalando una montaña con una pesada mochila sobre su espalda. No era nada nuevo para él, de hecho era bastante habitual que se le encargara de llevar todo lo que pudieran necesitar para la misión.
—Date prisa, sobrino perezoso —le regañó Scrooge McDuck. Él, Della y los niños se habían adelantado considerablemente.
—Intenta correr con todo el equipo y luego me dices.
—Yo solía cargar con mochilas dos veces más grande que esa durante el klondike y eso nunca me detuvo.
—No me extrañaría, si en ese entonces también tenías la cabeza llena de aire, apuesto a que flotabas.
Cuando Donald vio a Scrooge acercarse, creyó que lo ayudaría, pero lo que hizo fue limitarse a golpearlo con su bastón. Donald se reproche por haber esperado algo diferente de su tío, tenía años de conocerlo y solía golpearlo con su bastón cuando se equivocaba en algo o le respondía de mala manera.
—Date prisa, o te dejaremos atrás.
—Ambos sabemos que no lo harías, necesitas de tu equipo.
—Puede ser, pero te haré desear el que lo hubiera hecho.
Donald pensó que en ese momento su tío se parecía demasiado al estereotipo de los villanos en las caricaturas. El sombrero de copa negro y la forma en que sonreía eran lo que más acrecentaban esa imagen.
Se apresuró en seguir a su familia. No podía ir demasiado rápido, pero se sentía aliviado de no perderlos de vista. Parte de él hubiera deseado que lo esperaran, pero no los culpaba, estaban demasiado emocionados como para notar la situación en la que él se encontraba.
Donald vio a Huey sacar su guía de Los Jóvenes Castores y comenzar a comparar las pinturas en las paredes del templo con las que estaban en su libro. Scrooge y Louie se dedicaron a buscar tesoros mientras que Della, Dewey y Webby buscaban aventuras. Ellos eran lo que más le preocupaban. Los tres normalmente eran imprudentes, juntos lo eran más, en especial por Dewey que quería impresionar a su madre.
Dewey fue el primero en activar una trampa. Entró corriendo y pisó uno de los interruptores. Donald pudo evitar que Dewey se quemará, pero las plumas de su cola no tuvieron el mismo destino. El trillizo de azul ni siquiera notó el peligro en el que estaba, solo salió corriendo y subió el pilar más cercano.
Della y Webby lo felicitaron. La menor fue la siguiente en accionar una trampa. Se apoyó en un bloque falso y hubo una lluvia de flechas. Donald logró desviarlas con un escudo que encontró en el suelo.
Un zombi entró a la habitación, Donald no supo que trampa lo liberó, pero sí que era el momento de usar la pistola que Gizmo le había dado. Mentalmente se felicitó por haberla llevada, aunque se tratara de un pequeño descuido de su parte.
Nadie lo notó. Si bien un zombi era algo que difícilmente podía ser ignorado también lo era que encontraron algo mucho más llamativo.
—¡Encontré la entrada a la cámara de los secretos! —gritó Scrooge McDuck y todos lo siguieron de inmediato.
Donald apenas pudo atravesar la puerta antes de que la piedra regresara a su posición original. No logró hacerlo intacto, tuvo que saltar, su aterrizaje fue bastante torpe. Eso sí lo notaron.
—Debes prestar más atención a lo que pasa a tu alrededor, sobrino.
—Lo tendré en cuenta.
Donald tuvo que hacer grandes esfuerzos por no mostrar el enojo que esas palabras le provocaban o lo poco apropiadas que sonaban viniendo de Scrooge. Él había desactivado varias trampas e incluso detenido a un zombi al que probablemente ellos ni siquiera habían observado. Prefería lidiar con la amargura de las palabras que no fueron dichas que con los regaños de su tío o peor aún, sus bastonazos.
Decidió observar la cámara en la que se encontraban en un intento por controlar su temperamento. Fue más efectivo. En las paredes eran de piedra y en ella se encontraban talladas imágenes que hacían referencia a sus rituales más importantes. También había estatuas, muchas hechas con jade y cubiertas con todo tipo de joyas.
—Comienza a recolectar el tesoro —le ordenó Scrooge McDuck —. Iré con Della y los niños a buscar el corazón del templo.
No dejaron la habitación, pero tampoco permanecieron cerca de Donald. Aquella habitación era grande y espaciosa a pesar de todos los tesoros que albergaba. Todos se separaron de inmediato, con la esperanza de dar con la joya que Scrooge tanto anhelaba.
El corazón del templo era en realidad un cetro, el cual, según les había dicho Scrooge, era utilizado en muchos rituales. Su núcleo era una piedra de obsidiana y su mano estaba cubierto por pequeños diamantes. Scrooge se los había mostrado con tanta insistencia que Donald estaba seguro de que podría reconocerlo en cuanto lo viera.
Donald comenzó a trabajar de inmediato. Años de experiencia le habían enseñado a reconocer todo tipo de joyas, aunque, debía admitir, no era tan bueno como Huey en ello y solía equivocarse más veces de lo que le gustaría admitir. Ver todos esos tesoros lo hicieron horrorizarse, pues sabían bien lo que significaba. Tendría que cargar con todos ellos y pulirlos en cuanto llegara a casa.
Su familia siguió buscando el cetro, revisando principalmente los pilares y monumentos dedicados a los tesoros más valiosos. Al final fue Scrooge quien lo encontró. Donald lo supo de inmediato pues solo le dio veinte minutos para recoger la mayor cantidad de piedras preciosas.
Scrooge McDuck fue muy cuidadoso a la hora de tomar el cetro. Buscó entre el equipaje que Donald llevó una piedra que tuviera el mismo peso que el cetro y la reemplazó de manera minuciosa. Sus movimientos eran extremadamente lentos y su concentración comparable a la de un médico cirujano. Le tomó cuarenta minutos hacer el reemplazo y ninguna trampa fue activada.
—No puedo creer que me hicieras cargar piedras —le reclamó Donald, incapaz de contener el enojo que sentía.
—Fueron necesarias, sobrino poco listo —le dijo Scrooge con tono burlón —. Trata de pensar en todas las trampas que se hubieran activado si no hubiera tomado el cetro adecuadamente. Te daré una pista, serían muchas y todas ellas mortales.

Chapter 7: El agente durmiente

Summary:

Della desea pasar tiempo son sus hijos y Webby y Funzo parece ser el lugar ideal, pero no es la única en ir a ese sitio.

Chapter Text

Capítulo 7: El agente durmiente

Cuando Della supo de Funzo, decidió que era un lugar que debía conocer. Los videojuegos no eran algo extraño para ella, pero había escuchado que estos habían cambiado mucho desde su partida y quería corroborar que tan cierto era. Había jugado algunos con Huey y ciertamente lo había disfrutado. Lo que más le llamaba la atención era el juego del agente Double-O-Duck, Dewey le había hablado sobre la realidad virtual y cómo él y Launchpad lograron superar todas las pruebas.
—El final fue decepcionante, pero todo lo demás estuvo muy divertido —comentó Dewey emocionado —. Launchpad fue lo mejor de todo, parecía un espía de verdad.
—¿Qué dices si lo pasamos juntos? —preguntó Della. Ella estaba convencida de que podrían completarlo con relativa facilidad con su entrenamiento agente secreta.
La primera prueba fue sencilla. Lo único que evitó que Della se aburriera era lo real que todo se sentía y la emoción que Dewey sentía al compartir con ella uno de sus juegos favoritos.
La segunda prueba fue un poco más difícil y emocionante para Dell. Ambos subieron a la terraza del edificio y, estaban por intercambiar el portafolio, cuando fueron sorprendidos por espías enemigos. Ellos fueron los primeros en disparar, pero Della y Dewey no se quedaron atrás.
—¡Qué extraño! —comentó Dewey —, no recordaba que este nivel fuera así.
—Huey me dijo que hay niveles que tienen diferentes niveles de acuerdo con las decisiones que uno tome —comentó Della pensativa. Ninguno volvió a hablar del tema.
Della supo de inmediato lo que tenía que hacer cuando vio una palanca. Le pidió a Dewey que la cubriera y corrió hasta esta. Caminó encorvada hasta el lugar en que está se encontraba y la accionó, revelando la entrada a una cámara secreta.
Le hizo señas a su hijo para que se reuniera con ella. Dewey obedeció de inmediato y eso le costó una vida. Afortunadamente habían guardado la partida recientemente por lo que no perdieron mucho tiempo.
La siguiente parte fue difícil. Tuvieron que subir a un avión y dirigirse a la siguiente parte de la misión. En la pantalla apareció el nombre del destino. Della era una piloto excepcional, con aviones reales, pero los controles de dicho juego era algo que no podía dominar del todo y que la hicieron perder una vida. Dewey tomó su lugar y, aunque lo hizo mejor, también terminó estrellándose.
—Prefiero cuando ese espía me llevó en su lancha, estaba secuestrado, pero no tenía que conducir.
Della se río al escuchar esas palabras. En ese momento incluso la idea de viajar en el maletero del carro le parecía más tentador.
Ambos perdieron sus últimas vidas en pocos intentos. Pese a que Della odiaba la idea de fracasar en algo no pudo volver a intentarlo. Ambos se habían quedado sin fichas y no tenían dinero para comprar más. Al final decidieron reunirse con Huey, Louie y Webby en la piscina de pelotas.
Della se sorprendió al ver a Donald, más por quienes lo acompañaba. Le parecía sumamente extraño verlo junto a una mujer muy hermosa y una patita tan pequeña y parecida a ambos. La pequeña se subió a la máquina de baile mientras que ambos se dirigieron al puesto de bebidas. Un vistazo a su familia bastó para que supiera que también pensaban en lo mismo.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó a su hermano.
—Ella es Sofía —Donald señaló a la pata de cabellos negros —, y la pequeña patita es Dalia, su hija.
—¿Por qué no me dijiste que vendrías?
—Ustedes parecían ocupados con sus planes, así que no le di importancia.
Los trillizos y Webby se dirigieron al lugar en donde se encontraba la pequeña Dalia y comenzaron a jugar con ella. Della los observó desde lejos, sintiéndose un tanto confundida por lo poco que hablaba y los problemas que parecía tener para entablar una conversación. "Debe ser tímida", pensó. La otra opción que consideró era que no se trataba de una niña de verdad, pero la descartó de inmediato. Sabía de robots inteligentes como Lil'Bulb y B.O.Y.D, pero no creía que Donald tuviera motivos para llevar a una patita falsa a un lugar de entretenimiento para niños.
Aburrida quiso ver lo que Donald hacía y nuevamente se sorprendió cuando lo vio besando a Sofía. En ese momento todo cobró sentido para ella y decidió que debía conocer a su cuñada. Lo que no se esperó fue que ambos salieran corriendo en cuanto se terminó el beso.
Quiso alcanzarlos de inmediato. Quería conocer mejor a Sofía y evaluarla. "Si ella es la novia de Donald", se dijo, "también tendrá que aceptar a su familia". No logró encontrarlos y eso le pareció de lo más extraño. Pasaron varias horas antes de que ambos regresaran, con evidentes señales de cansancio por lo que Della se hizo una idea acerca lo que había pasado. Una parte de ella lo lamentó porque Sofía le había parecido muy hermosa.
Pasaron varios días antes de que la Agente 45 tuviera una misión. La Agente 22 le había llamado temprano en la mañana para decirle lo que debía hacer.
—El señor Bortón dice tener información muy importante para Scrooge McDuck, tú misión será escoltar lo sano y salvo a la mansión McDuck.
—¿Puedo ir en compañía el agente 44? —preguntó Della, no creía que lo necesitara, simplemente quería cumplir una misión en compañía de su hermano, como en los viejos tiempos.
—Me temo que eso no es posible.
—¿Por qué? —Della no estaba dispuesta a aceptar una negativa.
—El Agente 44 se ha retirado y sus memorias borradas.
—¿Está segura?
—Sí, yo misma me encargué de ello. Donald ha olvidado todo lo relacionado con S.H.U.S.H.

Chapter 8: Ruptura

Summary:

Della se siente paranoica y toma decisiones equivocadas.

Chapter Text

Capítulo 8: Ruptura

La misión de Della fue sencilla. El señor Bortón se encontraba en el lugar señalado y ella no tuvo problemas en reconocerlo, su bigote era bastante llamativo. Lo llevó de inmediato a la mansión, lugar en el que se encontró con Scrooge McDuck y Bentina Beakley. No hubieron contratiempos.
—¿Qué información tiene para nosotros? —preguntó Scrooge una vez que terminaron los saludos de cortesía.
—Hay una organización que desea derrocarlo —le dijo Bortón —, desean destruirlo en todas las maneras posibles y apoderarse del mundo.
—¿Eso es todo lo que tiene que decir? —preguntó Scrooge con evidente fastidio —, porque nada de lo que me has dicho es nuevo.
—Ellos llevan años espiandolo —continuó Bortón —, desarrollando armas en las sombras, esperando el momento adecuado. No conozco a todos sus integrantes, pero sí sé de Black Heron, Steel Beak, Phanton Blot y Rockerduck.
—¿Rockerduck? Es imposible, lo conocí cuando era joven y dudo que haya encontrado alguna forma de mantenerse con vida.
—En eso se equivocan, ellos lo han mantenido en estado de criogenización por años, esperando el momento adecuado y eso pasará muy pronto.
Della se sintió aterrada al escuchar esas palabras. Recordó cuando Louie robó la máquina del tiempo de Gyro y el pánico que sintió cuando vio desaparecer a su familia. No podía ni quería imaginar que se sentiría perderlos una vez más.
—Tío Scrooge...
—Sé lo que hago —la interrumpió, luego se dirigió a Burtón —. Cumpliré con mi palabra y me aseguraré de que esté protegido, pero también comprenderá que debo verificar la información que me ha dado.
—Nadie debe enterarse que estoy aquí —Burtón se veía aterrado —, sé que tienen espías en la bóveda, pero no pude descubrir sus nombres o ver sus rostros, solo escuché que trabajan cerca de usted.
Scrooge y Della se alejaron.
—¿Qué piensas de eso?
—Nada nuevo, no sería la primera vez que planean algo en mi contra, pero soy Scrooge McDuck, el más listo de los listos y el más fuerte de los fuertes. Iré a St Canard ¿vienes conmigo?
—No, tengo otros planes.
Huey, Dewey y Louie lo acompañaron. Dewey era el más emocionado de los trillizos y, pese a que no dijo sus motivos, para todos fue evidente que deseaba pasar tiempo con Darkwing Duck, el superhéroe.
Della no pudo dejar de pensar en las palabras de Burtón por horas. Fue a la bóveda y observó a todos los trabajadores. El más sospechoso para ella era Gyro, seguía guardándole rencor por el oxy-chew de regaliz negro, pero los buitres de la junta directiva no le parecían del todo inocentes. Lo cierto era que nunca le habían agradado, demasiado codiciosos y fríos para su gusto.
Decidió visitar a Donald, no como forma de distraerse, sino porque necesitaba respuestas. Todo ese tiempo había asumido que tío Scrooge había participado en la crianza de sus hijos, pero las palabras de la señora Beakley lo cambiaban todo, o al menos eso era lo que ella pensaba.
—¿Pasa algo? —le preguntó Donald.
—Acabo de enterarme que los trillizos conocieron a tío Scrooge hace poco ¿por qué?
—No confiaba en él —respondió Donald y se notaba lo que le costaba hablar del tema.
—Eso es tonto, yo robé la Lanza de Selene, tío Scrooge no hizo nada.
Della no quería enojarse, pero podía sentir la irá aumentando en su interior. Jones le había dicho que debía canalizar su ira y lo haría, se dijo, descubriendo lo que había provocado su partida.
—Ese no fue el único motivo —Donald seguía mostrando incomodidad —, él estaba demasiado enfocado en tu búsqueda, los niños y yo no teníamos lugar en su vida. Él construyó la lanza, no quería que expusiera a los niños al peligro.
—Así que solo estabas siendo egoísta.
—¿Qué?
—Tú eras el que estaba enojado con tío Scrooge, pero le impediste conocer a mis hijos ¿qué otras cosas le negaste? No me cuesta imaginar que tuvieron problemas de dinero, pero tú y tu orgullo no te dejaron aceptar ayuda.
—¿Eso no es cierto?
—¿Entonces cómo explicas la obsesión de Louie por el dinero, la necesidad de aprobación de Dewey y la obsesión de Huey por tener todo bajo control? Creí que los criaste bien, pero solo eres un mentiroso.
Della no quería ser cruel con Donald, nunca pensó en lastimarlo, pero lo estaba haciendo y no era consciente de ello. Todo en lo que podía pensar era en que Donald le había mentido cuando le dijo que era un espía. Si Della no hubiera estado tan molesta habría notado que Donald no solo le habló de una misión sino que también le mostró las armas que le habían dado.
—Tú no sabes nada.
Eso hizo que Della se sintiera aún más molesta de lo que estaba. Se estaba esforzando tanto por ser una madre y le dolía pensar que no era suficiente, que sin importar lo que hiciera nada cambiaría que pasó años pérdida en la luna.
—Eres un irresponsable y lo sabes. Sobreprotegías a los niños, pero no les diste todo lo que necesitaba. Vives con tío Scrooge y no has hecho nada en tu vida ¿eso no te dice algo?
—¿Y tú sí? tomaste la lanza de Selene y no te importó nada más. No pudiste esperar un día y te perdiste más de diez años en la vida de los niños.
—Creo que ya he pagado por eso.
—Y sigues sin cambiar. Dewey me habló acerca de cuando robaron el avión de tío Scrooge.
—Todo salió bien.
—¿Y eso te hace menos responsable?
—Al contrario, soy lo suficientemente responsable para cuidar de mis hijos. Apuesto a que fuiste tú el culpable de que no vieras mis vídeos, eres egoísta y los querías solo para ti.
—¿Qué videos?
—No te hagas el tonto, sabes de que hablo, los que envíe cuando estaba en la luna, tú los interceptaste. Pero la broma es para ti, te fuiste por meses y nadie notó tu ausencia.
Fue en ese momento que Della fue un poco consciente de lo que había dicho, pero no hizo nada para corregirlo. Estaba molesta con Donald y solo podía pensar en demostrarle lo equivocado que estaba. Lo mismo pasaba con Donald, pese a que la terapia lo había ayudado con sus problemas de ira.
No tuvo la oportunidad de retractarse. Donald se marchó y pasarían días antes de que volviera a verle. Todos notaron su ausencia y ciertamente el reencuentro fue mucho más doloroso.
.....................
Donald decidió hablar con Lunaris. Della le habló de unos videos y él quería saber el motivo por el que nunca los recibió. Sabía que existía la posibilidad de que Della hubiera fallado al enviarlos, pero también que alguien los hubiera interceptado y sospechaba de Lunaris. Él los había estado espiando por un largo tiempo, el suficiente para crear un plan bastante eficiente contra Scrooge.
—¿Por qué interceptaste los mensajes de Della? —le preguntó Donald —. ¿Había otro motivo aparte de la invasión lunar por el que la querías en la luna?
—¿Por qué te preocupas tanto por ellos?
—Porque son mi familia.
—¿Sabes por qué no les dije que habías muerto? Sabía que les daría igual y no quise perder tiempo hablando de cosas sin importancia.
—Eso no fue lo que te pregunté.
—Necesitaba a Della en la Luna, la búsqueda no se hubiera detenido si se supiera que estaba con un vida, porque a diferencia de otros, ella si es querida.
Donald decidió retirarse. Sabía que Lunaris no diría nada más y no le importaba, ya tenía lo que necesitaba.

Chapter 9: Hay un espía entre nosotros

Summary:

Della quiere disculparse, pero no tiene la oportunidad de hacerlo. Louie se siente confundido y más cuando la Dirección toma el control de la Agencia. La identidad de todos los agentes es expuesta, incluyendo la de DoubleDuck y la de Kay K.

Chapter Text

Capítulo 9: Hay un espía entre nosotros

Della se sintió culpable cuando vio a Donald sacando la casa bote de la piscina. Quiso hablar con su hermano, pero él la ignoró en todo momento. Quiso decirle que ella realmente no creía lo que le había dicho y que, al contrario, pensaba que era un miembro importante de la familia, incluso estaba dispuesta a admitir que había ocasiones en las que se había sentido celosa, momentos en los que se sentía como una tía o peor aún, como una intrusa, otras en las que se preguntaba "¿Qué haría Donald en su lugar?", pero no tuvo ninguna oportunidad de hacerlo. Su hermano la miró una frialdad que no era usual en él y eso le rompió el corazón.
"¿Tanto daño te hice?", pensó con amargura.
Intentó detenerlo, pero todos sus intentos fueron en vano. Ella tuvo la sensación de que Donald había anticipado todos sus movimientos y eso le molestó. No podía entender por qué insistía en marcharse cuando ella claramente le estaba mostrando sus deseos de que se quedara o cómo había anticipado sus movimientos, pero no podía entender de que todo lo que le había dicho era porque se había dejado llevar por el enojo.
Luego llegó Scrooge McDuck con noticias más que inquietantes. Bradford, uno de los miembros de la junta directiva, había resultado ser miembro de F.O.W.L, nombre que significaba mucho para ella. Nunca se había enfrentado directamente a ellos como la agente 45, pero había oído hablar de ellos, una organización criminal que operaba en las sombras y que, se decía, no era más que un mito.
Escuchar todo lo que tenía que decir la hizo sentir horrorizada. No podía creer que su familia hubiera estado días desaparecida y ella no se hubiera enterado. Lo de Bradford le pareció un tanto predecible e incluso llegó a sugerir que sus hermanos estaban involucrados.
—Ellos hacen todo juntos —agregó —, no me extrañaría que compartieran un solo cerebro, de corazón ni hablar, es obvio que no tienen.
—Los estaré observando, pero no puedo dejar que sepan que sospecho de ellos, podríamos usar eso a nuestro favor.
—No veo cómo.
—Información falsa, si son espías creerán que todavía tienen poder sobre nosotros.
—¿Qué hay de Burtón? Tal vez nos advertía de F.O.W.L.
—¿Quién es Burtón?
—Debemos hablar con Burtón cuanto antes —ordenó Scrooge, no tardaría en darse cuenta de que era demasiado tarde.
—Él afirma que nos dijo todo lo que sabía.
—Tal vez el nombre de Bradford refresque su memoria.
Burtón seguía en su habitación y estaba con vida, pero sus memorias habían sido borradas y la prueba estaba a un lado, un dispositivo de borrado de memoria que tiempo después reconocerían como el TRB (Total Reset Buttom).
No había señal de que alguien hubiera entrado por la fuerza y Burtón no mostraba señales de ser atacado. Su amnesia y el TRB eran lo único que delataba lo que había sucedido en esa habitación. Nadie lo dijo, pero para todos resultaba obvio que había un espía entre ellos.
—Le llevaré esto a Gyro de inmediato, puede servirnos para dar con el responsable de esto. La señora Beakley y Donald se encargarán de colocar las trampas.
—Donald no está —comentó Della con pesar, en ese momento ella no sospechaba de su hermano —. Se ha llevado la casa bote.
—¡¿Qué?! ¿Cómo puede irse en un momento como este? Es presa fácil para F.O.W.L.
Della agachó la cabeza, debatiéndose entre si debería hablar sobre su pelea con Donald. No quería hacerlo, pero sospechaba que era necesario.
—Él no sabe nada de F.O.W.L, en teoría —comentó la señora Beakley.
—Iré a buscarlo después. Louie y Della me ayudarán a reforzar la bóveda mientras que la señora Beakley protege la mansión y Webby le enseña algo de defensa a Huey y a Louie.
Della y Louie siguieron al pato mayor. Ambos querían ir a buscar a Donald, pero sabían que dejar la bóveda desprotegida podría ser peligroso. Habían demasiado artefactos que no podían caer en manos de F.O.W.L y confiaban en que Donald estaría bien. Della había sido su compañera de aventuras por años y lo había visto salir victorioso de dichas experiencias, aunque no siempre ileso. Quería creer que todo estaría bien. En el fondo sabía que no sería así.
.................................
Louie sabía que algo malo le había pasado a sus hermanos y a Webby, podía notarlo por sus expresiones. Ellos lucían asustados, más de lo que lo habían estado en la mañana. Había intentado hablar con ellos y la única respuesta que obtuvo fue la que se esperaba. Louie odiaba a F.O.W.L. Las cosas se habían vuelto raras e incómodas desde que se supo la traición de Bradford y temía que lo que estuvieran viviendo fuera solo el principio. Scrooge no mostraba la seguridad que era habitual en él, verlo preocupado por algo era tan extraño como desagradable. Si Scrooge tenía miedo, Louie pensaba, las cosas debían ser peor de lo que imaginaba.
La señora Beakley había dicho que el entrenamiento debía reforzarse y eso le hizo recordar cuando su tío Donald trabajó en un laboratorio. Los había dejado en la guardería del local y la encargada, cuyo nombre no recordaba, había sido muy estricta con ellos. Unos pocos minutos bastaron para que se encontrara deseando escapar de allí y no saber nada de ejercicio, menos de practicarlo.
—Me gustaría llevarlos a la isla en que suelo entrenar con Webby —agregó la señora Beakley —, no sabemos cuando podrían atacar y el hecho de que Bradford perdiera su anonimato junto a lo que nos dijo Burtón podría forzarlos a ser menos sutiles.
—Supongo que tres días de entrenamiento intensivo podría servirles. Partirán mañana —comentó Scrooge pensativo. Huey, Dewey y Webby se mostraron un tanto incómodos —, Della y yo buscaremos a Donald. La casa bote no está así que probablemente está en el muelle, no hay muchos lugares así los que pueda mudarse.
Recibieron varias llamadas telefónicas que empeoró la situación. Todos los tesoros que habían encontrado gracias al diario de Isabella fueron robados recientemente y muchos, por no decir todos, resultaban peligrosos, en manos de desconocidos. Eso reforzó la idea de que había un espía entre ellos.
—Parece que ya empezaron a movilizarse.
—Están asustados, es algo bueno ¿cierto?
—Yo no estaría tan segura de ello, han perdido una ventaja bastante importante, es obvio que no se quedarán de manos cruzadas.
—Y nosotros tampoco.
El que robaran los últimos tesoros que habían encontrado no ayudaba en nada. Era el segundo golpe directo que les daban y eso lo asustada ¿acaso eso era una declaración de guerra? Louie estaba convencido de que así era y de que, si la paranoia continuaba, serían ellos mismos los que se destruyeran.
Nadie tenía palabras de aliento que decir o los ánimos para mostrarse optimista.
Revisó su teléfono con el pretexto de distraerse, en el fondo quería saber si había algún mensaje de su tío. Saber que la señora Beakley y Webby desconfiaban de él lo había ofendido, pero no tanto como el hecho de que sugirieran que su tío Donald pudiera ser un traidor. Su mirada se detuvo en una fotografía que reconoció de inmediato y se apresuró en llamar a sus hermanos y a Webby.
—Tienen que ver lo que encontré?
—¿Qué pasa con Sofía? —preguntó Dewey confundido.
—Esta es la lista de los agentes que trabajan para una Agencia de espionaje —respondió Louie —, su verdadero nombre es Arianna Adelaide Konnery, ella debe ser la espía entre nosotros y apuesto a que secuestro a tío Donald.
Para Louie todo tenía sentido en ese momento. Sabía que Donald seguía en contacto con "Sofía" después de lo ocurrido en Funzo y que su tío parecía estar ocupado con algo de lo que no quería hablar. Solo había algo que le generaba dudas y era hasta que punto su tío podría estar involucrado. No creía que fuera un traidor, Fenton y Lil'Bulb le parecían más sospechosos y no sospechaba de ninguno, lo que le preocupaba era que la agente Kay K lo hubiera amenazado o manipulado para que le contara los secretos de la familia.
—No estoy segura —Webby señaló una fotografía que reconoció de inmediato —, aquí dice que tío Donald es el agente DoubleDuck.
Louie observó la fotografía de la que Webby hablaba. No necesitó ver el nombre escrito debajo de esta para saber que era Donald, los rasgos eran inconfundibles. Abrió el archivo, encontrando un reporte bastante amplio acerca de las misiones en las que DoubleDuck había participado.
Si Louie hubiera encontrado esa información en otras circunstancias se habría sentido orgulloso. En el archivo describía cómo él y Kay K habían evitado un intercambio de armas en Funzo, el día en que "conocieron a Sofía", detuvieron a una secta que planeaba el fin del mundo, evitaron que un terrorista contaminara las aguas de Duckburg y el secuestro de varias personalidades importantes. Pero ese no era el caso y Louie solo podía pensar en que debieron incluirlo en la promesa de no secretos y los años que pasaron ignorando que su tío era un espía.
—Debe ser falso —comentó Dewey —, sé que tío Donald tiene cualidades de un aventurero, pero no creo que sean las suficientes para ser un espía y menos que pudiera ocultarlo por tantos años.
Louie quería creer que era cierto y pensó en lo sobreprotector que podía ser, en lo asustado que estuvo cuando él y sus hermanos le hicieron creer que trabajaba en un hotel embrujado, eran muchos momentos que reafirmaban la imagen de un pato asustadizo y débil. Esos pensamientos fueron opacados por recuerdos más recientes, en la guerra de las sombras se había enfrentado a un ejército de sombras él solo, en Mervana golpeó a un monstruo, había sobrevivido meses en una isla abandonada, peleado espalda con espalda con Scrooge contra una sociedad miniatura que vivía en la mansión, sin contar lo que hizo cuando viajaron junto a Scrooge a una dimensión paralela. El Donald de esos recuerdos fácilmente podría ser un agente y haber hecho todo lo que decía su expediente.
—¿Qué planeas, Huey?
—Hablar con tío Donald —respondió el mayor de los trillizos —, regla número 33 de los Jóvenes Castores, todo acusado tiene derecho a defenderse.
—Te acompaño.
Louie fue el primero en unirse a la búsqueda. Dewey y Webby no se demoraron en hacerlo. Ninguno logró llegar lejos, estaban en el portón cuando recibieron visitas. Se trataba de dos miembros de la nueva Agencia y buscaban a DoubleDuck.

Chapter 10: El pato de las mil y un identidades

Summary:

Huey, Dewey, Louie y Webby descubrirán más cosas de Donald, creer en él cada vez es más difícil.

Chapter Text

Capítulo 10: El pato de las mil y un identidades

—¿DoubleDuck? —preguntaron los trillizos al unísono.
Todo era demasiado evidente para Louie, pero él guardaba la esperanza de que no fuera cierto. En el pasado se había quejado de lo sobreprotector y común que era Donald, en ese momento deseaba que su tío lo fuera. Su tío tenía muchos defectos, pero eran cualidades que él conocía. El agente DoubleDuck era un extraño para él e, incluso si no fuera un traidor, seguía siendo un desconocido y lo odiaba.
—Nosotros somos Roy Dognudez y Albert Chickera, miembros de la Agencia y tenemos una importante oferta para DoubleDuck.
—No sabemos quién es DoubleDuck.
—¿Qué hay de Donald Duck? —preguntó Roy —. Según nuestros registros ese es su nombre civil.
—¿Por qué están tan seguros de que Donald Duck es el agente que buscan? —Louie intentó parecer desinteresado —. Donald es propenso a los accidentes, no puede controlar su temperamento, su voz es práuhcticamente inentendible, su suerte es la peor, se asusta con facilidad y es exageradamente sobreprotector?
Roy y Albert se mostraron inseguros por unos instantes.
—Recuerda lo que nos dijo el director —comentó Albert, se veía pensativo —, estamos lidiando con agentes secretos, expertos en el engaño, DoubleDuck es el mejor en la Agencia y tiene ese nombre por su doble personalidad.
—Cierto —Roy se veía avergonzado. Buscó una fotografía en su bolso y las dudas que Louie tenía desaparecieron —. ¿Reconocen a este pato?
—Creí hacerlo, pierden el tiempo buscándolo aquí. Se ha ido y no dejó señales de su paradero.
—Si saben algo no duden en comunicarse con nosotros —Albert le extendió a Huey una tarjeta con su información personal antes de retirarse.
Para nadie fue una sorpresa que Huey la destruyera. Louie también había querido hacerlo. Los agentes que lo buscaron no parecían ser especialmente listos, pero creía que sus palabras tenían sentido. Louie pensó en su superhéroe favorito, SuperDog, él no usaba máscara, pero nadie sospechaba su verdadero identidad por lo diferentes, opuestos, que eran sus dos identidades, Batduck era otro caso, había trabajado también en su identidad que hizo de Bruce Noches su alterego secreto.
—¿Creen que lo que dijo sea cierto?
—Todo tiene sentido —comentó Webby, su voz carecía de la emoción que usaba cuando hablaba de usted teorías —, "tío" Donald desapareció cuando se reveló que Bradford era un traidor y...
—¿Sigues pensando que tío Donald es un traidor?
—¿Qué pasa si no es él? Penumbra dijo que era imposible que alguien sobreviviera al cohete de Lunaris, sin embargo encontramos a Donald en una isla desierta. Podría ser DoubleDuck tratando de tomar su lugar e incluso pudo haber engañado a la Agencia para que creyeran que es nuestro tío Donald.
Louie se sintió horrorizado al escuchar escucharás palabras. La idea de que su tío pudiera estar muerto le resultaba doloroso, incluso más que la posibilidad de que fuera un traidor.
—Que tío Donald sea un espía no lo hace un villano, ustedes leyeron su expediente, es un héroe y lo buscan porque es un miembro valioso —Huey casi sonaba orgulloso y Louie sabía que lo estaría de no ser por el hecho de que se sentía engañado.
Louie se sentía de ese modo y sabía que Dewey pasaba por algo similar. ellos crecieron al lado de Donald y por mucho tiempo se habían creado una imagen de él. Luego descubrieron que tenían un pariente del que nunca se le había hablado siquiera, una madre que regresó de la luna y una organización criminal que los había marcado como al enemigo. Louie se dijo que debería estar acostumbrado a ese tipo de cosas, pero no podía y dolía mucho sentir que nunca conoció realmente al pato que veía como a su padre.
Scrooge y Della regresaron al anochecer. Donald no los acompañaba, pero Fethry y Gladstone sí, ambos se veían confundidos por lo que Louie sospechó que ni Scrooge ni Della se habían tomado la molestia de explicarles lo que había pasado. Eso lo hizo sentir culpable, había pasado tiempo desde la última vez que los había visto y ciertamente ninguno había intentado cambiar eso pese a que eran familia.
—¿Ustedes sabían que tío Donald es un agente secreto?
Gladstone era el único que parecía no estar enterado.
—Lo era —respondió Scrooge, se veía incómodo —, dejo de serlo poco antes de que ustedes rompieran el cascarón.
"La lanza de Selene", pensó Louie con amargura.
—¿Por qué estas tan seguro que dejó de serlo?
—Las memorias del agente 44 fueron borradas cuando renunció a SHUSH.
—¿Agente 44? —preguntaron los patitos al unísono.
—Ese era el nombre clave de mi primo —agregó Fethry —, hicimos varias misiones juntos.
—Me alegra que me tomaran en cuenta —se quejó Gladstone.
—¿Habrías aceptado un trabajo como agente secreto? —le preguntó Scrooge, el sarcasmo era palpable en su voz.
—No —respondió Gladstone orgulloso —, Gladstone Gander nunca trabaja ni se esfuerza.
—Ahí está tu respuesta.
—Creí que el nombre clave de tío Donald era DoubleDuck y que trabaja para la Agencia.
Los trillizos y Webby comenzaron a contar lo que habían descubierto mientras que Scrooge y Della estaban fuera. Les hablaron de la lista en Internet y de la visita de los agentes quienes parecían necesitar del pato desaparecido.
—Debió llamarse MultiDuck —no había reclamo en la voz de Fethry, solo admiración.
—¿Por tener tres identidades?
—Cuatro, si tomamos en cuenta a la TNT, también soy su compañero.
Fethry supo que había hablado de más cuando notó la forma en que lo veían sus parientes. La TNT era una organización cuya existencia era un secreto y se había encargado de proteger a las creaturas paranormales.
—Primero altera una película que me costó billones y luego evita que atrape ese unicornio.
—Teníamos que hacerlo —se defendió Fethry —, Donald protegía los secretos de la Agencia y los Unicornios son creaturas que no nacieron para estar encerradas.
—Excusas, por culpa de eso perdí mucho dinero y pude ahorrarme unos millones si hubiera sabido que la película de James Pond fue alterada.
—¿Acaso eso importa? —se quejó Louie —, tío Donald está afuera y podría estar en peligro.
—O él podría ser el peligro —comentó Bentina —. ¿No les parece sospechoso que F.O.W.L se apoderara de todos los tesoros que él conocía. Donald sabe demasiado.
—Tío Donald nunca nos haría daño.
—Nunca se puede confiar en alguien que tiene tantas identidades.
Si Louie no hubiera estado tan molesto habría notado lo alterada que estaba la señora Beakley o la forma en que veía a Webby. Louie habría recordado cuando visitaron Mervana y las palabras del arpa, pero no lo hizo y reaccionó de la peor manera.
Planeaba ir en busca de su tío cuando descubrió que tenían visitas. Se trataba de una pata a la que no había visto antes.
—Busco a Fauntleroy.

Chapter 11: Demasiadas reuniones

Summary:

Della lidia con la culpa y con demasiadas reuniones.

Chapter Text

Capítulo 11: Demasiadas reuniones
—¡¿Fauntleroy?!
Dewey parpadeó confundido. Tenía la sensación de haber escuchado ese nombre antes, pero no recordaba cuándo o dónde. Buscó con la mirada a sus hermanos y sabía que ellos estaban pensando algo parecido.
—Es el segundo nombre de tío Donald —susurró Webby.
La mujer vestida de traje revisó el archivo que llevaba en sus manos. Se veía pensativa y un tanto nerviosa por la forma en que sostenía ese trozo de papel.
—¿Esta es la mansión McDuck? Según el Blog de Y. Lee su casa bote debería estar en la piscina de la mansión McDuck.
Huey, Dewey, Louie y Webby se mostraron confundidos, más al ver la expresión de Scrooge McDuck. Ninguno lo había visto llegar.
Los trillizos mostraron la misma expresión de sorpresa.
—¿Por qué busca a mi sobrino?
—Mi nombre es Josephine, madre de Arianna, probablemente hayan escuchado hablar de ella.
—¿Sofía?
—¿Kay K?
Josephine se mostró un tanto incómoda al escuchar esas palabras, especialmente las últimas.
—Arianna Adelaide. Creo que es mejor si les muestro una fotografía.
Dewey confirmó lo que sospechaba, la mujer de la fotografía era la misma a la que Donald presentó como su novia.
—Mi hija está desaparecida y pensé que Fauntleroy podría saber sobre ella, después de todo él es su mejor amigo y la única persona a la que puedo acudir. No sabía que era una espía, pero sí que me estaba ocultando algo, supongo que debí ser más insistente.
Dewey sintió pena por Josephine.
—Llamé a la TNT —comentó Fethry —, dijeron que no está en ninguna misión.
—¿Cuál fue la última misión que tuvieron juntos?
—Fue en una pizzería embrujada.
—¿Esa en la que murieron cinco niños?
—Sí —Fethry tuvo un escalofrío al recordar la angustia que sintió cuando él y Donald liberaron las almas de esos niños y el terror que experimentó mientras que ambos permanecían ocultos en el cuarto de vigilancia.
—¡Pero eso fue hace cinco años!
Dewey recordó los días posteriores a esa misión, Donald tuvo pesadillas por varios días y siempre se negaba a hablar del tema.
—Estuve mucho tiempo en el fondo del mar. Ambos seguimos siendo agentes, pero trabajamos solos.
Della se mostró un tanto confundida al escuchar esas palabras. No sabía qué era lo que más le molestaba, el hecho de que su familia hiciera de lado a Fethry o que su primo y su hermano fueran agentes sin que ella lo supiera. Sabía que había sido cruel con su hermano y le dolía, pero también le enfadaba saber que era muy poco lo que conocía de Donald pese a que eran mellizos.
—¿Qué es lo que busca? —preguntó Scrooge McDuck, su voz denotaba una preocupación que quería camuflar con enojo.
—Esperaba que ustedes supieran algo —agregó Josephine —, Fauntleroy es el único amigo que le he conocido a mi hija.
—¿Amigo? Creí que eran novios.
—Tal vez lo eran y no me enteré. Últimamente siento que no conozco a mi hija.
—Entiendo el sentimiento —comentó Della con amargura.
Huey, Dewey y Louie se mostraron igual de incómodos. Para ellos también era doloroso aceptar que su tío Donald tenía una vida que ellos desconocían y de la que no formaban parte.
—¡¿Dónde está Donald?! —preguntaron José y Panchito al unísono.
Nadie había notado el momento en que ambos entraron y ciertamente no les interesaba.
—¡¿Es cierto que es un espía?!
Della suspiró. Había sido un largo día y tenía el presentimiento de que lo peor ni siquiera había empezado.

Chapter 12: Tras el rastro

Summary:

Donald y Arianna están desaparecidos, sus seres queridos buscan respuestas.

Chapter Text

Capítulo 12: Tras el rastro
—Todo parece indicar que sí.
Panchito recordó cuando se reencontraron con Donald en Brasil, en ese momento él y José habían pensado que era posible que Donald fuera un espía. Seguían pensando que Donald era asombroso y que tenía las habilidades de necesarias para ser un agente secreto, pero no dejaba de sentirse extraño.
—Doble espía si tomamos en cuenta que trabaja para dos agencias diferentes.
—¿Agencias enemigas?
—S.H.U.S.H nunca ha tenido ninguna relación con la Agencia —respondió la señora Beakley —. Ni siquiera sabe de su existencia.
—¿Dónde está él?
Las miradas incómodas hicieron que Panchito y José sospecharan que habían hecho algo imprudente. Eso les pareció extraño, si Donald no era un criminal, ninguno de los dos entendía cuál era el problema.
—Eso es lo que nos gustaría saber —respondió Della con amargura.
—Nos pareció extraño cuando no vimos la casa bote.
—Pero pensamos que se había mudado a la mansión.
—Ojalá fuera eso —comentó Della con amargura. Ella no había considerado pedirle a su hermano que se mudara a la mansión. Donald estaba desaparecido y no podía dejar de pensar que ella era la culpable y que pudo hacer más por su hermano.
Fue en ese momento que Panchito y José notaron la presencia de Josephine. La mujer había permanecido callada hasta ese momento.
—Señorita Josephine ¿hay algo que pueda hacer por usted? —le preguntó José.
—Lo dudo mucho.
—Es probable que Arianna y Donald estén juntos?
—¡¿Arianna está desaparecida?!
—Ella es Kay K ¿no se enteraron?
Panchito y José asintieron avergonzados. Ambos habían estado tan sorprendidos al ver el nombre de Donald que no prestaron atención a lo demás.
Fethry se disculpó poco después, asegurando que tenía una idea. Todo lo que dijo antes de irse fue que necesitaría de una fotografía de los desaparecidos y un poco de ayuda.
—Boysenberry es una amiga, ella nos ayudará. Sé que no es sobre nada paranormal, pero estoy seguro de que harán una excepción con Donald.
José Carioca observó fijamente la pantalla de su teléfono celular. Le había enviado cinco mensajes a su amigo y este ni siquiera los había recibido. Sabía que existía la posibilidad de que Donald hubiera apagado el teléfono para evitar interrupciones, pero también que existía la posibilidad de que no pudiera usarlo. Está opción era la que le parecía más posible y la que más le aterraba. Conocía a Donald y sabía lo mucho que amaba amaba su familia.
—Donald es fuerte —le dijo Panchito —, en donde sea que esté, seguro estará bien.
—Entonces ¿por qué no contesta? ¿por qué apagó el teléfono?
—Supongo que es mi culpa.
Della les contó sobre su discusión con Donald y cómo los dos terminaron diciéndose palabras crueles. Les dijo lo mucho que lo sentía y les pidió que guardaran el secreto.
Panchito y José se mostraron molestos. Josephine se sintió fuera de lugar, como una intrusa.
—No es el momento de buscar culpables. Panchito y yo iremos a buscar a Donald, tal vez regresó a vivir a su antigua dirección.
—Ya lo busqué allí —interrumpió Scrooge.
—Entonces iremos a buscar allí y tal vez tengamos suerte.
—En ese caso los acompaño —comentó Gladstone —, la suerte es mi especialidad.
—Yo investigaré por mi cuenta —comentó Josephine —, les avisaré si descubro algo de Fauntleroy y espero que hagan lo mismo si saben algo de Arianna.
La señora Beakley se ofreció a ayudarla.
Los trillizos y Webby hubieran preferido participar en la búsqueda de Donald y Arianna, pero no se les permitió. En un lugar de eso fueron llevados a una nueva aventura.
—¿Por qué debemos ir? —se quejó Louie.
—Porque F.O.W.L está detrás de los tesoros y reliquias históricas, debemos conseguir el guantelete antes que ellos.
—¿Qué hay de tío Donald? —preguntó Webby —. Podría estar en problemas.
Ninguno de los dos quería decirlo, pero muchos pensaban en lo mismo. Donald era el pato más desafortunado del mundo y la última vez que estuvo desaparecido no la había pasado bien. Había sido tomado como prisionero en la luna y naufragado por meses en una isla desierta.
Los niños experimentaron emociones contradictorias cuando se encontraron con Donald y Arianna. Ninguno de los dos parecía herido o en problemas, sin embargo ambos se presentaron como Cold Shadow y Red Primerose respectivamente y dejaron en claro que también estaban allí por el tesoro.

Chapter 13: Cold Shadow y Red Primerose

Summary:

Scrooge reflexiona sobre todo lo que está pasando.

Chapter Text

Capítulo 13: Red Primerose y Cold Shadow
Descubrir que Bradford era miembro de F.O.W.LO fue un duro golpe para Scrooge. Bradford había trabajado para él duran años y durante ese tiempo había confiado ciegamente en él. Scrooge estaba acostumbrado a lidiar con toda clase de enemigos, desde excéntricos millonarios hasta piratas fantasmas, pero nunca con alguien a quien había considerado cercano. Eso lo hacía sentir un tanto paranoico.
Luego ocurrió lo de Donald.
Scrooge muchas veces había pensado en pedirle a Donald que que se mudara a la mansión, pero solo lo hizo una vez y su sobrino había insistido en quedarse en la piscina, no le gustaba pensar en sus motivos pese a que lo sospechaba. En lo que nunca había pensado era en que Donald no se sintiera parte de la familia y menos que se aliara con el enemigo.
La señora Beakley insistía en que Donald había sido reclutado por F.O.W.L. Scrooge la conocía demasiado bien para sentirse ofendido por sus sospechas. Ambos habían está en varias misiones juntos por lo que sabía que era alguien de confianza y una agente excepcional por lo que le daba el beneficio de la duda.
La idea de que Donald fuera un espía de F.O.W.L le parecía absurdo. Era su sobrino, el patito al que había cuidado desde que tenía diez años, el que lo había acompañado a incontables aventuras y que había sacrificado todo por sus sobrinos sin pedir nada a cambio, el pato que ardía en ira cada vez que su familia peligraba. F.O.W.L era el enemigo de S.H.U.S.H y había demostrado que consideraban a su familia como a una amenaza, algo que parecía incompatible con el patito al que había criado.
El que el pato que vivía en la piscina fuera un impostor le parecía que tenía más sentido. No hablaba mucho con su sobrino por lo que era probable que alguien más hubiera tomado su lugar. Pero también era una idea que odiaba, porque eso significaría que Donald no había regresado con vida de la luna.
Lo había buscado incansablemente, con la idea en mente de que todo era un mal entendido. Donald había peleado con su hermana por lo que existía la posibilidad de que quisiera alejarse, algo que había hecho después del incidente de la lanza de Selene.
Se encontró con Gladstone en las afueras de Duckburg. El ganso se encontraba en un restaurante, disfrutando de una comida gratis, ajeno al peligro que corrían todos los integrantes de la familia de Scrooge.
—¿Has visto a Donald? —le preguntó Della. Su voz denotaba lo preocupada y arrepentida que estaba.
—No ¿acaso está en problemas? No es que me extrañe después de todo su suerte es la peor.
—Tú también lo estás.
Gladstone se mostró confundido.
—Soy Gladstone Gander, a mí nunca me pasa nada malo.
—¿Seguro? Porque yo recuerdo algo muy diferente.
—Eso no cuenta, pero de todos modos ¿qué está pasando?
—Te lo explicaremos después, por ahora debes acompañarnos.
Della y Scrooge no buscaron en ningún lugar en específico, pero se aseguraron de no dejar ningún rincón sin revisar. Pasaron por Fethry, el menor de los primos estaba en uno de los laboratorios de Scrooge McDuck, específicamente en uno dedicado a la vida marina, pues este era uno de los pocos lugares, probablemente el único en donde podía vivir Mitzy.
—Odio admitirlo, pero si Donald se está escondiendo, ni siquiera la suerte de Gladstone sería suficiente para encontrarlo.
—¡Hey! —se quejó Gladstone —, no hay nada más poderoso que mi suerte.
—No subestimes a Donald, lo he visto escapar de todo tipo de situaciones.
—Escapar es lo único que hace bien, en especial cuando se trata de un cobrador.
—Recuerdo que una vez Donald dijo que siempre hay una salida. Fue cuando estábamos rodeados por un grupo de caníbales... o eran extraterrestres, no recuerdo qué eran.
—Típico de Fethry.
Scrooge no estaba acostumbrado al fracaso, de hecho odiaba cuando las cosas no salían de acuerdo con sus planes. No encontrar a Donald le supo amargo, pero sabía que lo mejor era regresar. Sospechaba que la búsqueda era inútil si ni siquiera la suerte de Gladstone había ayudado.
Supo que los niños sabían algo en cuanto entró a la mansión. Se veían preocupados y un tanto molestos. Webby y Dewey eran los que le parecieron más ansiosos por hablar. Ambos eran tan transparentes que le costaba creer que pudieron ocultar un secreto por tanto tiempo.
—¿Ustedes sabían que tío Donald es un agente secreto?
—Lo era —respondió Scrooge, había pensado en hablar de S.H.US.H con los niños, pero no había creído que fuera el momento —, dejo de serlo poco antes de que ustedes rompieran el cascarón.
—¿Por qué estas tan seguro que dejó de serlo?
—Las memorias del agente 44 fueron borradas cuando renunció a SHUSH.
Scrooge recordó lo molesto que había estado Donald y los motivos que dio. Su sobrino había asegurado que la vida de un agente secreto era demasiado peligrosa para un pato de familia y que sus sobrinos lo necesitaban. Todos los agentes que renunciaban a S.H.U.S.H debían someterse a un borrado de memoria y Donald no era la excepción.
—¿Agente 44? —preguntaron los patitos al unísono.
Scrooge no entendía por qué los niños se veían tan sorprendidos.
—Ese era el nombre clave de mi primo —comentó Fethry —, hicimos varias misiones juntos.
—Pero yo era su compañera favorita.
Scrooge recordó que sus sobrinos solían trabajar juntos. Él no creía que Donald fuera lo agente más competente, pero consideraba que Della y Fethry eran demasiado impulsivos y que las cosas se tornaban caóticas cuando estaban juntos, sin Donald.
—Me alegra que me tomaran en cuenta —se quejó Gladstone. Era evidente que su orgullo fue herido.
—¿Habrías aceptado un trabajo como agente secreto? —le preguntó Scrooge, el sarcasmo era palpable en su voz.
—No —respondió Gladstone orgulloso —, Gladstone Gander nunca trabaja ni se esfuerza.
—Ahí está tu respuesta.
—Creí que el nombre clave de tío Donald era DoubleDuck y que trabaja para la Agencia.
Al principio creyó que se trataba de un error, Scrooge nunca había escuchado de la Agencia y el nombre de DoubleDuck le era totalmente desconocido. Luego sus sobrinos le mostraron el blog de Y.Lee. Cada agente contaba con una sección especial, la de Donald, junto a la de Kay K, eran las más populares.
En una de las páginas hablaba de cómo recuperó la octava película de James Pond y evitó que se filtrara información de la Agencia al reemplazar las escenas sensibles con tomas de su misión. Scrooge recordó que él lo había buscado en su casa-bote poco antes y le había ordenado proteger ese disco, amenazandolo con ser desplumado si fallaba.
—¿Alguien sabía que tío Donald es tan asombroso?
—Sof... Kay K también lo es, no me extrañe que tío Donald se enamorara de ella.
—¿Cómo sabemos que ese beso que vimos no era parte de la misión?
—A mí me pareció muy real.
Scrooge se sintió traicionado. Le había dicho a Donald que esa película era importante, que había invertido mucho dinero, pero Donald la había alterado sin preocuparse por las pérdidas económicas que pudo tener. Ese no fue el caso, todos amaron las escenas de acción protagonizadas por Donald y a la "nueva chica Pond". Arianna se había robado la cámara sin siquiera proponerselo.
—Debió llamarse MultiDuck —no había reclamo en la voz de Fethry, solo admiración.
—¿Por tener tres identidades?
—Cuatro, si tomamos en cuenta a la TNT, también soy su compañero.
Fethry supo que había hablado de más cuando notó la forma en que lo veían sus parientes. La TNT era una organización cuya existencia era un secreto y se había encargado de proteger a las creaturas paranormales.
—La TNT es una organización que se encarga de lo paranormal, controlar cualquier amenaza sobrenatural y proteger, nosotros nos aseguramos de que nadie sepa que son reales.
—Lo sabía, ese supuesto caballo era un unicornio ¿sabes cuánto dinero me habría dado si lo hubiera llevado a mi zoológico?
—Primero altera una película que me costó billones y luego evita que atrape ese unicornio.
—Teníamos que hacerlo —se defendió Fethry —, Donald protegía los secretos de la Agencia y los Unicornios son creaturas que no nacieron para estar encerradas.
—Excusas, por culpa de eso perdí mucho dinero y pude ahorrarme unos millones si hubiera sabido que la película de James Pond fue alterada.
—¿Acaso eso importa? —se quejó Louie —, tío Donald está afuera y podría estar en peligro.
—O él podría ser el peligro —comentó Bentina —. ¿No les parece sospechoso que F.O.W.L se apoderara de todos los tesoros que él conocía. Donald sabe demasiado.
—Tío Donald nunca nos haría daño.
—Nunca se puede confiar en alguien que tiene tantas identidades.
Si Louie no hubiera estado tan molesto habría notado lo alterada que estaba la señora Beakley o la forma en que veía a Webby. Louie habría recordado cuando visitaron Mervana y las palabras del arpa, pero no lo hizo y reaccionó de la peor manera.
Planeaba ir en busca de su tío cuando descubrió que tenían visitas. Se trataba de una pata a la que no había visto antes.
—Busco a Fauntleroy.
Para Scrooge resultaba extraño que alguien supiera el segundo nombre de Donald, no era algo de lo que le gustara presumir a su sobrino. Se dijo que lo más probable era que se tratara de una cobradora. Para nadie era un secreto que Donald tenía muchas deudas.
—¿Por qué busca a mi sobrino?
—Mi nombre es Josephine, madre de Arianna, probablemente hayan escuchado hablar de ella.
Scrooge pensó en la compañera de Donald y le resultó sospechoso que ambos desaparecieran al mismo tiempo.
—¿Sofía?
—¿Kay K?
Josephine se mostró un tanto incómoda al escuchar esas palabras, especialmente las últimas.
—Arianna Adelaide. Creo que es mejor si les muestro una fotografía.
Dewey confirmó lo que sospechaba, la mujer de la fotografía era la misma a la que Donald presentó como su novia.
—Mi hija está desaparecida y pensé que Fauntleroy podría saber sobre ella, después de todo él es su mejor amigo y la única persona a la que puedo acudir. No sabía que era una espía, pero sí que me estaba ocultando algo, supongo que debí ser más insistente.
Scrooge miró con desconfianza a Josephine. Donald era un agente expuesto, no le parecía extraño el que alguien quisiera vengarse y que se acercara pretendiendo ser un aliado.
—Llamé a la TNT —comentó Fethry —, dijeron que no está en ninguna misión.
—¿Cuál fue la última misión que tuvieron juntos?
—Fue en una pizzería embrujada.
—¿Esa en la que murieron cinco niños?
—Sí —Fethry tuvo un escalofrío al recordar la angustia que sintió cuando él y Donald liberaron las almas de esos niños y el terror que experimentó mientras que ambos permanecían ocultos en el cuarto de vigilancia.
—¡Pero eso fue hace cinco años!
Scrooge se sintió alarmado. Él no se había enterado de nada relacionado a lo paranormal, pero lo que ocurrió en esa pizzeria no fue algo que pasó desapercibido. Cinco niños desaparecieron y sus cuerpos fueron encontrados con señales de tortura. Donald y Fethry habían trabajado en ese sitio hasta que hubo un incendio. La pizzeria no volvió a abrir sus puertas a pesar de los rumores de que se convertiría en una casa de terror.
El guantelete que Scrooge buscaba no era un guantelete ordinario. Este multiplicaba la fuerza de quien lo usara y podía almacenar todo tipo de energía. Si bien era cierto que no conocía los planes de F.O.W.LO también lo era que Scrooge estaba seguro de que Bradford no dejaría pasar un tesoro como ese.
El guantelete se encontraba en medio del Amazonas, en el corazón de un templo abandonado. Scrooge había creído que sería fácil tomarlo hasta que un ninja apareció frente a él. Sus ojos estaban cubiertos, pero eso no impidió que pudiera reconocer a su sobrino.
—¿Qué estás haciendo, Donald?
—Soy Cold Shadow ¿no es obvio? Evito que te apoderes de un tesoro arqueológico.
Scrooge usó su bastón para bloquear el ataque de Cold Shadow y tuvo que moverse con rapidez para evitar el segundo.
—¡Tío Donald, detente! —le pidió Huey.
Dewey, Louie y Webby también se veían afligidos. Habían deseado con tantas fuerzas ver a Donald y, aunque les alegraba que estuviera a salvo, resultaba tan doloroso el verlo comportándose como si fuera el enemigo.
—¿Por qué debería? He hablado con Bradford y estoy de acuerdo con él. Scrooge McDuck está acostumbrado a tomar tesoros arquitectónicos de culturas que no le pertenecen, a causar caos solo para satisfacer sus deseos egoístas y nunca piensa en quiénes se ven afectados. Muchas veces se lo dije, pero si no escucha a Donald, quizás lo haga con Cold Shadow.
Scrooge tenía problemas para mantenerle el ritmo a Cold Shadow. Sus movimientos eran veloces y sus ataques certeros, en más de una ocasión estuvo a punto de hacerlo caer y en más de una ocasión lo había golpeado con tal fuerza que lo había hecho tropezar.
—¿Cómo puedes trabajar para F.O.W.L? Casi destruyen el mundo y por culpa de ellos estuvimos desaparecidos por días.
Scrooge golpeó con fuerza, no quería lastimar a Donald, pero sabía que no podría convencerlo de otro modo. Cold Shadow detuvo su ataque con facilidad, era evidente que su determinación permanecía intacta.
—Tío Donald, somos tu familia, nunca haríamos algo para dañarte.
—Te están engañando.
Cold Shadow dudó por unos instantes. La angustia en la voz de Louie y Webby lo había hecho flaquear y eso le costó caro. Scrooge lo había golpeado con fuerza y planeaba llevarlo a la mansión McDuck, dispuesto a usar la fuerza si era necesario. Odiaba ver cómo su familia se desmoronaba y no estaba dispuesto a permitir que pasara una vez más.
La llegada de Red Primerose lo cambió todo. En sus manos llevaba un guantelete y para Scrooge fue obvio que Donald lo estuvo distrayendo todo el tiempo.
—En seguida, voy Red Primerose.
Cold Shadow se había liberado con tanta facilidad que Scrooge no pudo evitar sospechar que Donald había estado jugando con él todo el tiempo. Intentó detenerlo, pero Red Primerose fue más rápida. Utilizó un gancho que la puso a ella y a Donald lejos de la vista de todos.

Chapter 14: Reporte

Summary:

Josephine busca a su hija y lidia con el peso de los secretos.

Chapter Text

Capítulo 14: Reporte
Josephine estuvo buscando a su hija y a Donald durante horas. Recorrió Duckburg en compañía de Della y repartió varios volantes con las fotografías de los patos que estaban desaparecidos. No obtuvieron ningún resultado y ella recibió una llamada de su esposo por lo que quiso cambiar el enfoque de su búsqueda.
Se reunió con Abel en uno de los muchos negocios que había en Duckburg. No prestó mucha atención al nombre ni al menú. No tenía hambre y si comía era solo por obligación.
—No he tenido noticias de ella —comentó Josephine angustiada —, hablé con la familia de Fauntleroy y ellos tampoco saben nada.
—Lamento no tener buenas noticias —respondió Abel —, estuve hablando con sus vecinos y ellos no la han visto en semanas.
Josephine suspiró. Le dolía saber que su hija estaba desaparecida y le dolía el no haber hecho nada por ella. Josephine estaba segura de que ella había podido ayudarla, que si hubiera estado más atenta habría notado que estaba en problemas o descubierto que era una espía en condiciones más favorables.
Josephine odiaba pensar que Arianna estaba en problemas y quería creer que solo estaba siendo paranoica. Arianna siempre había sido una mujer independiente, incluso cuando era una niña.
—Tal vez ella y DoubleDuck están en una misión?
—Supongo...
Josephine calló de pronto. Las palabras de su esposo le habían hecho pensar en algo que había ignorado hasta ese momento. Años atrás ella había sido acusada de fraude y estuvo a punto de ir a la cárcel. Fauntleroy y Abel habían evitado que fuera encarcelada y Arianna se había unido poco después. Todos ellos habían descubierto a los verdaderos responsables del fraude en el banco, pero Josephine ni siquiera consideró la posibilidad de que fueran agentes secretos. Arianna le había dicho que trabajaba en seguridad y ella no tenía motivos para sospechar.
—Abel, tú lo sabías.
—¿De qué hablas?
—Tú sabes de qué hablo.
—No lo entiendo.
Esa respuesta provocó que Josephine se sintiera un tanto molesta. Durante ese tiempo había se había sentido culpable por lo que no hizo, pero no podía dejar de pensar que las cosas habrían sido muy diferentes sino le hubiera guardado secretos.
Una mesera interrumpió la conversación. En sus manos llevaba lo que ambos habían pedido poco antes.
—Provecho.
Josephine y Abel retomaron su conversación en cuanto la mesera se retiró.
—¿Por qué nunca me dijiste que Arianna era una espía y por favor, no intentes negarlo. Tú y Fauntleroy sabían muy bien lo que hacían el día en que me ayudaron a evitar la prisión.
Abel se mostró avergonzado, era la primera vez que Josephine lo veía comportarse de ese modo y eso le resultaba un tanto inquietante. El Abel que conocía siempre parecía saber lo que hacía y nunca mostraba arrepentimientos de ningún tipo.
—Abel Konnery —le dijo de forma severa. Josephine estaba segura de que Abel se rompería en cualquier momento.
No se dio la oportunidad. Josephine recibió una llamada de Della y contestó de inmediato. Ella le había dicho que se comunicaría con ella en cuanto tuviera la oportunidad y Arianna era su prioridad.
—Hablaremos de ello después —le advirtió Josephine —, Della me ha llamado y dice que tiene información sobre nuestra hija.
Josephine pagó la cuenta y Abel la siguió sin oponer resistencia. Josephine sabía que él también estaba preocupado, pero que ese no era el único motivo por el que accedió con tanta facilidad. Cada vez le resultaba más obvio que le estaba ocultando algo... y lo odiaba.
Abel y Josephine se presentaron en la mansión McDuck. Josephine quería ser optimista, pero le era difícil serlo cuando los niños se veían tan afligidos.
—Vine en cuanto pude, Della ¿tienes noticias?
La mujer piloto asintió. Ella, al igual que sus hijos, se veía angustiada.
—Arianna y Donald están juntos.
—¿Están bien?
Los patitos dudaron.
—No se veían heridos.
—Pero no estaban bien —interrumpió Abel.
Josephine lo golpeó con fuerza en uno de los costados. Seguía enojada con él y dudaba que pudiera perdonarlo, al menos no tan fácilmente.
—¿Qué saben de Red Primerose?
—Es la primera vez que escuchó ese nombre.
Josephine no mentía. Aquel nombre lo sonaba tan ajeno, pero su instinto le decía que estaba relacionado con Arianna, de lo contrario le parecía absurdo el que siquiera lo mencionaran.
—Nada —respondió Abel. No había nada en su voz que lo delatara —. ¿A qué viene la pregunta?
—Hoy nos encontramos con Arianna Adelaide, ella se presentó como Red Primerose y es parte de F.O.W.L —les dijo Scrooge McDuck, su voz tenía una frialdad que reservaba únicamente para los socios más difíciles —. ¿Por qué dos espías se unirían a una organización criminal?
Josephine no sabía qué era F.O.W.L, de hecho era la primera vez que escuchaba ese acrónimo, pero Scrooge McDuck había mencionado la palabra "criminal" por lo que dudaba que se tratara de algo que trabajara dentro de los parámetros de lo legal.
—¿Están seguros de que F.O.W.L está involucrado?
—Donald lo dijo, pero eso no es importante ahora ¿qué sabes de F.O.W.L?
—Trabajo en un museo, lo poco que sé de ellos es porque han intentado robarespecto algunas obras.
—Eso parece ir de acorde con su modo de actuar comentó Scrooge, pese a sus palabras resultaba evidente que no confiaba en Abel.
Josephine tampoco lo hacía. Quería creer que estaba siendo paranoica, pero cada vez sentía que tenía más motivos para desconfiar y lo odiaba. Odiaba sentir que no conocía a su familia, Odiaba pensar que se había enfocado tanto en su trabajo que había hecho de lado a su familia y perdido de valiosos momentos.
—Tal vez Donald mentía, todos sabemos lo rencoroso que puede llegar a ser —comentó Della, no parecía del todo segura de lo que decía.
—Mencionó a Bradford —fue la respuesta de Huey.
—Y nosotros nunca le hablamos de él —agregó Dewey, se veía tan afectado como su hermano.
—La manera en que peleó contra tío Scrooge y el hecho de que se llamara Cold Shadow —Louie era el que se mostraba más inseguro de lo que decía.
—Él y Red Primerose se llevaron el guantelete —finalizó Webby.
Josephine necesitó de varios minutos para procesar toda la información que había recibido. Había recibido demasiada información durante los últimos días y sentía que era demasiado.
—Josephine —Abel colocó una mano sobre su hombro.
Josephine rechazó ese gesto. Estaba demasiado enojada con su esposo como para aceptar sus intentos por confortarla. Su instinto le decía que Abel le mentía y ella estaba cansada de tantas mentiras.
—¿Qué planean hacer? —preguntó.
—¿No si obvio? Detener los planes de F.O.W.L y traer de vuelta a Donald y a Arianna.

Chapter 15: Enemigo

Summary:

Cold Shadow no era un nombre elegido al azar, Donald sabía lo que hacía, o eso es lo que él quiere pensar.

Chapter Text

Donald había decidido interrogar a Lunaris en cuanto Della le habló de los mensajes. Sabía que existía la posibilidad de que estos no hubieran llegado, había estado en la Luna y fracasó en su intento por comunicarse con su familia, pero sabía que existía la posibilidad de que fuera algo más y quería descartar todas las opciones.
Lunaris seguía en su prisión, orbitando en el espacio como si fuera una luna. Llegar a ese lugar hubiera sido imposible si no tuviera la tecnología de los evronianos. Una nave espacial había quedado abandonada en Duckburg después de que intentaran invadir la Tierra una vez más y Donald la había guardado desde entonces.
—¿Por qué interceptaste los mensajes de Della? —le preguntó Donald —. ¿Había otro motivo aparte de la invasión lunar por el que la querías en la luna?
—¿Por qué te preocupas tanto por ellos?
Donald encontró esa pregunta bastante extraña.
—Porque son mi familia.
—¿Sabes por qué no les dije que habías muerto? Sabía que les daría igual y no quise perder tiempo hablando de cosas sin importancia.
—Eso no fue lo que te pregunté.
Para Donald resultaba evidente que Lunaris quería desviar la conversación y no estaba dispuesto a caer en sus engaños.
—Necesitaba a Della en la Luna, la búsqueda no se hubiera detenido si se supiera que estaba con un vida, porque a diferencia de otros, ella sí es querida.
A Donald le dolió escuchar eso. No era la primera vez que pensaba en ello. Era un tema recurrente en su mente cuando era adolescente y también uno de los motivos por los que se había convertido en Paperinik. Enterarse de que nadie supo de su desaparición había desenterrado sentimientos que creía olvidados.
Decidió marcharse. Sabía que no obtendría nada de Lunaris y prefería detener la conversación en ese momento. No deseaba que alguien, en especial Lunaris, le dijera ese tipo de cosas. Donald no quería competir contra Della y menos si era por el cariño de sus seres queridos.
Fue en ese momento que notó que no estaba solo. Una superficie reflejante y su visión periférica le habían permitido saber que Kay K estaba cerca. Muchas cosas cobraron sentido para él. Lunaris sabía mucho de su familia y se dijo que no era casualidad. Lo que no entendía era qué hacía Arianna.
Se dirigió a la mansión McDuck y sacó su casa bote de la piscina. Ver a Della fue lo que lo hizo más difícil.
—¿Así que finalmente aceptas mudarte a la mansión?
—¿Por qué lo haría? —respondió con amargura, seguía molesto con su hermana, pero no tanto como pretendía hacerle creer.
—Porque eres parte de la familia —respondió Della confundida.
—Ambos sabemos que no es así. Estaban bien sin mí y mi partida no cambiará nada.
—Si es...
—No es solo por eso —la interrumpió, Donald solo quería irse, sentía que era la única forma de proteger a su familia.
Della se mostró molesta y Donald se alegró. Prefería lidiar con su hermana enojada, sentía que eso facilitaba las cosas.
Arianna se comunicó con él cuando le faltaba poco para llegar al puerto.
—¿No me digas que planeas regresar al mar?
—Planeo cortar cualquier lazo con mi familia, nunca más volverán a utilizarme.
—¿Estás seguro de que es una buena idea? La Agencia ha caído y necesitarás toda la protección que puedas conseguir.
—No sé de qué hablas.
—Y. Lee, el encargado de la Dirección ha revelado los nombres de todos los Agentes, incluyendo el tuyo. DoubleDuck tiene enemigos peligrosos y no me extrañaría que vayan detrás de Donald.
—¿Qué hay de ti? Red Primerose peligra aún más.
La preocupación de Donald era auténtica. Él sabía de los antecedentes de Arianna y temía que ese fuera el motivo por el que se había comportado de manera extraña durante los últimos días.
—Me uní a F.O.W.L —respondió Arianna con naturalidad.
Donald pretendió estar sorprendido.
—¿Podría unirme yo también?
—¿Seguro? F.O.W.L no parece ser un lugar para ti.
—¿De qué me ha servido ser un pato bueno? Para mi familia solo soy un perdedor y quizás lo sea. Estoy cerca de los 40 y no he hecho nada de lo que pueda presumir, creo que es momento de pensar en mí mismo.
Donald no mentía del todo. En más de una ocasión se había sentido como un fracasado y los comentarios de su tío Scrooge no ayudaba. Volver a ver a Panchito y a José lo había hecho feliz, eran sus amigos, junto a Storkules y a Arianna los únicos que tenía, pero también había alimentado ciertas inseguridades que había tratado de ignorar por años.
—Supongo que tienes razón, les hablaré de ti.
Donald tuvo noticias de F.O.W.L poco después. Bradford se había comunicado con él, algo que Donald no supo en ese momento ya que usaba un distorsionador de voz y le dio una prueba, silenciar a Burtón, para siempre.
Fue una misión realmente sencilla. Donald conocía la mansión McDuck por lo que no tuvo problemas para adentrarse sin que nadie lo viera. Había usado esos pasadizos muchas veces en el pasado, ya fuera para escaparse a alguna fiesta o por algún asunto relacionado con PK. Silenciar a Burtón no representó ningún contratiempo, él no sospechó al verlo y tenía el Total Reset Buttom consigo por lo que todo lo que tuvo que hacer fue borrar sus memorias sobre F.O.W.L. Dejar el TRB no fue un accidente. Le dolía lastimar a su familia, pero sabía que era de vital importancia que todos creyeran que era el enemigo.
Cuando Donald volvió a tener noticias de F.O.W.L fue en una cabaña abandonada, al lado de un pantano, lugar donde le permitieron instalar su casa bote. En esa ocasión no hubieron intermediarios, Bradford sábado frente a él. Donald no se enteraría sino tiempo después de que Scrooge McDuck había descubierto que F.O.W.L seguía operando y de la traición del buitre.
—Bienvenido a F.O.W.L, DoubleDuck.
—DoubleDuck era parte de la Agencia, ahora quiero que me llamen por mi nuevo nombre, Cold Shadow.
Cold Shadow sería la sombra que protegería a sus seres queridos.

Chapter 16: Reforzando la seguridad

Summary:

La señora Beakley se siente algo paranoica por Cold Shadow.

Chapter Text

Capítulo 16: Reforzando la seguridad

Bentina no quería creer que F.O.W.L estuviera de vuelta, pero sabía que era absurdo y peligroso negarlo. Webby le había dicho que había visto a Donald, vestido como ninja y acompañado de Arianna y que ninguno de los dos había negado su relación con F.O.W.L y que, al contrario, confirmaron su afiliación con dicha organización criminal.

—Tío Donald dijo que era Cold Shadow y So... Arianna que era Red Primerose.

—¿Red Primerose?

—Eso fue lo que dijo —respondió Webby confundida —. ¿La conoces.

Bentina negó. No podía ni quería decirle que Red Primerose era una de las principales amenazas a la que se había enfrentado. Goldie, Red Primerose y Black Heron habían sido las únicas adversarias que habían logrado dejarla fuera de combate y que había logrado ser una amenaza para ella.

Red Primerose no era un nombre conocido, al menos así era para quienes no formaban parte de un grupo muy selecto, ya fuera porque formaran parte de SHUSH o de alguna organización criminal. Red Primerose era una mercenaria, una criminal que solo podía ser localizada por aquellos que contrataban sus servicios.

—¿Crees que ella tenga algo que ver con el hecho de que Donald esté en FOWL?

—Sí, ella dijo que era su novia, es obvio que estaba amenazando a tío Donald y no lo vimos.

—Eso explicaría por qué tío Donald dijo que eran pareja y por qué desaparecieron.

A Bentina le dolía ver a Scrooge de ese modo. Su jefe solía ser alguien reservado en cuanto a sus sentimientos. No tenía problemas en mostrar lo mucho que le afectaba perder dinero, en más de una ocasión se había desmayado cuando sus ganancias disminuían, pero cuando se trataba de su familia era diferente. Scrooge los quería, pero prefería mostrarse como alguien al que solo le importaba el dinero. Ver a Scrooge comportarse de ese modo era extraño, pero Bentina sabía el motivo. Los niños sufrían y ellos eran lo más preciado para Scrooge. Perder a los trillizos y Webby lo había hecho caer en un estado lamentable.

—¿Acaso eso cambia algo?

Bentina pensó en los padres de Webby. Ella había creído que su hija podría cambiar, que si le daba una oportunidad sería consciente del error en el que estaba y las cosas volverían a la normalidad, pero ella se equivocó y fue su yerno el que pagó las consecuencias.

—Sus motivos no importan, es el enemigo y deberá ser tratado como tal.

—Tío Donald podría estar infiltrado, es miembro de SHUSH.

—Lo era, sus recuerdos fueron borrados cuando renunció.

Bentina recordó los tiempos del Agente 44. Si bien la mayoría de sus misiones habían terminado de manera exitosa también lo era que Donald no se trataba de un agente excepcional y su pérdida no fue realmente significativa para dicha organización. El Agente 44 solía trabajar con Della y Fethry y sus casos no siempre eran complicados. Hubieron excepciones, misiones donde no solo la seguridad de Duckburg peligraba y en todas esas misiones Della había sido considerada como factor clave en la victoria.

—No creo, el Agente 44 no tenía nada de especial, la Agente 45 era más destacada.

Della sonrió con orgullo.

—Mi hermano siempre ha sido un imán para el peligro.

—Y un vago —comentó Scrooge.

—Su suerte es la peor —la apoyó Dewey.

—Pero es muy bueno escapando —añadió Fethry.

—En especial si se trata de trabajo. Recuerdo cuando encontramos a la gente calabaza. No quiso trabajar en la reparación del avión y planeaba escapar cuando aparecieron los monstruos a los que debía enfrentarse.

—¿Qué hay de DoubleDuck?

Bentina leyó el Blog de Y.Lee y se llevó más de una sorpresa. Era un informe muy detallado sobre las misiones que había hecho y estas no eran pocas. Había salvado el mundo en más de una ocasión y trabajado varias veces con Red Primerose, aunque en esa época ella se llamaba Kay K.

—Según ese informe tío Donald tuvo un papel clave en la caída de la Organización.

—Una misión de cuádruple espionaje —comentó Bentina, como parte de S.H.U.S.H había tenido muchas misiones de ese tipo —, sí, lo estoy leyendo y eso refuerza la idea de que es alguien a quien debemos vigilar.

—Y yo que le confíe una película de billones —se quejó Scrooge. Esa había sido una de las cosas que más le habían molestado, pero no la única.

Bentina conocía a Scrooge lo suficiente para saber que todo lo relacionado con Donald le afectaba. Sabía lo mucho que le dolió perder a sus sobrinos y como ese distanciamiento lo había hecho apartarse de las aventuras y enfocarse más en expandir su imperio económico. Lo conocía bien y era por eso que prefería no decir nada.

—Necesitamos reforzar la seguridad —agregó Scrooge —, dudo que alguien conozca esta mansión tanto como Donald.
—Donald no pasa tanto tiempo en la mansión.

—¿Recuerdan la guerra de las sombras? Él llegó primero, aunque nosotros salimos antes.

Bentina concordaba con Scrooge y con su nieta. Della se había extraviado un par de veces desde su regreso, Donald no. El pato vestido de marinero parecía que siempre sabía dónde buscar, en especial cuando se trataba de los trillizos. Recordaba cuando Dewey quiso tomar lecciones de vuelo con Launchpad, Donald aparecía cuando menos se le esperaba.

—¿Qué hay de la bóveda? Recuerden que él ayudó con las reformas en el sistema de seguridad.

—Gyro está trabajando en eso. Necesitaré de las personas más astutas —Scrooge se dirigió a Louie y Della —, si ustedes no logran superar esas trampas, nadie lo hará. Webby entrenará a Huey y Dewey mientras que Beakley y Duckworth se encargan de la seguridad de la casa.

Chapter 17: Su verdad

Summary:

Red Primerose y Cold Shadow deben pasar por una prueba antes de ser parte de FOWL.

Chapter Text

Si bien era cierto que Arianna había interactuado muy poco con la familia de Donald también lo era que estos no le eran del todo desconocidos. Sabía que era sobrino de Scrooge McDuck y que este era el pato más rico del mundo y uno de los aventureros más temerarios, sabía que era hermano de Della Duck, la mujer que había recorrido el mundo en un solo vuelo y tío de tres patitos, cuatro si incluía a Webby, que amaban la aventura, pero no creyó que hubiera formado parte del grupo que encontró el arpa de Mervana, uno de los más grandes secretos del mundo, no porque dudara de sus capacidades, sino porque no creía que esa arpa fuera real. Pensó en su padre y pudo imaginarlo deseoso por robarla.

—Fue una aventura que tuve después de que regresara de Brasil y antes de que discutiera con Della.

Red Primerose notó cierta amargura en la voz de Donald. Lo conocía lo suficiente para saber lo mucho que le preocupaba su familia, pero no lo suficiente para entender los motivos por los que actuaba de la forma en que lo hacía.

—Encontramos a la gente de Mervana, parecían un pueblo tranquilo hasta que descubrimos lo que puede pasar cuando una sirena pasa mucho tiempo en el agua. El rey se convirtió en un monstruo y estuvo a punto de devorarnos. No puedo creer que mis sobrinos piensen que mi curry no es lo suficientemente bueno.

Red Primerose no pudo evitar reírse al escuchar esas palabras y lo hizo aún más al notar la expresión molesta de Cold Shadow.

—Te dije que le falta picante.

El ceño de Cold Shadow se frunció aún más.

—¿Quieres comida picante? Te daré el curry más picante que puedas imaginar.

Red Primerose sonrió al notar el tono desafiante en la voz de su compañero.

—Es lo que estoy esperando.

La llegada de Bradford acabó con la conversación. A Red Primerose no le molestaba la interrupción, pero sí la forma en que el agente sonreía. Esa sonrisa era tan soberbia que no podía evitar sospechar que Bradford sabía algo que ella ignoraba. Era tan molesto.

—¡Felicidades por su primera misión exitosa! Pero no bajen la guardia, todavía deben pasar por una prueba más para que sean miembros oficiales de F.O.W.L.

Red Primerose suspiró con fastidio. Esa forma de habkar le recordaba demasiado a la que empleaban los Jóvenes Cástores y ella no era fan de dicho grupo. Red Primerose sabía de qué trataba esa prueba. Un interrogatorio con el arpa de Mervana, la cual poseía el poder para diferenciar la mentira de la verdad. Estaba ansiosa por ponerla a prueba.

—¿Cómo se llaman?

Red Primerose entendía el motivo por el que Bradford hacía una pregunta cuya respuesta conocía, era simple protocolo.

—Sofía Diaz.

—Miente.

Arianna sonrió, no había esperado que esa arpa fuera tan eficiente.

—Arianna Adelaide.

—Verdad.

—Donald Duck.

—Verdad.

—¿Por qué se unieron a F.O.W.L?

Red Primerose se detuvo a pensar por unos minutos, un poco más de tiempo del que había usado para responder a la primera pregunta que le habían hecho.

—Soy una mercenaria, trabajo para quienes me dan mayores beneficios.

Eso no era del todo cierto, había un motivo más por el que había decidido unirse a F.O.W.L, uno menos egoísta de lo que quería hacer ver y que estaba relacionado con la razón por la que estuvo a punto de traicionar a Double Duck, algo que hubiera hecho si su compañero no hubiera seguido sus pasos.

—¿Tienen idea de cuántas veces he querido que mi familia deje de ir a aventuras? Perdí a Della por culpa de la Lanza de Selene y por años intenté alejar a mis... los hijos de Della del peligro, Scrooge apareció y fue inevitable que lo siguieran en la aventura.

Bradford sonrió.

—Me alegra tener a un aliado que entienda los verdaderos propósitos de F.O.W.L. Las aventuras involucran caos y el caos pérdidas. Durante años he visto toda clase de anomalías, invasores de la luna, ciudades submarinas, genios en lámparas, sombras que se revelan contra sus dueños y todas ellas tienen anillo en común, Scrooge McDuck.

Red Primerose sabía que Cold Shadow decía la verdad cuando afirmaba que le gustaría que su familia dejara de exponerse al peligro, pero también sabía que esa no era toda su verdad. Habían sido compañeros por años y lo había visto disfrutar de las batallas así como huir del peligro. Red Primerose sabía que DoubleDuck apreciaba a su familia y la prueba eran todas las fotografías que había visto en la casa bote, siendo una de ellas la más significativa, fotografía en la que aparecía peleando lado a lado con su familia, Donald se veía feliz.

"Chico listo", pensó "Una mentira es aquello que no es cierto y una verdad a medias, aunque incompleta, no deja de ser verdad". Red Primerose no dijo nada acerca de sus sospechas. F.O.W.L no le interesaba realmente y sentía curiosidad por lo que estuviera planeando.

—¿Traicionaran a F.O.W.L?

—No.

—Verdad.

—Pregunta trampa ¿cuál es el objetivo de F.O.W.L realmente? Como dije antes mi propósito es la seguridad y eso es lo que haré.

Bradford sonrió y Red Primerose no pudo evitar pensar que su sonrisa era la de un villano, por mucho que este tratara de negarlo. No era algo que realmente le importara. Estaría bien con ello mientras que F.O.W.L la protegiera de sus enemigos y le pagara por sus servicios.

—Su primer misión es encontrar el Papiro del nexo.

—¿No se supone que solo puede ser encontrado por un legítimo heredero de Scrooge McDuck?

—Él te adoptó a ti y a Della, eso los convierte en sus legítimos herederos. Gandra Dee los acompañara en esta misión.

Chapter 18: Paranoia

Summary:

F.O.W.L es el enemigo, pero no lo único a temer.

Chapter Text

Capítulo 18: Paranoia

Para Dewey, Webby no era solo una buena amiga, era parte de la familia. A veces le gustaba decir que ella era la cuarta trilliza y que juntos eran el mejor dúo de la historia y sabía que no era el único en verla como parte de la familia. Recordaba la primera vez que había llamado tío a Donald y la felicidad que su tío había mostrado y el orgullo con el que Della aseguraba que era su hija. Tenerla como enemiga no fue nada agradable, de hecho se trataba de una experiencia que calificaría como traumática y que, aseguraba, podría marcarlo de por vida.

Webby comenzó a aparecer en el momento y sitios menos inesperados, pero nunca atacaba y eso, irónicamente hacía todo mucho peor. Dewey y Huey estaban aterrados por la idea de que Webby les haría mucho daño. Ambos sabían que Webby podía herirlos, después de todo había sido entrenada por la señora Beakley y Dewey tenía motivos para creer que la Agente 22 era la más peligrosa de las espías.

Al final rendirse parecía lo más sensato. Huey había llegado a la conclusión de que la enseñanza de aquel ejercicio era no dejarse asustar por el enemigo y Dewey también llegó a pensarlo. No le gustaba la forma en que se estaban tornando las cosas. Pensó en su tío Donald y el enojo que sentía se hizo mayor.

Donald se había revelado como parte de F.O.W.L y Dewey sospechaba que había influido en gran manera en la paranoia de la señora Beakley. Eso no era lo que más le molestaba. Bradford lo había enviado a él y a su familia a otra dimensión y no dudaba que quisiera eliminarlos, el que su tío trabajara para ellos le resultaba tan doloroso como difícil de comprender.

Siempre había pensado que su tío era el pato más aburrido del mundo, en ese momento prefería que lo fuera. Saber que fue un agente secreto y un entrenador de lo paranormal era asombroso, pero todo palidecía cuando pensaba que no conocía realmente a su tío y que este había decidido formar parte de una organización criminal.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando vio a la señora Beakley comenzar a pelear con Webby. Los movimientos de ambas eran agresivos, pero el trillizo de azul no podía asegurar que ninguna de las dos se estuviera conteniendo.

—Somos una familia, podemos lidiar con esto —intentó razonar Webby.

—¿Cómo podemos estar seguros? F.O.W.L es peligroso y Donald pudo darles información confidencial. No sabemos que tanto saben.

Dewey quería creer en Donald, pero cada vez le era más difícil hacerlo, en especial porque Donald no hacía nada para deshacerse de esa imagen. Dewey había visto a su tío luchar contra Scrooge McDuck y robarse el guantelete en compañía de Red Primerose, lo había escuchado decir que estaba del lado de Bradford y pedir que lo llamaran Cold Shadow.

—Si no peleamos, no ganamos y si no ganamos, moriremos.

—Esa no es la manera. Hemos pasado por cosas difíciles, vencido a muchos enemigos ¿por qué tiene que ser diferente ahora?

Los trillizos intentaron convencer a Bentina, hacerle entender que estaba llevando todo demasiado lejos, pero todas sus palabras fueron ignoradas. Ellos no podían entender a la ama de llaves ni el temor que le había provocado el regreso de F.O.W.L, no sabían lo que había perdido y los sacrificios que había hecho.

—¡No quiero perderte, no quiero que se repita lo de Bianca!

Era extraño ver a Bentina perdiendo la compostura. Ella siempre solía mostrarse calmada y, cuando algo le molestaba, también solía mostrarse en perfecto control de sus emociones.

—¿Me estás ocultando algo? —le preguntó Webby y realmente se veía afectada.

—No, Webby, cariño. Sabes que eres lo más importante para mí.

Dewey no estaba seguro de lo que debería hacer. Todo eso se sentía como la lanza de Selene, pero con diferentes personajes. Dewey se sintió un tanto culpable al recordar la forma en que se había comportado con Scrooge.

—¿Quiénes son mis padres? —preguntó Webby con tristeza.

Por unos instantes parecía que Bentina no iba a decir nada, pero repentinamente la expresión en su rostro cambio y adquirió una expresión más dulce.

—Tu madre era una artista, tu padre era un bibliotecario, y según todos los indicios, un hombre muy agradable. La triste verdad es que estaba tan enfocada en mi trabajo como espía que ni siquiera supe que tenía una nieta hasta que... hasta que fue demasiado tarde y ellos se habían ido. Pero una vez que te vi todo cambió. Quería mantenerte a salvo, lejos de mi antigua vida... me retiré y estuve de encubierto con el señor McDuck. Cuando encuentras a tu familia, lo dejaras todo para ayudarles. Porque tú eres lo más importante en todo mi mundo, Webbigail.

La expresión en el rostro de Webby se suavizó. Ya no había reclamo, solo una profunda tristeza y el inmenso cariño que sentía por su abuela, la mujer que había cuidado de ella desde que era una bebé y, por un tiempo, la única familia que tenía.
Huey, Dewey y Louie se unieron al abrazo. Permanecieron en esa posición por varios minutos, creyendo ingenuamente que todo estaba solucionado.

La señora Beakley se ofreció a entrenar a los niños, llevándolos a la isla en la que solía entrenar con Webby, dando inicio a un nuevo tipo de terror. Los trillizos se quedaron solos en medio del bosque, sin nada que pudieran usar para sobrevivir.

—¿Otra prueba? —preguntó Louie mientras que buscaba, inútilmente, algo que pudiera decirle en dónde se encontraba la señora Beakley y Webby.

—Me temo que sí.

—Volvemos al principio.

—No, es mucho peor —comentó Louie —, ahora no solo debemos preocuparnos por un posible ataque de Webby.

—Soy un Joven Castor, este tipo de situaciones son un juego de niños para mí.
Dewey no era el más atento de los hermanos, pero incluso para él era evidente que Huey estaba tan asustado como ellos y que ese orgullo con el que hablaba era falso.

Huey puso sus conocimientos a prueba. Los guió para que construyeran un refugio y les indicó cuáles frutos eran comestibles y cuáles eran venenosos. Huey cuidó de sus hermanos y aquella hubiera sido una situación agradable de no ser por la incertidumbre que les provocaba el no saber lo que Bentina y Webby pudieran planear.

Louie se apartó en más de una ocasión. Huey y Dewey se quejaron al ver a Louie durmiendo, de haber sido un poco más observadores habrían notado que no estaba durmiendo.

—Debemos construir un refugio antes de que anochezca, no sabemos que clase de animales podría haber en el bosque —le regañó Huey.

—¿Creen que tío Donald realmente sea un espía?

Huey y Dewey callaron. Ambos intercambiaron miradas sin saber qué responder.

—Beakley dice que debemos estar preparados para esa posibilidad.

—Es tío Donald, no creo que sea especialmente bueno en las cosas de espías.

—¿Vieron su pelea contra tío Scrooge? —Louie se notaba molesto —, parecía alguien completamente diferente.

Huey improvisó unas cuerdas con las lianas de un árbol y obligó a sus hermanos a unir las ramas de los árboles. Si Dewey no hubiera estado tan molesto habría notado que esa era su forma de mantenerlos ocupados para que no pensaran en todo lo que estaba pasando.

La noche llegó y los trillizos se alimentaron con los frutos que habían recogido. Ninguno estaba realmente hambriento, pero eso no evitó que comieran. Todos ellos sabían que necesitarían energías.

—¿Creen que Beakley y Webby vengan por nosotros?

—Sí, pero no sé si lo hagan como amigas o enemigas.

Dewey quería confiar en ellas, pero cada vez le era más difícil no sentirse paranoico. Bentina había dicho que todo lo hacían para protegerlos y le creía, el problema es que sus métodos le parecían peligrosos y estos lo asustaban mucho, probablemente más que F.O.W.L.

Los trillizos se levantaron poco antes del amanecer. Ninguno había dormido realmente, incluso Louie, quien había sido el primero en levantarse. Siendo el más observador de los tres le era inevitable no notar ciertas cosas, como el oso que los había estado observando.

Los tres subieron al árbol más cercano y esperaron allí durante horas hasta que el oso se alejara. Eso no pasó hasta el anochecer por lo que Huey propuso que se quedarán allí hasta que amaneciera y buscar una salida después.

Webby y Bentina aparecieron, ambas con las ropas sucias y cubiertas de raspones. Dewey no quiso pensar en lo que pudieran haber estado haciendo hasta entonces. Ambas eran aterradoras así que no les extrañaría que se hubieran encargado de la mayoría de las creaturas salvajes del lugar.

—Es hora de ir a casa —les dijo la señora Beakley —, la verdadera guerra está por comenzar.

Chapter 19: Decisiones

Summary:

Es momento de tomar decisiones y prepararse para las consecuencias.

Chapter Text

—Panchito —lo llamó José —. ¿Estás bien?

—No. Donald está afuera y nos necesita.

José se sentó a su lado y le brindó un lugar a Panchito sobre su regazo. Él también estaba preocupado por Donald y también se negaba a creer que su amigo pudiera ser el enemigo.

—Bajemos a desayunar —sugirió mientras que acariciaba las plumas de su cabeza —, luego podremos seguir buscando a nuestro Donaldo.

Panchito obedeció. No tenía hambre, pero sabía que José no lo dejaría ir a ninguna parte con el estómago vacío.

—¡Suban todos a bordo! —gritó Scrooge.
Huey, Dewey, Louie, Webby, Violet y Lena obedecieron de inmediato. Todos ellos se veían ansiosos por una nueva aventura.

—¿Alguna pista de Donald?

Della negó.

—Tío Scrooge dijo que no tenía sentido buscar a Donald y estoy de acuerdo con él.

—Se podría decir que sabemos dónde está —agregó Gladstone.

Fethry permaneció callado.

Panchito no estaba de acuerdo con detener la búsqueda de Donald, al contrario, creía que era el momento de refozarla. El mexicano estaba convencido de que todo lo que necesitaban hacer era hablar con Donald y lo harían entrar en razón, pero los demás opinaban diferente y encontraba eso molesto.

—No podemos rendirnos. Él nos necesita.

—Donald ya escogió su camino y yo también lo hice —le dijo Della —, la familia es lo más importante y haré lo que sea necesario para proteger a mis hijos.

—Para hablar tanto de la familia, se rinden muy fácilmente.

Los tres primos se mostraron notablemente incómodos e incluso avergonzados, pero eso no hizo que el enojo que Panchito sentía disminuyera y mucho menos que se sintiera culpableñ. Recordaba que los niños habían hablado con mucha insistencia acerca de porque la familia era la aventura más grande el día en que quisieron retomar la banda y como Scrooge usó eso como argumento para negarse a financiar dicho proyecto. En ese entonces Panchito se había sentido culpable por intentar acaparar a Donald, ahora sentía todas esas palabras como frases vacías.

—Nosotros seguiremos buscando a Donald.

Panchito y José sabían que Donald y Arianna eran parte de FOWL y que se hacían llamar Cold Shadow y Red Primerose respectivamente, pero eso era todo lo que sabían y no era poco para lo que les servía. Necesitaban encontrar el escondite de FOWL y rescatarlos, incluso si para ello debían ir en contra de la voluntad de ambos.

—¿Crees que podamos confiar en Arianna?

—Definitivamente, nadie con un rostro tan bello podría ser malvado.

Panchito se sintió molesto ante esa respuesta. Consideraba que un asunto serio, debía tratarse con seriedad.

—Además Donald confía en ella y dudo que se enamorara de alguien que lastimara a su familia.

Panchito se sintió culpable por haber dudado de José. Recordó el tiempo que pasaron juntos, fue corto, pero Arianna parecía ser una buena persona y su amistad con Donald le pareció sincera.

—¿Recuerdas la fogata?

Panchito asintió.

—Fue divertido, hasta que todo salió de control.

—René me dijo que ella fue de mucha ayuda con el grupo.

—Además sabe el segundo nombre de Donald.

—Deberíamos hablar con Abel, sospecho que sabe más de lo que dice.

Josephine fue quien contestó la llamada. Panchito y José prefiero hablar con ella personalmente. No querían contarle sobre el paradero de Arianna, pero tampoco querían preocuparla. Arianna era su hija y era evidente lo mucho que le preocupaba.

—Estaré allí está noche.

La llegada de Scrooge y los niños rompió con el silencio en la mansión. Los cinco vestían una armadura y Scrooge llevaba la legendaria espada de Swantantine. Todos ellos se veían tan felices y orgullosos.

—¡Eso hay que celebrarlo! Cuentenme todo, con lujo de detalles.

—¡Fue asombroso! ¡Dewey y yo peleamos contra Gandra Dee! ¡Ella nos lanzó una cosa que nos cegó temporalmente, pero gracias al trabajo en equipo pudimos derrotarla y conseguir la pieza faltante!
—Violet me impresionó con su tolerancia al picante, Rockerduck no tuvo oportunidad contra nosotros.

—Casi siento pena por SteelBeak, es obvio que no se esperaba tener que lidiar con el infame temperamento McDuck.

Panchito escuchó atentamente esa conversación, sin llegar a interrumpir en ningún momento pese a lo mucho que deseaba saber de Donald. Sabía que estaría incomodando de mencionar ese nombre y parte de él quería quedarse con la idea de que el que no lo mencionaran era una buena señal.

Huey mostró el diario de Isabella Finch, recuerdo de la última aventura que habían tenido con Donald e hizo unas cuantas anotaciones.

—Nuestro próximo objetivo es la gaita bendita del clan McDuck y los secretos que están bajo la custodia de F.O.W.L.

—Entonces no debemos preocuparnos, el castillo solo es accesible una vez cada cinco años y no ha pasado más de un año desde nuestra última visita.

Chapter 20: Motivos

Summary:

Red Primerose y Cold Shadow hablan sobre los motivos de sus acciones. Cold Shadow encuentra un motivo más.

Chapter Text

Capítulo 20: Motivaciones

La búsqueda del papiro del nexo había sido pospuesta. Bradford había dicho que necesitaba a Gandra en otro sitio y eso había hecho que Donald sospechara. Él era parte de F.O.W.L. Había firmado un contrato y recibido una paga por su primera misión exitosa, pero el hecho de que enviaran a Gandra para que los acompañara le hacían pensar que no confiaban del todo en él o en Red Primerose.

Donald había escuchado los motivos de Beadford y los sintió como suyos. Amaba las aventuras, no podía negarlo, descendía de un antiguo clan de aventureros y sentía que él no era la excepción, pero también les temía. Donald había sido reducido al tamaño de una moneda, congelado en un bloque de hielo, sido perseguido por monstruos mientras vestía un traje de calabaza, luchado contra espías, cargado con todo el equipaje y siendo la carnada más veces de las que podía contar, pero ese no era el mayor de sus problemas. Amaba a su familia y la idea de perderla le aterraba profundamente.

—Un dólar por tus pensamientos.

Donald se volteó en cuanto escuchó las palabras de Red Primerose. La vio sentarse a su lado y recordó uno de los motivos por los que estaba allí. Josephine le había dicho que estaba preocupada por Arianna y él también lo estaba. Su instinto le decía que ella ocultaba algo y verla como Red Primerose le hacía sentir que la situación era mucho más seria de lo que temía.

—¿Qué quieres saber?

—Los motivos por los que te uniste a F.O.W.L.

—Siempre he pensado que las aventuras de tío Scrooge son muy peligrosas. Della estuvo desaparecida más de diez años por su culpa y yo he pasado por tantos malos momentos que necesitaría de horas y no te habría contado ni la mitad de ellos ¿Cuáles son tus motivos?
La desconfianza en el rostro de Red Primerose era más que evidente, pero eso no hizo que Donald se arrepintiera de haberle hecho esa pregunta. Necesitaba saber la respuesta, entender muchas cosas, pero sobretodo ayudarla.

—Creí que ya te lo había respondido.

—Discúlpame por tener mis dudas. Kay K salvó mi vida muchas veces, me resulta difícil creer que sea pura maldad.

—Quizás nunca me conociste.

—Quizás sea alguien más quien no sabe quién es realmente Arianna Adelaide.

—¿Te he contado la fábula del sapo y el escorpión? —Donald negó —. Un día un escorpión le pidió a un sapo que lo ayudara a cruzar el lago a lo que el sapo se negó y le dijo que no podía hacerlo porque él lo picaría. El escorpión se negó un montón de veces y le dijo "¿por qué haría algo así? Si te pico, me hundiría en el lago". El sapo aceptó finalmente y, cuando estaba por la mitad del lago, el escorpión lo pico. Somos lo que somos y por más que lo intentemos no podemos ir en contra de nuestra naturaleza.

Donald la miró con incredulidad. Sabía que Kay K era un camaleón, capaz de disfrazarse en segundos y de interpretar cualquier personaje, pero habían momentos que lo hacían dudar. En Brasil había conocido a una Arianna que solo quería divertirse y pasar un buen rato, a la Kay K que lo había ayudado a rehacer la película de James Pond. Donald recordaba lo mucho que se habían divertido y reescribiendo la historia, recordaba cada una de las ideas que había aportado e incluso las películas que habían hecho después de ello, no fueron éxitos de taquilla, pero lo ayudaron a cubrir muchas de sus deudas y poder comprar el equipo de Huey para formar parte de los Jóvenes Castores, un teléfono para cada uno de ellos, las clases de danza interpretativa de Dewey y darle a Louie un fondo para que iniciara con su más ambicioso proyecto, Louie Inc. Eran muchos los recuerdos que tenía y dudaba que todos ellos pudieran ser falsos.

—¿Quieres entrenar? El primero en recibir un golpe tendrá que responder con honestidad todas las preguntas que se le hagan en una hora ¿trato?

—Hecho, pero te advierto que no tendré piedad.

—Que bien, porque yo tampoco lo haré.

Cold Shadow fue el primero en atacar, su ataque fue evitado por Red Primerose. Ella había girado sobre sus talones, esquivando al ninja por muy poco. Cold Shadow también fue el segundo en atacar y nuevamente falló, por muy poco. Su puño pasó rozando la mejilla de la mercenaria y esta estuvo cerca de perder el equilibrio.

Red Primerose giró sobre sí misma y barrió el suelo. Cold Shadow la esquivó con un salto y bloqueó su puño cuando se encontraba a pocos milímetros del pico. Aquello no contaba como un golpe por lo que ninguno podía hacer su pregunta. La seriedad en el rostro de ambos indicaba que ninguno estaba dispuesto a contenerse y mucho menos a ceder.

Red Primerose lanzó una patada a la altura del cuello de Cold Shadow. Aquel golpe lo hubiera hecho perder el conocimiento si hubiera dado en su objetivo. Cold Shadow se había agachado, esquivandolo en el último momento y deslizado por el suelo.

Red Primerose apenas tuvo tiempo de reaccionar. Se giró sobre sí misma y utilizó su brazo para bloquear el ataque de Cold Shadow. Red Primerose conocía las técnicas de combate de Double Duck, ambos habían entrenado y luchado codo a codo en innumerables ocasiones, pero no podía decir lo mismo de Cold Shadow. Sus movimientos eran más veloces y certeros, eran tan diferentes que le hacían pensar que estaba enfrentándose a alguien más y no solo a Donald con otro nombre.

—¿En dónde aprendiste esos trucos?

—He viajado mucho con mi tío Scrooge. Conocí a una sacerdotisa y a un ninja, ambos me enseñaron todo lo que sé y me dieron un nombre, Cold Shadow.

—¿Qué dirían si te vieran ahora? Es como si fueras otro pato.

En el fondo sabía que no estaba del todo equivocada. Había sido compañera de Double Duck por años y sabía qué tan no serio se tomaba su doble identidad. Kay K conocía el estilo de combate, lo había visto en muchas ocasiones, pero él de Red Primerose era diferente. Su estilo de combate estaba más enfocado en los ataques y sus ataques eran más agresivos.

Ambos se besaron. Red Primerose no sabía si fue ella quien inició el beso o si fue Cold Shadow quien lo hizo, tampoco le importaba. Todo en lo que podía pensar era en la mano que estaba posada sobre su cintura y en el pico que estaba sobre el suyo. Quería probarlo, memorizar cada milímetro y nunca separarse de ese pato.

Red Primerose se apoyó sobre Cold Shadow. Utilizó sus piernas para aferrarse a su cintura y sus manos para desvestirlo. No se dejaron de besar o acariciar en ningún momento y ambos habrían llegado más allá de no ser por la intervención de Pepper. Ella entró a esa habitación provocando un gran escándalo y fue imposible ignorarla.

—¡¿Pueden creer que me han dado una misión?! —comentó Pepper notablemente feliz —. ¡Toma eso trabajo burocrático!

Black Heron estaba detrás de ella y se notaba molesta. Cold Shadow sospechó que la había estado siguiendo por un largo rato. No sería la primera vez que algo así pasaba y, Cold Shadow sospechaba, no sería la última.

—Ve con Phantom Blot, te está esperando. Ustedes dos, vistanse, hay unos documentos que necesitan ser llenados.

—¿Interrumpí algo? ¡Lo lamento muchísimo!

Red Primerose sabía que Pepper no lo sentía realmente, era difícil no hacerlo cuando su voz denotaba tanta ilusión. Mentalmente se dijo que cobraría venganza, Pepper pagaría cuando regresara de su misión y se lo cobraría con creces.

—No, solo... entrenabamos.

—¿Así que ahora le dicen entrenar? ¡Qué interesante!

Cold Shadow se vistió con relativa prisa. Agradecía que cierta parte de su anatomía no fuera visible y maldecía a Pepper por haber interrumpido en ese momento. Quería seguir besando a Red Primerose, acariciar su cuerpo y hacerle el amor, pero sabía que no era posible que no era el momento ni el lugar adecuado.

Pepper se marchó, corriendo y contándole a quien se cruzara en su camino sobre la misión que le esperaba. Aquello confundía a Cold Shadow, ella no parecía ser una villana, pero era evidente que estaba feliz siendo parte de F.O.W.L y que le era leal al grupo. La opinión de Red Primerose era similar. Black Heron la siguió y parecía tener una migraña.

Ni Red Primerose ni Cold Shadow hizo el intento por retomar lo que hacían cuando llegaron a una de las bibliotecas pese a que estaban a solas. Tampoco hablaron, ambos se limitaron a leer los diferentes archivos y a crear los informes que Bradford requería leer. Trabajaron durante horas y únicamente se detuvieron cuando llegó la hora de comer.

A Donald no le importó dejar trabajo pendiente, sabía que a Arianna tampoco le preocupaba. Ambos se dirigieron a la sala comedor y la situación se volvió mucho más amena en ese momento.

—Deberíamos ir a comer fuera —comentó Arianna de manera casual —, sé de un restaurante donde venden buena comida.

—No es como que sea difícil superar esto —Donald levantó su cuchara —. ¿Qué se supone que es?

Arianna observó su comida con interés. La examinó por unos instantes antes de llegar a una conclusión.

—Algún tipo de carne misteriosa y creo que prefiero no saber qué es.

—Bueno, lo que no te mata, te hace más fuerte.

—Bradford dijo que tendríamos mayores beneficios cuando subamos de rango.

Arianna y Donald suspiraron al unísono. Continuaron comiendo, pero dejaron la mitad en sus platos. Ambos sabían que podían continuar con el papeleo, pero ninguno sentía deseos de seguir trabajando, mucho menos después de que terminaran con su jornada laboral.

—Recuerda que me debes un curry.

—Todavía puedes retirarte.

—¿Por qué? Me gusta la comida picante.

—Mi amigo Panchito probó mi curry picante y dijo que era picante. Él ama la comida picante y tiene un estómago de hierro así que puedes hacerte una idea.

Red Primerose y Cold Shadow continuaron hablando durante horas y solo se detuvieron cuando uno de los encargados de la limpieza les dijo que la cafetería estaba por cerrar. Ninguno había notado el paso del tiempo.

—Nos vemos mañana —le dijo Arianna, su voz era dulce.

—Buenas noches —le dijo Donald a modo de despedida.

Donald se perdió de camino a su habitación, estaba cansado y quería dormir por lo que su mal humor empeoraba con cada error. Le había pasado en varias ocasiones, no solo en las oficinas de F.O.W.L, también en la mansión de su tío, especialmente cuando era un patito. Estuvo deambulando por varios minutos hasta que llegó al laboratorio.

Cold Shadow sabía que no tenía autorización para entrar, pero era un ninja y era consciente de lo poderosa que podía ser la información por lo que decidió ir en contra de sus principios y entrar. Lo que se encontró no era muy diferente a lo que esperaba. Una habitación con varios tubos y computadoras y colores que le hacían pensar en la clásica guarida de un científico loco. "Qué cliché", pensó. Su opinión cambió cuando llegó al fondo del laboratorio.

Donald se quedó sin palabras cuando vio a las dos bebés dormidas en aquella cuna, dos lindas patitas que, dudaba, tuvieran más de un año de edad. Se acercó a ambas, teniendo cuidado de no despertarlas, pero sin terminar de creer que fueran reales. Por más que lo pensaba no entendía para qué podrían necesitar de las patitas, menos como alguien podría ser capaz de lastimar a dos creaturas tan pequeñas e inocentes.

—Veo que has descubierto nuestro pequeño experimento —le dijo Black Heron de forma engreída. Donald tuvo la sospecha de que su llegada allí no fue una casualidad como había creído —. No conseguimos la espada de Swantantine, pero nuestra misión no fue en vano.

—¿Qué hacen con estas bebés?

—Dígamos que son nuestro plan de respaldo en caso de que no logres encontrar el pergamino.

Donald no sabía cómo dos bebés tan parecidas a Webby podrían servir de algo, pero prefirió no decir nada. Sabía que de hacerlo podría provocar sospechas y eso era algo que, dada su posición, no podía permitirse. La existencia de esas patitas era prueba de que seguían sin confiar del todo en él.

—Déjenme cuidar de ellas —suplicó, sabía lo caótica que podría ser Black Heron y no la quería cerca de las niñas.

—Hecho, pero si intentas hacer algo, ellas lo pagarán. No olvides que yo las hice y puedo destruirlas.

Donald no se esperó que Black Heron cediera con tanta facilidad y prefirió no probar su suerte. Sentía un gran deseo por proteger a esas niñas y estaba dispuesto a hacerlo sin importar el costo. Las había conocido por unos pocos minutos, pero las quería y sabía que podría morir por ellas.

Chapter 21: Tras el rastro

Summary:

Abel está tras el rastro y necesita información para descubrir qué es lo que realmente está pasando.

Chapter Text

Capítulo 21: Tras el rastro

Abel había sido quien eligió el punto de encuentro. Él se consideraba bueno analizando a la gente, algo que era de considerable importancia dentro de su "trabajo". Nunca se sabía cuando podría haber un policía infiltrado, un espía o alguien con doble intenciones. Panchito e inclusive José le parecieron dignos de confianza.
Abel no dijo nada hasta asegurarse de que nadie los estaba escuchando. Había considerado llamar a la familia de Donald, pero lo descartó al considerar la vigilancia que podría haber sobre estos. No quería arriesgarse demasiado, su experiencia le había enseñado que la perdición muchas veces se encontraba en los detalles más pequeños.

—¿Saben quién es Red Primerose? —preguntó él. No quería exponer a su hija y no lo hubiera hecho de no considerar que era absolutamente necesario. Josephine no era la única que pensaba que estaba en problemas.

—Es Arianna, su hija —respondió José.

Abel pensó en Josephine. Ella había hecho algo que no había hecho en años, tomarse unas vacaciones del trabajo. Durante los últimos días había estado investigando sobre Arianna y se había negado a dirigirle la palabra. Josephine desconocía que era un ladrón, pero sospechaba que sabía más de lo que le había dicho.

—¿Qué tanto saben de ella? —Abel hablaba con seriedad por lo que, tanto Panchito como José, dudaban que tuvieran que tener tacto al hablar.

—Ella era parte de la Agencia y era compañera de Donald. Y. Lee publicó todo sobre sus misiones —José no sabía si ese era el nombre del nuevo director de la Agencia y ciertamente no le interesaba. Parte de él lo culpaba por todo lo que estaba pasando.

—Ella y Donald son parte de una organización criminal.

—¿La Organización?

—No, F.O.W.L.

—¿Qué es la organización?

—Nada que importe ahora.

Abel se mostró más tranquilo y es que él estaba enterado de muchos de los asuntos en los que su hija estaba involucrada. Sabía que muchas veces había infortunado a la Organización y que les había robado millones de dólares. Saber que estaba con Donald lo hacía sentir más tranquilo. Tiempo atrás su esposa había sido culpada de un crimen que no cometió y él tuvo la oportunidad de trabajar con el espía.

DoubleDuck había colaborado y arriesgado su vida sin pedirle nada a cambio. No dudó en desafiar a la Agencia por ayudar a Arianna y eso era algo que valoraba.

Josephine no estaba enterada de ello y de estarlo, Abel sabía, estaría furiosa. Arianna era su hija y la quería aunque era poco el tiempo que pasaban juntas. Josephine se culparía al saber que su hija constantemente estaba arriesgando su vida y furiosa al saber de sus actos delictivos.

Pensar en lo que podría ser de su matrimonio era algo que le aterraba. Nunca la había visto tan enojada y sabía que tenía sus motivos para estarlo. Amaba a Josephine y le dolía profundamente haber traicionado su confianza y haberle fallado.

—Panchito y yo estamos seguros de que F.O.W.L los está obligando y planeamos ir a rescatarlos.

—Así que F.O.W.L —comentó Abel pensativo, no sabía si sentirse más tranquilo o, por el contrario, tomar medidas.

—¿Sabe quiénes son?

—He escuchado cosas, pero nada que pueda confirmar.

—¿Es bueno?

—No sabría decirlo, F.O.W.L ha tenido sus actos criminales, pero se ha mostrado más enfocado en recuperar tesoros arqueológicos.

Abel no mentía. F.O.W.L había mostrado interés en varios objetos, especialmente aquellos que poseían cualidades extraordinarias y que podían convertirse en un peligro si estas eran usadas con ese propósito. También era cierto que sabía muy poco de dicha organización pese a que había realizado varios trabajos para la misma. Los directores habían insistido en mantener el anonimato en todo momento y, aunque esto le había hecho sospechar que se trataba de personalidades influyentes también lo era que no le interesaba. Abel había recibido un pago bastante generoso por sus servicios y eso era todo lo que le importaba.

—Quiero ayudarlos —comentó con determinación —, sé que Donald y Arianna son fuertes, pero me temo que esto se les pueda salir de las manos.

—¿Usted cree que... Donald y Arianna... puedan... ser criminales?

Abel sabía qué responder, pero no la respuesta a esa pregunta. Tiempo antes habría estado seguro de que Arianna podía estar involucrada en esa clase de negocios. Era su hija, pero sabía que ella, a diferencia de su madre, no era una mujer integra. Durante su adolescencia solía meterse en problemas, pero las cosas empeoraron cuando conoció a Axel Alpha. Arianna sabía cubrir muy bien sus actividades delictivas y se había convertido en una mercenaria, una de las más temidas e involucrado con gente peligrosa. La Organización no había sido la peor de ellas.

Lo que lo hacía dudar era Donald. Arianna ya era parte de la Agencia cuando lo conoció y había decidido colaborar con esta para darle un duro golpe a la Organización antes de que comenzaran an trabajar como un dúo, pero era innegable que algo había cambiado durante ese tiempo.

—Arianna es mi hija y sé que es una buena persona. Donald también es un gran tipo y no parece ser un criminal.

"Tampoco parece tener material de espía y sin embargo es uno de los mejores", pensó, pero no lo dijo creyendo que de hacerlo podrían excluirlo de la búsqueda. Abel lo había visto en acción cuando rescataron a Josephine y se enfrentó a él cuando Kay K y DoubleDuck frustraron uno de sus planes y lo enviaron a prisión.

Panchito y José intercambiaron miradas. Abel tenía la sensación de que en ese simple gesto había más de lo que podía ver.

No estaba equivocado. Panchito y José estaban acostumbrados a comunicarse de ese modo. Las palabras no siempre eran necesarias entre ellos.

—Nosotros también pensamos eso. Donald ama a su familia más que nada, nunca trabajaría para quienes quieren destruirla.

Esto llamó la atención de Abel. F.O.W.L no había mostrado indicios de tener un objetivo en concreto y el que atacaran a la familia de un espía o del pato más rico del mundo no parecía ser uno de ellos. Mentalmente se dijo que tendría que investigar más y que para ello tendría que usar su influencia como ladrón.

—Trabajo en un museo —Abel siguió hablando —, sé que han robado varios misterios, investigando podría averiguar qué es lo que buscan.

—El líder es Bradford Buzzard —agregó Panchito. Confiaba en Abel y consideraba que era necesario que conociera esa información.

—Bradford Buzzard —comentó Abel pensativo y es que Bradford no parecía ser la clase de persona que podría dirigir una organización criminal como F.O.W.L, y no lo decía únicamente porque era el encargado de limpiar los desastres de S.H.U.S.H y los de Scrooge McDuck, había hecho negociaciones con él y sabía lo mucho que le importaban las reglas.

Panchito y José se mostraron un tanto decaídos. Para Abel resultaba extraño verlos tan apagados, pues los recordaba alegres y llenos de energía. Recordaba lo feliz que había estado Arianna en Brasil y lo raro que ella se mostrara de ese modo, especialmente cuando se trataba de desconocidos.

—Descuiden, solo tenemos que hacer que F.O.W.L caiga y todo volverá a ser lo que era antes.

Abel no estaba seguro de sus palabras, pero quería animarlos. No estaba seguro si Donald y Arianna actuaban por obligación, conocía a su hija y sabía la clase de gente con la que se involucraba, sabía lo manipulable que era Donald y lo mucho que le importaba Arianna, pero sobretodo sabía que la revelación de Y.Lee haría que nada volviera a ser lo que era antes.

Estuvo investigando en patonet. Arianna era la más popular. Y. Lee tenía un blog y su sección era la más comentada. Eran muchos los comentarios alargando su belleza y desempeño como espía. Algunos incluso pedían verla actuar en otra película y esperaban que Donald la dirigiera una vez más. Donald no se quedaba atrás, también tenía comentarios elogiando su apariencia y otros que delataban incredulidad, comentarios que Abel entendía. Si él no conociera la doble identidad de Donald también habría pensado de ese modo. Donald era un padre amoroso, había adoptado a sus sobrinos desde que estaban en el cascarón y solía tomarse demasiado en serio su protección, era temperamental, tenía problemas para conservar un trabajo, asustadizo y constantemente endeudado. DoubleDuck era intrépido, seguro de sí mismo, rápido de pensamiento, astuto, observador y un espía excepcional.
Abel se retiró poco después. Había recibido la llamada de un colega y sabía que hacerlo esperar nunca era una buena idea. No era algo que le molestara demasiado, consideraba que ya habían hablado de todo lo que tenía que hablarse y que lo mejor era ponerse en contacto con cierta persona cuanto antes. Era alguien que le debía un favor y que podría darle información importante sobre Bradford.

Chapter 22: April, May y June

Summary:

April, May y June están en la mansión McDuck, su tía Daisy las acompaña y quiere respuestas.

Chapter Text

Capítulo 22: April, May y June

April estaba preocupada, muy preocupada. Ella y sus hermanas habían leído el blog donde se afirmaba que Donald era un espía, la reacción de Daisy había empeorado la situación. Las cuatro partieron a Duckburg de inmediato y se encontraban en las afueras de la mansión McDuck.

—¿Creen que tío Donald esté en problemas... o que él sea el problema?

—Los tiene... o los tendrá, eso es seguro —comentó Daisy notablemente molesta.

April seguía sin creer que Donald fuera un espía. Quería a Donald, tanto que seguía considerandolo su tío pese a que él y Daisy habían terminado. Habría estado feliz de volver a verlo, en unas circunstancias más agradables. La puerta se abrió y ellas fueron recibidos por la señora Beakley y ella no se veía nada feliz. April, May y June estaban asustadas, Daisy ni siquiera dudó.

—¿Está Donald Duck? ¡Dígale que Daisy lo busca!

—¡Chicas! —Dewey salió detrás de la señora Beakley, notablemente feliz por volver a ver a su tía y amigas. Había pasado dos años desde la última vez que se habían visto —. ¿Qué las trae por aquí?

—Queremos respuestas.

Dewey sintió un escalofrío al escuchar a Daisy. Sabía lo temperamental que podía llegar a ser y la había visto usar ese mismo tono de voz con su tío antes, varias veces, incluso después de que ambos terminaran y quedaran como amigos.

—¿Daisy? —Della se había acercado en cuanto la escuchó hablar —. ¿Qué haces por aquí?

—¿Estás viva?

April estaba muy sorprendida, pero no fue ella quien hizo esa pregunta. Conocía a los trillizos desde que tenía uso de la memoria y era la primera vez que veía a Della. Para ella era extraño que su tía reaccionara de ese modo y, por más que lo pensaba, no entendía el motivo.

—Regresé de la luna —respondió Della avergonzada.

—Por lo que veo Donald no es el único que me debe respuestas ¿acaso lo irresponsable viene de familia? ¿O es cosa de mellizos?

—¿Qué quieres decir con eso?

—Que merecía una llamada ¿cuántos saben de tu regreso? ¿hiciste algo para cambiar tu estado legal y volver a ser una ciudadana?
Della negó. Era evidente que estaba molesta, pero también avergonzada.

—Tenía cosas más importantes que hacer, como recuperar el tiempo perdido con mis hijos.

—Podías hacer las dos cosas ¿sabes? Típico de Della que no es capaz de asumir las responsabilidades de sus actos.

—No tienes idea de todo lo que tuve que pasar para volver a casa, luche contra monstruos lunares para volver a ver a mis hijos y me he esforzado para ser la madre que merecen.

Daisy interrumpió a Della colocando su mano sobre el rostro de la que había sido una de sus mejores amigas.

—Y no me interesa. Dile a Donald que quiero hablar con él.

April creyó que Daisy había hecho enojar a los miembros de la familia por su forma tan directa de hablar y, aunque no estaba del todo equivocada, también lo era que todos callaron por un motivo diferente.

—No importa, yo iré a buscarlo.

—Donald no está —le dijo Scrooge —, y agradecería que no le hablaras de ese modo a Della —agregó, era evidente que estaba molesto.

Daisy lo ignoró. Pasó de lado e ingresó a la mansión. April, May y June decidieron que preferían hablar con Huey, Dewey y Louie. Ellos eran sus amigos y conocían lo suficiente a Daisy como para saber que cuando tenía algo en mente, nada podía hacerla cambiar de opinión.

—¡Hola, soy Webby! ¡¿Son parte del clan McDuck?! —les preguntó Webby notablemente emocionada.

April, May y June negaron. Un tanto sorprendidas por lo efusivo del comportamiento de la patita con el moño y preguntándose si habían dicho o hecho algo que la hiciera pensar en ello.

—No, ni un poco.

—Somos sobrinas de Daisy.

—Y ella era la novia de Donald por lo que es como un tío para nosotras.

"En realidad es algo más", pensó May. Ellas, al igual que Huey, Dewey y Louie, no crecieron con sus padres. Habían conocido a Donald desde que eran muy pequeñas y el pato se había convertido en lo más cercano a una figura paterna.

April, May y June se sorprendieron cuando Webby les tomó una fotografía y, por unos instantes se quedaron cegadas por el flash de la cámara. Ninguna entendió porqué actuaba de ese modo.

—¡Esto va para mi pizarrón de la familia McDuck! ¿Cómo se llama?

—Somos April, May y June —respondió June mientras restregaba sus ojos en un intento por recuperarse del efecto del flash de la cámara.

Webby salió corriendo de inmediato y se nota que tenía prisa. Las trillizas nunca habían visto a alguien moverse tan rápido o subir las escaleras de ese modo.

—Típico de Webby, pero no se preocupen, ella es increíble.

—Estamos seguros de que se llevaran bien.
Webby regresó antes de que alguien pudiera notar su ausencia, pero los niños no permanecieron demasiado tiempo en la sala. El ambiente era tenso y ellos querían estar a solas para poder hablar de todo lo que estaba pasando.

—¿Es cierto que tío Donald es un espía? —preguntó May.

Los trillizos y Webby asintieron.

—No sabemos si todo lo que dice el blog de Y. Lee sea cierto, pero sí que ahora es un ninja y se llama Cold Shadow —respondió Dewey.

—Ellas son de confianza —le susurró Louie a Webby. May lo notó, pero prefirió pretender que no lo había hecho, en ese momento había otras cosas que le preocupaban más.

—Tía Daisy estará furiosa cuando se entere... bueno, más de lo que ya está.

Pasaron varios minutos antes de que Daisy se convenciera de que Donald no estaba en la mansión y durante ese tiempo los niños estuvieron conversando de lo ocurrido. No solo hablaron de F.O.W.L y de la amenaza que representaba, también hablaron de las primeras aventuras que tuvieron con Scrooge y del regreso de Della. Solo pasaron dos años, pero eran muchas las cosas que habían cambiado en ese tiempo... para todos.

—¿Y bien? —le preguntó Della, seguía molesta por la forma en que Daisy le había hablado.

—Años saliendo y nunca llegué a conocerlo realmente —se quejó Daisy —. ¡Ese pato mentiroso! —lo último lo dijo gritando —. Nos quedaremos aquí, Donald Duck me debe respuestas y no me iré sin obtenerlas.

Scrooge y Della no dijeron nada pese a que se notaba que no estaban del todo felices con la idea. May creía conocer el motivo y es que, conocían a su tía y sabía que ella siempre lograba lo que se proponía y era esa determinación lo que la había convertido en la asistente personal de Madame Glamour.

—¡¿Daisy?!

Panchito y José se encontraban en la puerta, ambos notablemente sorprendidos. La felicidad que sentían se convirtió en temor al notar lo molesta que estaba.

—¿Ustedes lo sabían?

Ambos negaron.

—Nos enteramos cuando vimos el blog de Y. Lee.

Chapter 23: La lista

Summary:

Daisy odia las mentiras y está enojada, con Della y con Donald. Tiene que organizar una fiesta con Madame Glamour y las cosas no salen como esperaba.

Chapter Text

Capítulo 23: La lista

Panchito y José se preocuparon al ver a Daisy. No porque ella les desagradara, sino por la expresión de su rostro. Era evidente que estaba enojada y ella podía causar mucho miedo cuando estaba enojada.

Ninguno preguntó el motivo por el que estaba allí y es que, aunque tenían sus sospechas, sabían que tarde o temprano se entrarían del motivo por el que estaba allí.

—¿Ustedes lo sabían? —le preguntó Daisy —. ¿O se enteraron por el blog?

—Por el blog, no nos habíamos visto en años.

—Aunque yo sospechaba que Donald podría ser un espía.

Daisy llevó una mano hasta su frente.

—Durante todos esos años supe que me ocultaba algo. Creí que me había sido infiel y lo peor de todo es que Donald me lo dijo, pero yo no le creí.

Panchito, José y Della se mostraron sorprendidos por lo que Daisy siguió hablando.

—Recuerdo que fue unos meses antes de que terminaramos. Lo encontré en la salida del Duckmall y le pregunté de dónde había sacado el avión. Donald me dijo que era un espía y que estaba en medio de una misión de la que dependía el mundo. Creí que estaba avergonzado de trabajar haciendo mensajes en el cielo.

—Donald no sabe conducir aviones —aseguró Della.

Panchito mostró sorpresa, pero luego entendió el motivo de la confusión de Della. Él había visto a Donald tenergía todo tipo de empleos y varios de ellos involucraba conducir aviones. Donald había escrito mensajes en el cielo, siendo reconocido por la calidad de sus dibujos y su caligrafía, también había trabajado fumigando grandes cultivos, algo para lo que también era necesario un avión.

—No es algo de lo que a Donald le guste hablar.

Panchito se dijo que eso explicaba todo. Donald había visto cosas horribles durante la guerra y había hecho otras cosas igual de terribles. Aprender a pilotear un avión fue una de ellas. En esa ocasión estaban en medio de una operación de rescate, Panchito era el encargado de llevar a los heridos hasta el campamento más cercano. Fueron emboscados, un soldado del ejército enemigo se infiltró y logró herirlo en un descuido.

—Donald puede conducir toda clase de vehículos —aseguró Fethry —. Cuando estábamos en la TNT solo me permitió conducir una vez y chocamos.

—¿Qué es la TNT? —preguntó Daisy y su mirada era recriminatoria.

—Tamers for nonhuman threads o Entrenadores de amenazas paranormales.

Donald y yo no podemos hablar de lo que hicimos como integrantes de medio tiempo.
Daisy se dejó caer sobre el mueble más cercano. Fethry fue el único en no notar que estaba más enojada que antes.

—A veces siento que nunca llegué a conocer realmente a ese pato.

Panchito se dijo que lo mejor era esperar un tiempo antes de contarle sobre las otras identidades, especialmente sobre Cold Shadow.

—Si mintió sobre eso ¿cómo sabré si alguna vez me dijo la verdad? Arianna y él pudieron estar saliendo a mis espaldas y yo seguiría pensando que solo eran amigos.

—Sé cómo te sientes, es mi hermano, nacimos del mismo huevo, pero no puedo dejar de pensar en el como si fuera un desconocido.

—Eso es porque nunca te has preocupado en conocerlo y porque desapareciste de su vida por más de diez años.

—Yo no...

—Sí, ya sé lo de la luna y que no estabas allí por tu propia voluntad. Fue tu decisión robar la Lanza de Selene y fuiste tú quien no se interesó por lo que pensaba ¿Cuánto tiempo te tomó darte cuenta que estaba saliendo con Donald?

Panchito sabía que habían sido meses y que solo lo hizo cuando Donald y Gladstone comenzaron a pelear por la atención de Daisy. Ninguno de los dos había sido sutil y no ayudó en nada que se organizara un concurso donde el premio era una cena romántica con la reina del festival, es decir, Daisy. También había otras cosas que lo hacían pensar de ese modo. Della muchas veces había irrumpido en los ensayos de la banda y en las citas con Daisy para arrastrarlo a una de las aventuras que solía tener con el tío Scrooge.

—Donald y yo eramos muy unidos.

—¿Segura? Porque no recuerdo haberte visto cuando Donald estaba resfriado después de que Scrooge lo lanzara a un congelador de ovejas.

—¿Qué hay de ti? —le preguntó Della y se notabaa molesta —. Saliste tantas veces con Gladstone que creí que era tu novio y nunca tomabas en cuenta su opinión. Donald gastaba todo su dinero en llevarte a citas porque, al parecer, eres alérgica a los lugares baratos.

La llegada de April, May, June y Webby fue muy oportuna. No solo por romper con la tensión del momento sino porque traía buenas noticias.

—La cena está servida.

—¡Qué bueno! —celebró José —. ¡Muero de hambre!

No pasaría mucho tiempo antes de que José se enterara de que Daisy no había visitado Duckburg únicamente para saber que había sido de Donald, sino que también estaba allí por asuntos laborales. Daisy era la asistente personal de Madame Glamour, una de las críticas de moda más reconocidas y debía celebrar la fiesta en que darían a conocer "La lista", una lista tan importante que carecía de nombre.

—Me gustaría que vinieran conmigo a la fiesta —les dijo Daisy.

Panchito se sintió un tanto decaído. Tocar en esa fiesta era una gran oportunidad, pero no se sentía igual si Donald no estaba.

—Lo haremos —le dijo José —, Apuesto a que Donald va a querer regresar cuando sepa que somos famosos.

Panchito esperaba que su amigo tuviera razón.

Al principio la fiesta transcurrió con tranquilidad, demasiada para el gusto de los niños. April, May, June y Dewey se dedicaron a tomar fotografías de todo lo que veíany de hacer comentarios al respecto. Dewey era el más emocionado y quien no había dejado de hablar de ese evento desde que supo que estaba invitado.

—Espero que hayas captado mi mejor cara —comentó Panchito mientras posaba pata las fotografías que los niños tomaban.

—No prometo nada —fue la respuesta de May.

Panchito encontraba eso de lo más divertido. Mientras que en el grupo de los trillizos, Louie, el menor, era considerado como el hermano malvado, en el grupo de las trillizas, era May, la mediana, quien cargaba con ese cuestionable título.

—En mi caso no me preocupó —comentó José —, todos mis lados son buenos.

Panchito le dio la razón por ello. Recordaba que, poco antes de que él y José tuvieran que regresar a sus tierras natales, mitad asuntos legales, mitad nostalgia, él y Donald habían apostado que podían sacarle una mala fotografía. Al final José fue salió victorioso y tuvieron que comprarle una caja de puros.
Ver a José coquetear con las chicas fue algo que le molestó. No mucho, pero sí lo suficiente para decidir hacerse a un lado. Panchito sabía que no le gustaba que su amigo jugara con los sentimientos de las mujeres, pero también que ese no era el único motivo de su molestia. Panchito sabía que en algún momento, solo tenía una vaga idea de cuándo, se había enamorado de uno de sus mejores amigos.

—Pareces molesto —le dijo Louie.

—No sé si es porque te aburres tanto como nosotros o si te sientes celoso —agregó May.

—Daisy es una amiga —Panchito no pudo contener la risa. Luego agregó en un susurro —. ¿Les cuento un secreto? Daisy le da miedo.

—No hablábamos de Daisy.

—Sino del loro coqueto con el que está bailando.

Esas palabras hicieron que Panchito adoptara una expresión inusualmente seria. Mentalmente se preguntó si había sido demasiado obvio y la idea le aterró. No porque temiera que José lo supiera, sino por el temor de que lo supiera y que deliberadamente hubiera elegido ignorarlos. Panchito prefería ser rechazado antes que vivir con la incertidumbre.

—No creo que lo sepa —le dijo Louie.

—Concuerdo con Louie, probablemente ni siquiera sepa que le gustas.

—¿Eso es posible? —Panchito no creía que eso tuviera sentido. A él le gustaban los caballos, especialmente el señor Martinez y lo había sabido desde la primera vez que lo había montado. Dejarlo en México había sido doloroso y ese era uno de los motivos por los que no estaba fuera por mucho tiempo.

—Tratándose del amor sí, a veces es muy fácil confundir el amor con la amistad.

—A veces me asustan, niños, son muy maduros para su edad.

May y Louie intercambiaron miradas, ambos sonreían de forma maliciosa.

Los problemas comenzaron poco después de que dos de Los Tres Caballeros comenzaron a tocar. Habían ensayado para la ocasión, no tanto como creían necesario y seguían sintiéndose perdidos sin Donald. Solo pudieron terminar una canción y fueron interrumpidos por Falcon Graves. El guardaespaldas principal ordenó a todos sus subordinados que dieran el siguiente golpe.
Todos los invitados fueron inmovilizados con cuerdas, atados en parejas y los teléfonos fueron confiscados por lo que alertar a las autoridades no era posible.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Madame Glamour notablemente molesta.

—Pasa que ha habido un cambio de planes —le dijo Falcon mientras que le arrebataba su teléfono celular, el mismo que había estado usando para registrar todos los eventos de la fiesta.

Chapter 24: Noche de chicas

Summary:

Webby pasa tiempo con sus nuevas amigas.

Chapter Text

Capítulo 24: Noche de chicas

Webby fue la primera en liberarse de su cautiverio. Para ella deshacerse de unos cuerdas no representaba ningún desafío. Pero no fue la primera en atacar. Webby se aprovechó de que las miradas estaban posadas sobre Madame Glamour, Mark Beaks y Falcon Graves, para desatar a sus amigos.

Daisy fue la primera en atacar. Esa fiesta era muy importante para ella. Había pasado meses trabajando en su diseño y en la organización del evento, tarea que solo pospuso para cuidar de sus sobrinas o descubrir que era lo que pasaba con Donald. Saber que había sido engañada por Falcon Graves y que su oportunidad de ser diseñadora peligraba era algo que no podía soportar.

Falcón Graves no tuvo oportunidad siquiera de defenderse. El guardaespaldas ni siquiera vio el momento en que Daisy se acercó a él y solo supo de su presencia cuando recibió el primer puñetazo. No pudo devolverle ningún golpe y no lo hacía por cortesía. Era un mercenario, un hombre que carecía de escrúpulos. Simplemente no tuvo la oportunidad.
Daisy lo golpeó en repetidas ocasiones y finalizó con rompiéndole uno de los jarrones en la cabeza.
Los socios de Falcon Graves no tardaron en ser capturados por los amigos de Daisy. Panchito, José, April, May, June, Huey, Dewey, Louie, Webby y Manny, quien apareció sin previo aviso, se habían hecho cargo de la situación. El no tener armas no fue ningún impedimento ni un factor determinante en aquella pelea.
Panchito utilizó su guitarra para golpear a los criminales y bloquear varios de sus ataques. Fue un escudo bastante eficiente pues una daga llegó a clavarse entre las cuerdas y un arma aún más peligrosa, dejó inconsciente a más de uno.

José utilizó el microfóno. Era un gran bailarín por lo que no tuvo ningún problema en esquivar los golpes. No dejó inconsciente a nadie, pero sí se aseguró de proteger a todos los invitados, especialmente a los infantes.

April, May, June y Louie utilizaron su tamaño para esquivar a los intrusos. Evitaron todos sus ataques y los hicieron tropezar un par de veces. Dewey estuvo a cargo de la distracción. Era pésimo con el yo-yo, pero aún así nadie podía dejar de verlo. Su actuación recibió comentarios e insultos en igual manera.

—Es lo más horrible que he visto en mi vida y sin embargo —comentó Madame Glamour —, y sin embargo no puedo dejar de verlo. Sin duda tiene eso.

Mark Beaks se mostró molesto al escuchar eso. Durante años había intentado que su madre lo considerara digno de estar en su lista, pero eso no era lo que más le hacía enojar. Dewey había sido responsable de que perdiera mucho dinero y peor aún, le había ridiculazado en internet. La popularidad de Mark Beaks se vio severamente afectada y necesitó de mucho dinero, publicidad engañosa y tiempo para recuperarse.

Manny y Webby no tenían ningún problema en la batalla, ellos no solo evitaban los golpes, sino que los devolvían con igual fuerza, mostrando que ambos no solo contaban con experiencia en el combate, sino que también poseían fuerza y agilidad. Ambos eran guerreros entrenados y no debían ser tomados a la ligera.
La policía llegó antes de que pudieran escapar y la fiesta continuó sin ningún tipo de incidentes. O al menos eso fue lo que pensaron la mayoría de los presentes. Panchito y José se dedicaron a tocar una de sus canciones y eso bastó para que la mayoría olvidara lo que acababa de pasar. Madame Glamour, para la mala fortuna de Daisy, no formaba parte del grupo que estaba dispuesto a pretender que nada había pasado.

—Es tu culpa —le reprochó Madame Glamour y se notaba molesta. Daisy la conocía lo suficiente para saber que nada bueno resultaba del enojo de Madame Glamour —, contrataste a ese… ese hombre y mi fiesta casi se arruina.

Daisy bajó la cabeza avergonzada. No sabía qué responder y es que ella también se sentía responsable por lo ocurrido. Todo su enojo había mutado en vergüenza y en impotencia. Había trabajado tan duro para llegar a ese lugar y le dolía saber que todos sus esfuerzos se habían arruinado por una mala elección a la hora de contratar al personal.
Ella estaba dispuesta a hacerse responsable de las consecuencias. Lo había hecho cuando pidió que cambiaran las flores de la recepción y tiempo atrás cuando una de sus compañeras había confundido el cargamento de faldas con el de minifaldas. Aquello había sido desastroso, pero, Daisy creía, no se comparaba con lo que estaba por suceder. Esa fiesta no era cualquier fiesta, era la fiesta, el evento más esperado del año y el más importante para Madame Glamour.

—Tal vez tía Daisy se equivocó al contratar a Falcon Graves, pero fue ella quien la salvó —la defendió April

—Y gracias a ella recuperó su teléfono celular —agregó Louie.

—¡Daisy salvó la fiesta!

—¡Usted debería estar agradecida!

Daisy se sintió conmovida al ver tal muestra de afecto por parte de los patitos. Si bien era cierto que su relación con Donald había fracasado también lo era que le guardaba un profundo aprecio, él era su mejor amigo y los niños, April, May, June, Huey, Dewey y Louie eran lo más preciado, los quería como si fueran algo propio.

—Debería estar agradecida con tía Daisy —dijeron los niños al unísono —, y ver el vestido que diseñó porque es hermoso.

Madame Glamour se mostró enojada, pero no dijo nada. Daisy creyó que la despidería, pero no tardaría en descubrir lo equivocada que estaba en cuanto la escuchó hablar.

—Puedo ver ese diseño del que hablan —su voz y rostro carecían de expresión por lo que era difícil saber qué era lo que pasaba por su mente.

Daisy se retiró su abrigo, mostrando su diseño más ambicioso y trabajo del que más orgullo sentía. No quería ilusionarse, sabía lo estricta que podía ser su jefa, años de experiencia se lo habían enseñado, pero también era consciente de lo molesta que estaba y temía que eso pudiera afectar su decisión.

—Es bueno, estás en la lista.

Madame Glamour no dijo nada más, ni siquiera le dedicó una segunda mirada a Daisy antes de retirarse. Ella cumpliría con su palabra. Daisy y Dewey no serían los únicos en entrar a la codiciosa lista.

Panchito y José no eran parte de la fiesta, pero debido a los incidentes, se habían quedado sin acompañamiento musical, por lo que decidieron subir a la tarima. Ambos lograron impresionar a la audiencia con su música y su baile e incluso lograron entrar a la Lista, pero no se sentían victoriosos. Donald no los había acompañado y Los Tres Caballeros sin Donald se sentía… mal.

Daisy, April, May y June se quedaron en la mansión McDuck. Las niñas eligieron dormir juntas en una sola habitación, oportunidad que aprovecharon para hacer una pijamada. Lena, Gosalyn y Violet fueron invitadas mientras que a Huey, Dewey y Louie se les prohibió la entrada.

—Solo se permiten chicas —les dijo Lena de forma burlona. Ella había sido la primera en sacarlos de la habitación.

—Pero…

Dewey no tuvo oportunidad de hablar. Lena cerró la puerta y poco le faltó para golpearlo.

—¿No crees que fuiste muy cruel? —le preguntó Webby —. Aquí hay espacio para todos.

Lena negó.

—Era necesario o no habrían dejado de molestarnos. Han pasado muchas cosas, demasiadas emociones y nos merecemos esto.

Lena no había dicho a qué se refería, pero no tenía que hacerlo para que sus amigas supieran de que hablaba. Desde que Bradford se había revelado como parte de F.O.W.L, las cosas se habían sentido un tanto tensas. Fueron momentos díficiles para todos y llenos de paranoia. La señora Beakley había sido quien peor se había tomado la noticia e incluso llegó a insinuar que Bradford no era el único espía. La aparición de Cold Shadow y el blog de Y. Lee parecía darle la razón. Donald estaba en una situación peligrosa, sus motivos y lealtades era algo de lo que nadie estaba seguro y de lo que nadie quería dudar.

—Además las pijamadas son solo para niñas —la apoyó Violet.

—¡Olvídate de eso, Webby! —le dijo May —. ¡Por ahora solo debemos preocuparnos por divertirnos!

Webby no volvió a quejarse. Ni siquiera volvió a pensar en ello. Toda su atención se posó en el maquillaje y en cómo hacer que April luciera como una de las brujas que había visto en una película poco antes en compañía de sus amigos. Recordar lo asustado que había estado Dewey seguía provocándole risas, pero pensar en Donald le provocaba tristeza. La última vez que lo había visto fue cuando fueron por la espada de Swantantine y se había presentado como el enemigo.

—¿En qué piensas? —le preguntó Lena, su rostro mostraba preocupación.

—En tío Donald. Todavía no puedo creer que se uniera a F.O.W.L.

Aquellas palabras provocaron un silencio incómodo. Las risas se detuvieron y por algunos instantes, ninguna sabía qué decir. Del grupo, Violet era quien menos había interactuado con Donald, ellos solo habían conversado un par de veces cuando visitababa la mansión.

—Tío Donald debe tener una buena razón —comentó June y parecía molesta.

Webby también quería pensar en eso, pero cada vez le era más difícil. Lo habían visto pelear en compañía de Red Primerose y robar la espada de Swantantine. Su abuela no le había dicho nada sobre esa organización, pero podía notarlo en su mirada, podía ver el temor en sus gestos cada vez que alguien mencionaba el nombre de F.O.W.L.

—Y nos lo dirá cuando lo encontremos.

—Esta vez seremos nosotras quien lo ayudemos.

Webby no tuvo oportunidad alguna de decir algo. Todas las palabras en las que llegó a pensar se ahogaron en su pico cuando fue golpeada por una almohada. Ella no se quedó de brazos cruzados y devolvió el golpe. Aquello dio inicio a una guerra de almohadas que se extendió por un largo rato y que solo terminó cuando se quedaron profundamente dormidas.

Chapter 25: El papiro del nexo

Summary:

Cold Shadow, Red Primerose y Gandra Dee tienen una misión que cumplir.

Chapter Text

Capítulo 26: El papiro del nexo

Cold Shadow sabía que Bradford no confiaba en él y sabía que tenía motivos para hacerlo. Cold Shadow coincidía con Bradford al decir que Scrooge era temerario, pero no aprobaba sus métodos y menos el que quisiera lastimar a su familia. Cold Shadow no había mentido, pero no había dicho toda la verdad ni le había prometido lealtad a F.O.W.L.

Cold Shadow tenía sus propios intereses. Las palabras de Lunaris le habían hecho sospechar. Donald no pensaba que fuera el preferido de su familia ni quería serlo. Sabía que era amado por su familia y eso era suficiente para él. Sabía que muchos lo consideraban el tío aburrido y no los culpaba. Donald era consciente de que había ayudado a crear esa imagen. Solía ser algo sobreprotector y había ocultado gran parte de su vida pues temía exponerlos al peligro.

Pensar en su familia había hecho que se sintiera un tanto deprimido. Cold Shadow era consciente de que los secretos de DoubleDuck habían sido expuestos, al menos la mayoría y que sus acciones lo hacían ver como el villano de la historia. Parte de él esperaba que creyeran en él, pero otra no, pues temía que eso los llevara a exponerse al peligro.

No había visto a Panchito y a José y eso lo tranquilizaba un poco. Confiaba en sus amigos, ellos eran Los Tres Caballeros, pero estar en F.O.W.L no solo era una forma de proteger a su familia. Cold Shadow quería descubrir qué era lo que pasaba con Arianna y cuáles eran los secretos que le ocultaban. Donald temía que sus amigos quisieran involucrarse y que pudieran resultar heridos o peor aún, que los utilizaran como rehenes. Cold Shadow sospechaba que Bradford era alguien que se regía bajo el principio de que el fin justifica los medios.

—¿En qué piensas? —le preguntó Red Primerose —. ¿Estás dudando de F.O.W.L?

Cold Shadow observó con ciertas dudas a Red Primerose. Había sido su compañera por mucho tiempo, pero no sabía si podía confiar en ella incluso si confiaba en que tuviera sus motivos para unirse a F.O.W.L.

—Pensaba en la misión. Tío Scrooge, Della y yo estuvimos buscando el papiro del nexo por un tiempo.

—¿Eso fue antes o después de que los adoptara legalmente?

—Antes —Donald se demoró en responder, era doloroso pensar en el pasado, recordar cuando sus padres vivían —. Tío Scrooge dijo que era una búsqueda inútil y nos dedicamos a otras aventuras poco después.

—Entonces todavía tenemos una oportunidad. No dudo que F.O.W.L aleje a nuestros enemigos, pero no creo que podamos confiar en él, estoy segura de que se desharía de nosotros si nos llegáramos a convertir en un estorbo.

Donald era un soldado, había sido entrenado para obedecer sin cuestionar, pero también era un héroe y sabía lo que podía pasar cuando alguien acumulaba demasiado poder, cuando alguien quería controlarlo todo. Bradford quería controlarlo todo y la única forma de hacerlo era convirtiéndose en un dictador.

Cold Shadow no podía confiar en alguien como Bradford. El buitre no solía decir nada sobre sus planes, ni siquiera a Black Heron, quien parecía ser la agente más cercana a él. Donald consideraba que Bradford era algo inestable y que su plan, o lo poco que sabía de él, tenía muchas fisuras.

—¿Qué sabes del papiro del nexo?

—Es una reliquia muy poderosa, puede hacer realidad todo lo que se escriba en él.

Donald recordaba haberse enfrentado contra Black Heron y lo enojado que se sintió cuando creyó que Della había muerto, también recordaba que Black Heron no estaba sola, pero no quien era su cómplice. Eso le pareció extraño por lo que decidió tomar medidas.

—¿Cualquier cosa?

Cold Shadow asintió con un movimiento de cabeza.

—Pero se debe tener mucho cuidado, el papiro se toma todo literal o podría cancelarse si encuentra una contradicción.

—¿Por qué Scrooge McDuck no buscaría algo tan valioso?

—Porque usarlo es peligroso y se aseguró de que solo alguien de la familia pudiera encontrarlo.

—Sigo creyendo que no es una buena idea. Hay demasiados factores, especialmente si nosotros conseguimos ese papiro ¿No te preocupa?

—¿Debería? Scrooge McDuck solo me ha causado problemas ¿Te conté de la vez que me dejó olvidado en Brasil? Tuve suerte de conocer a José y a Joel.

Red Primerose no estaba sorprendida. La mercenaria había interactuado muchas veces con la familia de Donald, aunque ellos no lo sabían. Algunas veces era Kay K buscando a DoubleDuck por una misión y otras veces era Scrooge quien lo interrumpía en muchas de sus misiones. No obstante tampoco parecía creerle del todo.

Donald hizo una llamada en cuanto tuvo la seguridad de que nadie lo veía o escuchaba. Había creado un plan y necesitaba de un poco de ayuda para poder completarlo.

Gandra Dee se presentó poco después, pero no partieron de inmediato. Tuvieron que llenar varios formularios y pasar por las herramientas que llevarían para su próxima misión.

—¿Siempre es así? —se quejó Donald.

Gandra Dee asintió.

—Bradford ama las reglas y protocolos. A Black Heron le gusta el caos, pero ella no es demasiado diferente.

Black Heron era otro motivo por el que Cold Shadow desconfiaba. Black Heron había intentado asesinar a su hermana, en repetidas ocasiones y eso era algo que no podía ni quería perdonar.

Los tres agentes tuvieron que dejar Duckburg para encontrar el pergamino. Donald reconoció el lugar en el que se encontraban como la misma selva que había visitado junto a su familia. El pato no pudo resistir el impulso de golpear las piedras del mismo modo en que lo había hecho cuando era joven.

—Cold Shadow, enfócate —le regañó Red Primerose.

—He estado aquí antes, buscando el papiro del nexo. Tío Scrooge dijo que solo su heredero podría encontrarlo.

—¿Por qué crees que podrías encontrarlo?

—Legalmente soy su hijo, él me adoptó a mí y a Della cuando éramos adolescentes. En teoría debo estar en su testamento, dudo que haya tenido tiempo para cambiarlo con todo lo que ha pasado.

Gandra Dee ese mostró un tanto sorprendida.

—¿Conoces a la familia McDuck? —le preguntó Red Primerose.

—¿Quién no lo hace? Scrooge McDuck es el dueño de Duckburg y un pato excéntrico, siempre llama la atención con sus aventuras.

Cold Shadow debía admitir que Gandra tenía razón. Scrooge tenía las propiedades de Duckburg e incluso recibía dinero por alquiler. También sabía que su tío solía ir a muchas expediciones y que varias veces había hablado con la prensa sobre las mismas e incluso había abierto un museo en su honor con los trofeos que había recolectado en sus múltiples aventuras.

Cold Shadow estuvo a cargo de la expedición. Lideró a sus compañeras hasta la cueva de Yellow Beak, convencido de que el papiro debía estar en ese sitio. No pasaría mucho tiempo antes de que comprobara que había estado en lo correcto.

El pergamino se reveló ante Donald Duck.

—Yo llevaré el papiro —le dijo Gandra Dee.

Gandra Dee no tuvo la oportunidad de tomar el papiro. Gizmoduck apareció y toda su atención se centró en Gandra. El superhéroe no parecía sorprendido de verla. Cold Shadow sabía que los había estado siguiendo desde hacía un rato, él mismo había distraído a Gandra y a Arianna para que no lo notaran.

—¿Por qué? —le preguntó Gizmoduck.

Gandra se mostró afectada, pero eso solo duró por unos instantes. Había sido tomada por sorpresa, mas no estaba dispuesta a retroceder, ni siquiera por Fenton.

Cold Shadow se alejó de inmediato y buscó un escondite. Necesitaba usar el pergamino antes de que Bradford lo tuviera y sabía que para ello era de vital importancia que nadie supiera lo que había hecho y eso incluía a Red Primerose.

—Descuida, no le diré a nadie.

Cold Shadow se sobresaltó. Arianna parecía tener un don para aparecer cuando no lo esperaba y eso era algo que no había cambiado con el pasar del tiempo.

—Un día de estos vas a matarme de un infarto.

—No si Bradford lo hace primero.

Cold Shadow sintió un escalofrío al escuchar esas palabras.

—Descuida no le diré, pero a cambio necesito esto —le dijo la mercenaria y también usó el pergamino —. Tú no dices nada y yo tampoco lo haré.

Cold Shadow no se esforzó realmente por conseguir el pergamino, pero sí en observar lo que su compañera había escrito. Ese gesto le permitió entender los motivos de su compañera e incluso se sintió tonto por no haber pensado en ello antes.

Chapter 26: Acciones

Summary:

gizmoduck ha recibido una llamada y es tiempo de tomar acciones.

Chapter Text

Capítulo 27: Acciones

Fenton estaba confundido. No era extraño que recibiera pedidos de ayuda, él era Gizmoduck y Gizmoduck era un superhéroe. Lo extraño era que le llamaran para avisarle de algo que no había pasado y que eso involucrara a Donald Duck. Fenton no conocía a Donald, lo había visto un par de veces, pero nunca había tenido la oportunidad de hablar con él. Fenton sabía que Donald era fuerte, lo había visto destruir su armadura, también que era un tío amoroso, había pensado que era el padre de los trillizos hasta que escuchó a Huey llamarlo tío. Escuchar que él podría estar involucrado con F.O.W.L le hacía pensar que estaba en peligro.

—¿Qué piensas? —le preguntó Scrooge, se veía pensativo, pero también afligido.

A Fenton le extrañó ver la reacción de Scrooge, hasta ese momento había pensado que a Scrooge solo le importaban los niños y su dinero.

—Gizmoduck debería ir, pero ocultarme y solo intervenir si es necesario.

Fenton sabía que era arriesgado, pero no quería quedarse sin hacer nada. Era un científico y odiaba el no conseguir las respuestas a sus preguntas.

—¿Acaso soy la única que piensa que esto es demasiado sospechoso? —preguntó Bentina Beakley.

—No —respondió Della —, pero Donald estará allí y eso es suficiente motivo para ir.

—No me malinterpreten, yo también me preocupo por Donald, pero él es un adulto y ha tomado su decisión.

—Él no es Bianca —le dijo Scrooge. Su rostro mostraba una seriedad que no tardaría en desaparecer.

Daisy pensó en Bianca Beakley, una reportera con la que había trabajado mientras que hacía su pasantía. En aquel entonces Daisy había sido la asistente de la encargada de la sección de modas por lo que interactuaron muy poco. Daisy se había enterado que ella fue la responsable de varios de los crímenes que había cubierto del mismo modo que los demás, en el noticiero del canal. Daisy se preguntó si Bianca y Bentina tenían algún parentesco, tenían el mismo apellido, podría ser solo una coincidencia.

—Nunca dije que lo fuera —Bentina hablaba con dureza —. Pero no podemos descartar ninguna posibilidad, especialmente después de que Donald nos mintiera durante años y que atacara a Scrooge del modo en que lo hizo.

A Fenton no le extraña el que Donald pudiera darle pelea a Scrooge, lo vio derrotar a su armadura usando solo sus puños, lo que le extrañaba era que pudiera lastimar a su tío, Huey solía decir que para Donald la familia era lo más importante.

—¿Qué hizo Donald? —preguntó Daisy. Ella sabía que las cosas no habían salido bien, pero no qué había pasado.

—Se hace llamar Cold Shadow —respondió Della, se veía decaída —, él y tío Scrooge pelearon.

—¿Donald está bien? —preguntó Daisy. Ella recordaba lo mal que estuvo después de la guerra y temía que la historia se repitiera.

—Descuida, no le hice daño… aunque debía haberlo hecho, ese chico es demasiado obstinado…

Daisy también pensaba que Donald era obstinado, pero no por ello le gustaba la forma en que Scrooge hablaba de su exnovio, lo sentía tan… mal y es que le tenía un gran cariño a Donald pese a que las cosas entre ellos no habían funcionado y pese a todas sus mentiras y secretos.

—Donald nunca le haría daño a su familia —comentó Daisy un tanto insegura mientras que frotaba su cuello.

Daisy sabía lo importante que era la familia para Donald, pero también sabía que tenía ciertos traumas que no había superado.

La cicatriz en su hombro era prueba de ello. Donald se había quedado dormido mientras veían una película y la confundió con un enemigo cuando quiso despertarlo.

—Tal vez lo hipnotizaron, él siempre ha sido muy vulnerable. Recuerdo que en una ocasión estábamos viendo un programa de talentos y pasó toda la tarde creyendo que era una gallina por lo que dijo uno de los participantes, incluso puso un huevo.

Las palabras de Daisy animaron a todos los presentes. Negar que Donald pudiera tener una relación con F.O.W.L era cada vez más difícil, pero el que Donald pudiera estar hipnotizado tenía mucho sentido.

—Recuerdo que una vez intentó hipnotizarme con una pistola de juguete, la usé con él a modo de juego y terminó creyendo que era un cobrador de deudas —comentó Scrooge. Lo que Scrooge no contó fue que esa no fue la única orden que le dio y que después le había dado dinero por el trabajo hecho.

Daisy recordaba que Donald le había contado algo diferente. En ese entonces estaban saliendo y su exnovio había asegurado que fue él quien hipnotizó a Scrooge y que su tío había inventado esa historia porque estaba demasiado avergonzado para reconocer la verdad. Ella le había creído y seguía haciéndolo.

—Gizmoduck puede encargarse —comentó Fenton —, después de todo es un superhéroe y eso es lo que hacen los héroes.

—DWD podría ayudar —comentó Launchpad —, y yo sé cómo localizarlo.

Para nadie pasó inadvertida la sonrisa cómplice entre Launchpad y Dewey. La mayoría incluso sabía que Drake Mallard, actor relativamente conocido, era el pato que estaba detrás de la máscara de Darkwing Duck.

Daisy no pertenecía a ese grupo, pero eso no evitó que ella notara que ocultaban algo. Dewey y Launchpad podían llegar a ser muy poco sutiles en ocasiones.

—Deberían ir los dos —les dijo Scrooge —. Cold Shadow es muy fuerte y será difícil traerlo, esté o no hipnotizado.

—Yo también debería ir —comentó Della —. Es mi hermano y sé que puedo hacerlo entrar en razón o hacerlo salir del trance.

—Deberías disculparte —le dijo Daisy —. Sé que Donald ama a su familia y que si lo haces, todo se resolverá.

—¡Nosotros también iremos! —dijeron los niños.

Ningún adulto creyó que fuera una buena idea.

—Tío Donald no podrá ignorarnos si estamos en peligro.

Eso no cambió nada.

La discusión se prolongó durante horas. Los niños dejaron en claro que querían ayudar, pero los adultos no se dejaron convencer. Todos sabían que la situación era peligrosa, incluso si la llamada recibida no fuera una trampa. Bradford los conocía bien, quizás demasiado y Red Primerose era peligrosa, los reportes de sus misiones la describían como alguien letal y altamente efectiva.

Daisy decidió quedarse. Ella quería acompañar a los superhéroes y descubrir qué era lo que pasaba con Donald, pero sabía que si lo hacía no sería la única en unirse al grupo. Sus sobrinas eran muy inquietas, los trillizos no se quedaban atrás y, por lo que había escuchado, las otras niñas no debían ser muy diferentes.

—Nosotros haremos algo diferente. Leeremos el blog de Y.Lee y descubriremos si hay algún motivo por el que capturaron a

Donald y si quieren algo de él.

—También podemos investigar sobre F.O.W.L —comentó Fethry —. Kolik me ha mandado varios expedientes de casos que podrían estar relacionados y son muchos.

—Panchito, Abel y yo también hemos investigado sobre F.O.W.L —comentó José con orgullo —. Tenemos algunas teorías sobre su guarida secreta.

—Sospechamos de un lugar, Funzo.

—¿Funzo? —preguntó Huey sorprendido —. He escuchado a Launchpad hablar sobre ese lugar, en sueños.

Para Daisy era extraño ver aDewey tan serio y le fue inevitable preocuparse. Ella también estaba preocupada y es que sentía que descubrir los secretos de Donald lo cambiaba todo. Se habían conocido durante años, pero el saber que le guardó tantos secretos hacía que sintiera que no lo conocía.

—Fue allí donde vi por primera vez a Steelbeak —comentó Dewey pensativo —. Dentro de un videojuego.

Violet tomó su teléfono y comenzó a presionar varias teclas. La expresión de su rostro fue cambiando conforme leía.

—No hay nada sobre Steelbeak.

—¿Y eso es malo?

—Double-O-Duck es un juego popular. En la wiki aparecen todos sus personajes, pero nadie habla de un tal Steelbeak, no hay descripción y nadie dice haberlo visto.

—Tal vez fue un glich.

—No creo, es raro que solo Dewey haya visto ese final. No te ofendas, Dewey, pero no eres precisamente un gamer profesional.

—Podríamos ir a explorar el juego —sugirió May.

Daisy agradeció la idea. No creía que un juego de realidad virtual fuera peligroso y esperaba que eso bastara para distraer a los menores.

—Me parece una buena idea. Vamos de inmediato.

Huey no parecía tan entusiasmado como los demás pese a que le gustaban los videojuegos.

—Yo me quedaré con el primo Fethry. Quiero saber más sobre tio Donald y la TNT.

—¡Qué bien! —comentó Fethry feliz —. ¡Hay mucho por leer!

Muchos se horrorizaron al ver la cantidad de archivos que Fethry había llevado. Eran pilas y pilas de documentos. José estuvo a punto de desmayarse, pero se mantuvo de pie cuando Panchito tomó su mano.

—No importa —comentó José en un intento por convencerse a sí mismo —. Todo es por el bien de Donald.

—Ya lo verás —le animó Panchito —. Salvaremos a Donald

Chapter 27: Darkwing Duck y Gizmoduck

Summary:

Darkwing Duck y Gizmoduck entran en acción, el enemigo a vencer es F.O.W.L.

Chapter Text

Capítulo 28: Darkwing Duck y Gizmoduck

Gizmoduck fue el primero en partir, pero no se le permitió hacer nada hasta que Darkwing Duck hubiera llegado. Durante ese tiempo se limitó a observar y analizar lo que hacían los tres integrantes de F.O.W.L. Descubrir que Gandra Dee era parte del grupo y que no parecía actuar en contra de su voluntad fue algo doloroso. Quiso esperar, pero al final no pudo.

Necesitaba respuestas.

Gandra no era su novia. Solo habían tenido una cita y esa no había terminado de la mejor manera, ella le había mentido e incluso lo había usado, pero le gustaba y Fenton creyó que había una posibilidad para ellos. En ese momento no estaba tan seguro.
Gandra era parte de F.O.W.L y F.O.W.L era una organización formada por villanos que buscaba destruir a Scrooge McDuck y a su familia. Fenton no era un McDuck, pero los quería como si fueran parte de su familia, en especial a Huey, él era su mejor amigo.
Si Fenton hubiera sido más observador habría notado que Donald y Arianna no solo habían tomado el papiro del nexo, sino que también lo usaron, pero no fue así. El científico estaba enfocado en Gandra, tratando de entender su comportamiento. Gandra pasaba por algo similar, sabía que Fenton trabajaba para Scrooge McDuck, pero no había esperado verlo en ese lugar ni en ese momento.

—¿Por qué? —preguntó Fenton.

—No te lo tomes personal, necesitaba un trabajo y ellos me lo dieron, es todo. Ser una científica independiente es costoso ¿sabes?

Fenton no se sentía satisfecho con la pregunta, al contrario, estaba decepcionado.

—Creí que eras una buena persona.

—¿En serio?

La duda en el rostro de Gandra fue tan fugaz que Fenton creyó haberla imaginado. La científica cargó sus guantes con electricidad y los usó para atacar a Gizmoduck. Su primer ataque fue efectivo por lo que ella aprovechó la oportunidad para conectar una serie de golpes.

Ella no quería lastimar a Fenton.

—No le debo nada a la familia McDuck —agregó Gandra.

—¿A quién quieres convencer? ¿A ti o a mí?

Gandra no respondió, al menos no con palabras. Ella golpeó a Gizmoduck y descargó varios voltios en su armadura. No fue un golpe lo suficientemente fuerte para dejar fuera de combate al superhéroe, pero sí lo suficiente para causarle problemas.

Gizmoduck no se defendió. El superhéroe colocó sus brazos a modo de escudo y resistió todos los golpes. Sentir que Gandra se estaba conteniendo fue algo que le dio algo de esperanza a Fenton.

—F.O.W.L te está utilizando —insistió Gizmoduck.

—Sería hipócrita de mi parte quejarme, yo también los estoy usando.

—F.O.W.L te desechará cuando no les sirva.

—No si los desecho primero.

A Fenton le dolía la frialdad con la que le hablaba. Había tenido una idea muy diferente de ella cuando la conoció. En esa ocasión había pensado que era una mujer hermosa e inteligente. Seguía pensándolo, pero lo único de lo que había cambiado era que conocía una faceta diferente de la mujer que le gustaba, la parte fría y calculadora que haría cualquier cosa con tal de lograr sus objetivos.

—Concéntrate, Gizmotonto —le dijo Darkwing Duck.

Darkwing Duck también tenía problemas. El superhéroe había intentado recuperar el papiro del nexo sin obtener ningún resultado favorable. Había sido golpeado en numerosas ocasiones y el único motivo por el que se mantenía de pie era su gran voluntad.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Gizmoduck, se sentía culpable al descuidar a su amigo y más al verlo tan herido.

—¿Bromeas? —Darkwing Duck retiró un hilo de sangre de su pico. Todo su cuerpo le dolía, pero su orgullo era más grande y no podía ni quería deberle algo a Gizmoduck.

—Tú deberías hacer lo mismo —le dijo Cold Shadow —, o nunca conseguirás esto —Cold Shadow le mostró a Darkwing Duck el pergamino.

—No estés tan seguro, es solo cuestión de tiempo para que lo tome.

Cold Shadow lo golpeó en sus piernas. No lo lastimó de gravedad, pero sí lo hizo caer y golpearse en la cara.

—Ya tenemos lo que queríamos, debemos irnos.

Darkwing Duck no estaba dispuesto a permitirlo. El superhéroe intentó golpearlo, pero fue detenido por Red Primerose. La mercenaria colocó un pie sobre su espalda, impidiéndole cualquier posibilidad de escape.

—Deberías aprender cuando darte por vencido.

—Yo nunca me doy por vencido —Darkwing Duck hablaba de forma entrecortada y su respiración era agitada.

El superhéroe lanzó una bomba, no logró golpear a sus enemigos, pero sí aterrizar en lo que parecía ser una madriguera. Tal vez fue buena suerte, tal vez no, pero ese lugar estaba lleno de bombas, solo la mitad funcionaban correctamente, y el lugar explotó.

Darkwing Duck aprovechó la situación para robar el papiro del nexo y pudo salvarse a sí mismo usando su gancho. Cold Shadow utilizó su bō para aferrarse al suelo y evitar ser arrastrado por el derrumbe. Red Primerose se aferró a él y fue gracias a ella que ambos pudieron regresar a la colina.

Gizmoduck se elevó con facilidad gracias a su traje. Desde la altura pudo ver que Gandra Dee tenía problemas. La científica se encontraba aferrada a una raíz, ella no parecía tener problemas para sujetarse, pero la raíz no parecía sostener el precio de la mujer. En ese momento al superhéroe no le importaba que Gandra Dee fuera perteneciera a F.O.W.L o que ella fuera una villana, todo lo que podía pensar era en que ella necesitaba ayuda y que él debía salvarla.

—¿Por qué lo hiciste? —Gandra estaba confundida. Gizmoduck tenía todos los motivos para despreciarla y ningún motivo para salvarla, pero lo había hecho, había actuado en cuanto la vio caer y no parecía dispuesto a soltarla —. ¿Planeas hacerme encerrar? No tienes nada en mi contra.

—¿Qué? —en esa ocasión fue el turno de Gizmoduck para confundirse —. Yo no… Gandra, no podía solo dejarte morir.

Aquella conversación se hubiera extendido por más tiempo de no ser por la intervención de Red Primerose y de Cold Shadow.
Los dos agentes de F.O.W.L se reunieron con su compañera y se retiraron de inmediato, de vuelta a las instalaciones, desapareciendo en medio de una nube de humo que impidió el que ambos superhéroes pudieran seguirlos.

Chapter 28: Aprendiendo sobre Donald

Summary:

Donald y Arianna Adelaide tenían muchos secretos, quizás demasiado y eso hace que sus seres queridos sientan que los desconocen.

Chapter Text

Capítulo 29: Aprendiendo sobre Donald

Eran muchas las ocasiones en las que Della se sentía fuera de lugar. Descubrir que sus dulces favoritos habían sido descontinuados era un ejemplo de ello. Tantas cosas habían cambiado y seguían cambiando. Ver las fotografías de sus hijos le hacía lamentarse por no haber estado allí. Della sabía que Donald y Daisy tenían razón, pero en su momento había creído en lo que Bradford le dijo y sintió que si no esperaba, se perdería de una oportunidad única.

Tomar ese cohete había hecho que no pudiera estar con sus hijos el día que rompieron el cascarón, no pudo acompañarlos a dar sus primeros pasos y se perdió de tantas cosas, momentos que jamás regresarían.

Della también se arrepentía por la forma en que trató a su hermano. Lo culpó de alejarla de sus hijos cuando fue ella la que se alejó. Él cuidó de los trillizos, lo dio todo sin pedir nada a cambió y ella lo acusó de cosas horribles sin siquiera darle una oportunidad de defenderse.

—Entonces Donald sugirió que nos paráramos frente al gato fantasma y dijo que no nos haría nada si no estábamos asustados.
Él fue el primero en hacerlo, luego lo hice yo y todos terminaron por imitarnos. Recuerdo que nos pagaron por expulsar a los ratones fantasmas, pero la TNT se quedó con ese dinero.

—Lamento haberte llamado raro, primo Fethry —Dewey se disculpó.

—No recuerdo que me hubieras llamado raro, pero preferiría que me llamaras tío, no es justo que a Gladstone lo llamen tío y a mí no.

—Tú ganas… tío Fethry.

Della también estaba sorprendida e incluso sentía que estaba conociendo a otro Donald. Ella sabía que sabía que su hermano había sido un agente secreto, ambos fueron parte de S.H.U.S.H por un tiempo, sabía que era valiente, la había protegido durante muchas de sus aventuras, pero nunca lo había visto mostrar un ingenio como el que tenía DoubleDuck o que pudiera hablar tantos idiomas. Ella pensaba que su hermano solo hablaba un español y un portugués muy básico gracias a sus mejores amigos.

Della estaba celosa. Donald y Fethry habían ido al espacio por una misión de la TNT y, aunque el cohete también tuvo sus fallos, no estuvo fuera de la Tierra por más de un mes y su viaje, permitió que se descubriera una nueva forma de viajar. Ella había tenido que amputarse una pierna y se demoró más de una década en regresar. Donald y Fethry habían ayudado a la TNT, ella le dio las herramientas necesarias a un tirano para que iniciara una invasión en la Tierra y puso a su familia en peligro.

—Propongo que nos infiltremos a F.O.W.L y averigüemos que es lo que planean.

—No sabemos dónde está su cuartel general, solo tenemos una sospecha en base al juego de Double-o-Duck que jugó Dewey.

—¿No es obvio? —preguntó Della, estaba cansada —. Ellos operan desde Funzo. Dewey y Launchpad debieron haber descubierto algo que no debían, no podían sacarlos de Funzo porque alguien los vería, así que los llevaron a los pisos subterráneos.

—Eso —Huey hizo una larga pausa —, tiene mucho sentido. Funzo no es un lugar que tío Scrooge acostumbre visitar y puede servir para monitorear todo Duckburg.

—Entonces no hay nada que discutir. Debemos ir cuanto antes.

—No tan rápido, jovencita. Debemos esperar a que lleguen Gizmoduck y Darkwing Duck. No podemos solo infiltrarnos en Funzo, podríamos alertarlos y hacer que escapen antes de que podamos obtener algo.

—Bien —Della no estaba nada contenta y la forma en que cruzaba sus brazos lo delataba.

—¿Creen que Bradford llevara años intentando reclutar a tío Donald? Nosotros visitábamos Funzo con frecuencia y Bradford podría aprovecharlo para espiarlo.

—No estamos seguros de que operen en Funzo.

—Pero tampoco podemos descartarlo. Recuerdo que tío Donald tuvo una cita con Kay K en ese lugar y estaba algo nervioso.

—Arianna se había estado comportando extraño —comentó Josephine. Ella había llegado poco después de que comenzaran con la lectura de expedientes. Ella no dio ninguna explicación para justificar la ausencia de su esposo —. No me extrañaría que Bradford los estuviera extorsionando.

—Donaldo jamás lastimaría a su familia.

—Arianna tampoco. Sé que ustedes no la conocen, pero confío en ella y no lo digo solamente porque es mi hija.

—Nunca dije que lo fuera —respondió José —. ¿Recuerdan el tiempo que pasamos en Brasil? Sé que la Arianna que pasó tiempo con nosotros era auténtica.

—A mí también me lo pareció —comentó Josephine de forma pensativa —. Ella realmente se divirtió.

—¿Cómo pueden estar tan seguros de que los conocen? —preguntó Bentina Beakley.

Della sabía que ella había sido una espía, habían trabajado juntas un par de veces, pero no entendía su comportamiento y es que últimamente actuaba más paranoica de lo normal. Ella desconfiaba de todos, especialmente de cualquiera que estuviera relacionado con F.O.W.L y eso incluía a Donald y a Arianna.

Scrooge había mencionado a una Bianca y eso le hizo sospechar que sabía más de lo que decía. Bianca podría ser una compañera del trabajo, quizás una amiga, pensó, Della no estaba segura de qué clase de vinculo hubo entre ambas, pero sí de que Bianca había traicionado a Bentina.

—Simplemente lo sabemos. Estamos muy cerca de saber la verdad así que podrás comprobarlo por ti misma.

Hubo un silencio después de aquello. La tensión se sentía en el aire al igual que la desconfianza.

—Puedo hacer una reserva en Funzo —comentó Josephine después de lo que pareció una eternidad —. Si ustedes lo hacen, podrían pensar que traman algo.

—Eso —Bentina hizo una pausa —, tiene mucho sentido. Pero no pienses que por ello dejaré de vigilarte, en especial ahora que he descubierto un par de cosas sobre Abel Konnery.

—¿Qué sabes sobre él? —preguntó Josephine —. Es mi esposo, pero últimamente no sé quién es el hombre con el que me casé.

—Es un ladrón —Bentina consideró que lo mejor era ser directa, algo que Josephine agradeció, aunque no lo dijo en voz alta.

La ex espía le habló acerca del chip que había robado, sobre el tiempo que había estado en la cárcel y de varios de los crímenes en los que había estado involucrado. La lista era bastante extensa.

—Ya lo sospechaba —Josephine se mostró dolida —. Él y Fauntleroy parecían saber lo que hacían esa vez que evitaron que fuera llevada a prisión.

Della odiaba el sentirse ajena, especialmente cuando se trataba de su propia familia. Escuchar a Josephine hablar acerca de como Abel, Donald y Arianna habían tenido a unos empresarios corruptos era extraño, más al enterarse de que esos hombres pertenecían a una peligrosa organización.

Panchito y José se mostraron sorprendidos. Della no tanto. Ella era buena leyendo a las personas y le había parecido que él estaba ocultando algo desde el principio.

—¿Creen que pertenezca a F.O.W.L?

—No descarto nada —respondió Bentina —. Según el blog de Y. Lee se negó a trabajar en un caso de terrorismo, pero nosotros no sabemos cuáles son los propósitos de F.O.W.L.

—¿Cree que ellos no sean terroristas?

—No, pero podrían convencerlo de lo contrario.

—¡Como hicieron con tío Donald! ¿Recuerdan? Él dijo que Bradford buscaba hacer del mundo un lugar más seguro, sin aventuras.

Della no tenía problemas en creer que Donald podría estar interesado en un mundo sin aventuras, él había sido el primero en oponerse a que ella subiera a la Lanza de Selene y sus hijos solían decirle lo sobreprotector que solía ser con ellos. Conocía a su hermano y sabía que para él, la familia era lo más importante.

Chapter 29: Deseo

Summary:

José Carioca solo tenía un deseo, que sus sentimientos llegaran hasta Panchito.

Chapter Text

Capítulo 30: Deseo

Donald y José esperaron a que anocheciera para empezar con el plan. José consideraba que había sido un golpe de suerte el hecho de que Scrooge McDuck les hubiera dado una habitación con balcón, pues de lo contrario, habrían tenido varios problemas.

—Comencemos con Lamento Boliviano —José sonrió de forma nostálgica —. Fue la primera canción que aprendí a tocar y sé que es la favorita de Panchito.

—Yo pensé que Panchito se llegaría a aburrir. La tocabas todo el tiempo.

—Es una buena canción.

—Eso no lo niego.

Donald y José comenzaron a tocar la guitarra. No pudieron terminar siquiera una canción y es que habían despertado a la mayoría de los habitantes de la mansión. Scrooge McDuck era el que estaba más enojado y no hizo ningún intento por disimularlo.

—¡Dejen de hacer ruido! —Scrooge les gritó mientras que les apuntaba con su escopeta.

—¡Jamás! —respondió José —. ¡Al amor no lo detiene nada!

—José —intentó decirle Donald, pero sus palabras fueron acalladas por un disparo. La bala había pasado muy cerca de ellos.

—No me obliguen a usar la fuerza —les dijo Scrooge con tono amenazante.

José no tenía intenciones de detenerse, pero Donald tenía una opinión diferente. Lo tomó del cuello de la camisa y se lo llevó a rastras del lugar.
Esa noche durmió en la casa-bote.

No era usual que José se levantara temprano, de hecho rara vez despertaba antes del mediodía, pero en esa ocasión lo hizo y es que tenía un plan en mente. Enterarse de que Panchito había sido el único que había permanecido era frustrante.

—¡No lo entiendo! —se quejó José —. ¡Panchito siempre ha tenido el sueño muy ligero!

Donald también se había levantado temprano, pero lo había hecho por otros motivos. May y June solían levantarse temprano. En ese momento Arianna se encontraba bañándolas mientras que Donald se encargaba de preparar el desayuno.

—¿Y cuál es tu siguiente plan? —le preguntó Donald con algo de aburrimiento. Era la cuarta vez que José intentaba declararse y que fracasaba.

—Le haremos una comida inolvidable —comentó José con determinación. Amaba a Panchito y no planeaba detenerse hasta hacerle saber sus sentimientos.

—Recuerda que solo puedo ayudarte en la mañana. Arianna y yo iremos a ver unos departamentos en la tarde.

—¿Todavía sigues pensando en mudarte?

Donald asintió.

—Tío Scrooge tiene razón. No puedo seguir viviendo en la piscina de su mansión, especialmente si Arianna y yo queremos dar el siguiente paso.

—Pero ya tienen hijas y viven juntos.

—No me refiero a eso. Clarabella dice que una mujer no puede esperar por siempre y…

Donald dejó de hablar en el momento en que vio a Arianna entrar. Ella estaba cargando a May y a June, las dos parecían hambrientas por lo que se apresuró en terminar de cocinar y servir el desayuno.

—¡Huele muy bien! —Arianna besó la mejilla de su novio —. La comida también.

El desayuno transcurrió de forma tranquila. May y June eran unas niñas muy inquietas y también comelonas por lo que terminaron cubiertas de puré.

—Yo me encargaré de limpiarlas —comentó José mientras que buscaba algo que pudiera serle de ayuda.

Donald y Arianna aprovecharon esa oportunidad para desayunar. No se apresuraron, pues ambos confiaban en José y sabía que podía encargarse de ambas niñas.

Poco después recibirían visitas. Huey no había tocado la puerta. Él era el más educado de los trillizos, pero Donald le había insistido que no era necesario y que la casa-bote seguía siendo su casa.

—¡Hola, tío Donald, hola Panchito, hola tía Arianna, hola May, hola June! —los saludó Huey, su expresión denotaba preocupación.

Donald, Panchito y Arianna le devolvieron el saludo con un gesto de mano. May y June comenzaron a reírse.

—¿Tío Donald, estás ocupado?

—Sabes que siempre tengo tiempo para ti —Donald comenzó a limpiar a June, ella era la que más se había ensuciado.

—Ve con él —le dijo Arianna —. Yo cuidaré de las niñas.

José no había querido escuchar la conversación que tenían Huey y Donald, simplemente fue casualidad. En ese momento él estaba limpiando, pero había algo en lo que Huey decía que despertó su curiosidad,

—¿No has notado algo extraño? —preguntó Huey y parecía angustiado.

Él también lo había notado, aunque no sabría decir qué era exactamente eso.

—¿Extraño? Ahora que lo dices, sí. Pero no te preocupes, Huey, limpiaré el filtro de la piscina antes de que tío Scrooge se entere.

José tuvo que disimular su risa. Él sabía de qué hablaba Donald y es que el filtro de la piscina se había dañado durante el segundo intento.

—No me refiero a eso, es lo que pasó ayer.

—¿Ayer? —preguntó Donald pensativo —. Creí que te había gustado el Parque de las excavadoras.

—Y me gustó —comentó Huey pensativo —. ¿No te pareció extraño que estuviera vacío?

—Es un parque nuevo, es normal que no sea muy conocido. Además fuimos entre semana.

—Todo está bien —le dijo Donald y José no supo cómo interpretar esa respuesta. Su amigo parecía un tanto cansado por esa conversación, pero no entendía el motivo —. ¿Acaso discutiste con tus hermanos? ¿O alguien está lastimado?

—No es eso, es que…

—Entonces no hay motivo por los que preocuparse. No nos enfoquemos en los problemas, es mejor disfrutar lo que tenemos.

José no pudo declararse ese día. Él y Donald pasaron gran parte de la mañana preparando una comida especial para la ocasión y todo había salido bien. Su amigo le había cedido la casa-bote para evitar que tuvieran interrupciones e irónicamente ese fue el problema que tuvieron.

Para José no era una molestia el que Mickey y Goofy lo visitaran, al contrario, verlos lo había hecho muy feliz, el problema es que eso no fue lo único que sintió. En el fondo de él sintió una angustia que no podía explicar, no lograba entender por qué sentía que había pasado una eternidad desde la última vez que los había visto.

Ver la expresión en el rostro de Panchito le hizo pensar que le pasaba algo similar.

—¿Por qué esas caras? —preguntó Mickey —. Pareciera como si hubieran visto un fantasma?

—Es solo que —era extraño ver a Panchito tan callado, teniendo problemas para hablar —, han pasado tantas cosas. La guerra….

—No hablemos de la guerra —lo interrumpió Mickey, su rostro se mostraba inusualmente serio.

—Hay cosas más agradables de las que hablar —Goofy le mostró una tira de fotografías. Todas ellas eran de Max. José fue el primero en tomarlas. Ambos se veían tan felices a pesar de que Goofy había tenido varias accidentes en la mayoría —. Max no pudo venir porque está en una pijamada con sus amigos, pero mandó saludos y yo tengo fotografías de nuestro último viaje juntos.

—Todavía no puedo creer que tú y Max bailaran con Powerline —comentó Mickey divertido.

José recordaba haber visto a Goofy en la televisión, pero no recordaba haber estado en Brasil en ese momento y eso le pareció extraño. Mentalmente se preguntó cuánto tiempo llevaba viviendo en la mansión y ciertamente no tenía ni la menor idea.
Eso era… preocupante y no era algo en lo que le gustara pensar. Recordó las palabras de Huey y se preguntó si estaba siendo paranoico.

Le parecía lo más probable.

—¿Cómo te enteraste?

—Donald y yo también fuimos al concierto. Tuvimos muchos problemas para llegar —Mickey hizo una pausa —Eso me recuerda ¿dónde está Donald? Es extraño que todo esté tan silencioso.

—Lo sé, May y June son demasiado inquietas.

—Ayer convirtieron esta habitación en una sala de guerra —comentó Panchito entre risas. No había sido tan divertido limpiar, pero era un recuerdo bastante grato, en especial cuando recordaban los accidentes que tuvo Donald. Cosas que solo le pasaban a él.

—Él y Arianne fueron a investigar departamentos.

Mickey le extendió un billete a Goofy. Para José eso fue muy divertido y es que para nadie era un secreto el hecho de que Mickey era uno de los mejores detectives de la zona.

—¿Cuánto creen que tarden en casarse?

—No mucho —comentó Panchito —. Donald solo está esperando a reunir el dinero necesario para comprar el anillo perfecto.

—Deberíamos ayudarlo. Donald no tiene muy buenos gustos. Minnie me contó que en cierta ocasión le regaló a Daisy una tetera con dos boquillas.

—A mí me parece algo lindo —comentó Panchito y era sincero.

Era el único en esa habitación que pensaba de ese modo.

Chapter 30: Tiempo en familia

Summary:

Donald sabía que nada era real, pero no le importaba. Quería tener a su familia cerca y mantenerla segura.

Chapter Text

A Donald le gustaban las aventuras, amaba la sensación de adrenalina, pero odiaba el ver a su familia en peligro. Si bien era cierto que Donald no había pedido su deseo intencionalmente también lo era que no se arrepentía por ello.

May estaba terminando de dar los últimos retoques al maquillaje de Donald. Había aplicado un poco de rubor en las mejillas de su tío, pintado sus labios y encrespado sus pestañas. El maquillaje no era muy cargado, de hecho era bastante sutil y es que May había aprendido mucho de su tía Daisy.

—Falta algo más —comentó June. Ella colocó una peluca sobre su tío y sonrió satisfecha —. ¡Listo!

—Todavía no —April tomó un listón y le hizo un moño a su tío —. Ahora sí.

—¿Quién es esta bella dama? —preguntó José con tono coqueto mientras que besaba la mano de Donald.

Donald sabía que su amigo estaba bromeando, pero eso no evitó que se sonrojara. Algo que las plumas y el rubor pudo ocultar.

—Soy Donald.

—¿A quién quieres impresionar? —José se sentó a su lado y comenzó a jugar con algunos mechones sueltos.

April, May y June comenzaron a reírse. Donald no quería impresionar a nadie, solo hacer feliz a sus sobrinas. Él sabía lo mucho que sus sobrinas amaban jugar con él y usarlo como si fuera su modelo.

—¿Sabes que falta poco para el maratón de “Angustias” ¿verdad?

Donald calló. Lo había olvidado.

Daisy entró, acompañada de Della y de Minnie. Las tres charlaban tranquilamente, pero callaron al verlo.

—Donald —le dijo Daisy —. El maquillaje es hermoso, pero no puedes usarlo con esa chaqueta.

Della no solía usar vestidos, pero tenía algunos que solía usar durante los eventos importantes. Donald no esperó que su hermana le prestara uno de ellos, aunque lo más apropiado sería decir que lo obligó a usarlo. April, May y June estaban felices por lo que no pudo negarse.

—Ahora sí, estás listo.

Donald se ruborizó aún más cuando notó un flash. Él no había notado el momento en que habían llegado Goofy, Max y Mickey, pero sí notó todas las fotografías que le había tomado su amigo fotógrafo.

—April, May y June tienen un gran futuro como estilistas —comentó Mickey. Las trillizas sonrieron orgullosas.

El resto de la familia comenzó a llegar poco a poco y todos ellos tenían algo que decirle a Donald. Los comentarios terminaron cuando Huey colocó el primer capítulo de “Angustias”.

O al menos eso era lo que Donald quería.

—Della se ofreció a cuidad de May y June esta noche. No te cambies, tengo planes para nosotros dos.

Donald no estaba seguro de qué planes, pero prefería no contradecir a Arianna. Quería confiar en ella a pesar de que lo había traicionado y mentido en varias ocasiones.

Donald y Scrooge pelearon en varias ocasiones por la comida y es que Scrooge no perdía oportunidad para robar los snacks de su sobrino. No fue el único en hacerlo, de hecho todos lo hicieron, pero SCrooge fue el único al que descubrieron y quien más robó.

—La próxima vez deberíamos hacer un maratón de Darkwing Duck —comentó Launchpad.

—Podrás hacerlo la otra semana —le dijo Donald —. Recuerda que te toca elegir a ti.

Launchpad sonrió al escuchar esas palabras. Había esperado ese momento durante varias semanas e incluso elegido los capítulos que quería mostrar, algo que se había convertido en una de las decisiones más difíciles de toda su vida y es que a él le gustaban todos los capítulos y los amaba por igual. Si dependiera de él, habría hecho que sus amigos se vieran todos los capítulos en una sola noche.

—Iré por más palomitas —comentó Josephine.

—Te acompaño —le dijo Abel.

Extrañamente no se demoraron tanto en regresar.

A Donald le gustaba ver a sus seres queridos reunidos. Ver a Mickey y a Goofy en ocasiones era doloroso porque no podía evitar recordar el pasado, pero le alegraba verlos. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que los había visto y no podía negar lo mucho que los extrañaba. Max, April, May y June no eran sus parientes, pero los quería como si fueran familia.

—Tío Donald —le dijo Dewey —recuerda que mañana es el estreno de mi obra de teatro.

—No me lo perdería por nada —comentó Donald y no mentía. Había cancelado muchos planes para poder asistir a ese evento.

A Donald le gustaba poder pasar tiempo con Huey, Dewey y Louie, algo que agradecía al deseo. Últimamente se había sentido un poco apartado. Él sabía que su familia lo amaba, nunca había creído en las palabras de Lunaris y sabía que solo lo había dicho para provocarlo, pero sentía que no los veía tanto como antes y que la aventura, una vez más, lo estaba separando de su familia.

—Recuerda que prometiste ayudarme con Louie Inc.

—Tengo la cámara de video.

A Donald le gustaba cuando sus sobrinos lo involucraban en sus planes. En esa ocasión Louie quería hacer un comercial y le había pedido que fuera el camarógrafo. Huey se había encargado del guión, Webby, May y June serían las protagonistas, Minnie y Daisy trabajaban en el vestuario mientras que April, May y June, las trillizas, se encargarían del maquillaje.

A Donald seguía doliéndole saber que nadie le había dicho nada sobre Glomgold y que pudo haberse evitado todo el sufrimiento que le provocó el creer que Scrooge había muerto.

Para Donald fue una sorpresa muy grande descubrir cuáles eran los planes de Arianna. Su prometida lo había llevado a un restaurante bastante exclusivo.

—¿Estás segura de que es una buena idea? —le preguntó —. Tengo trajes que podría usar en un lugar como este.

—Completamente segura. Además me gusta cómo te ves ¿En qué estabas pensando? —le preguntó de forma burlona.

—En nada pervertido —se apresuró a responder. Arianna comenzó a reírse y supo que no le había creído.

—Eso lo haremos después.

Donald y Arianna estaban teniendo una cena tranquilando, hablando sobre sus planes para el futuro y de la familia. Ninguno esperó recibir visitas.

—Se supone que es un lugar exclusivo —se quejó Arianna —. ¿Algún problema?

—Mi nombre es Alistair Boorswan. Disculpe por interrumpirlos, pero no he podido dejar de pensar que ambos son lo que necesito para mi nueva película ¿Les gustaría formar parte?

Donald iba a negarse cuando fue detenido por Arianna.

—Eso depende ¿Cuánto ganaremos?

Donald supo que no tendría más opción que aceptar cuando los escuchó hablar sobre la producción de la película. Él sabía que de aceptar obtendría mucho dinero y le gustaba la actuación, pero eso no evitaba que tuviera ciertas dudas.

Para Donald fue muy extraño encontrar a su familia en el hotel, especialmente a los niños y es que ese no era un lugar apto para ellos.

—Lo sabemos todo —le dijo Scrooge McDuck y se notaba enojado.

—Lo siento, hermano —Della realmente sonaba dolida —. Nunca debí insinuar que no eras parte de la familia.

Donald sabía que las cosas que Della le había dicho fueron porque estaba enojada y que no había querido lastimarlo realmente. Ni siquiera estaba enojado con ella, pero eso no cambiaba nada.

—¿Por qué lo haría? Vivimos en un lugar donde nada malo podría pasar. Las mayores preocupaciones con las que debemos son lo que veremos en el próximo maratón de series o películas o que José pueda confesarle sus sentimientos a Panchito. Nadie sale herido ni desaparece.

Panchito llevó sus manos hasta su pico, evidentemente sorprendido ante lo que él consideraba como una gran revelación. Della se mostró triste y culpable. Mickey y Goofy intercambiaron miradas, ambos lo tomaron de los hombros y lo llevaron a un lugar donde pudieran hablar a solas.

—¿Ustedes les dijeron? —señaló Donald.

—Agradezco el poder pasar tiempo con mi hijo —le dijo Goofy —, pero no creo que esta sea la forma.

—¿Por qué? —preguntó Donald —. Ninguno de los dos merecía morir, sin embargo la magia los trajo de vuelta y podrán tener todo lo que la guerra les quitó.

Mickey y Goofy volvieron a intercambiar miradas.

—El mundo te necesita —le dijo Goofy.

—Lo que F.O.W.L planea es en verdad terrible y tú eres el único que puede hacerlo.

—¿Están seguros? Bradford ha dicho que él quiere hacer un mundo seguro, sin aventuras.

Donald quería creer que todo estaría bien. No confiaba en Bradford, eso era cierto, pero tenía todo aquello con lo que había soñado. Goofy estaba con su hijo y Mickey con Minnie. Los tres estaban teniendo una vida soñada y no quería renunciar a eso incluso si era egoísta de su parte.

Donald había hecho muchos sacrificios. Había vivido un infierno en la guerra para que los niños pudieran crecer felices, ignorantes de la crueldad de la guerra, había renunciado a sus sueños para cuidar de sus sobrinos, llegando a tener tres trabajos al mismo tiempo, dormir tres horas al día y sobrevivir a base de sopas instantáneas y leche caducada. No se arrepentía de nada, amaba a Huey, Dewey y a Louie y volvería a cuidarlos si fuera necesario. Era solo que había ocasiones en las que deseaba que las cosas fueran más simples, encerrarlos en una burbuja, lejos de cualquier peligro.

—Es un hombre ambicioso, a él no le importan los medios. Quiere hacer que las aventuras sean prohibidas y para ello solo hay una forma…

—Crear una catástrofe tan grande que los gobiernos decidan prohibirla —comentó Donald, recordando lo que había visto en el laboratorio de la biblioteca perdida de Alejandría —. Scrooge tiene un museo, hacerle creer al mundo que trajo algo peligroso no debería ser difícil.

Chapter 31: Lo que no pudo ser

Summary:

Goofy y Mickey saben la verdad y quieren disfrutar del sueño mientras dure.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Capítulo 31: Lo que no pudo ser

Goofy supo que se encontraba dentro de un mundo irreal desde el primer momento. Él, a diferencia de muchos de los involucrados, conservaba sus recuerdos, pero no era consciente de lo que estaba pasando afuera de la burbuja.

Pero en ese momento había algo que consideraba aún más importante, su familia. Goofy se encontró a su esposa en la entrada de la casa. Ella llevaba un bolso de mano y se veía tan hermosa como la recordaba.

—¿Estás bien?

—Te amo.

Goofy observó a su esposa sonreír. Antes de morir solía decirle con frecuencia lo mucho que la quería y se había dedicado a cumplir todos sus caprichos cuando supo de su embarazo. Él se acercó a ella y besó sus labios, sintiendo las mismas emociones que había sentido cuando la besó por primera vez.

—Goofy —le dijo entre risas —. Tengo que irme, mis amigas me esperan.

Goofy besó su cuello. No quería dejarla ir, pero no sabía cómo convencerla de que se quedara sin revelar la verdad de ese mundo o parecer controlador.

—Te extrañaré.

—Solo será un rato.

Goofy buscó la habitación de Max, tarea que le tomó más tiempo del que le hubiera gustado. Podía recordar esa falsa vida, pero esos recuerdos eran difusos. Se sintió tan alegre al ver a su hijo y a PJ jugando videojuegos. Ellos se veían tan felices, tan despreocupados, ignorando que todo lo que creían conocer no era más que una ilusión y que como tal, tenía fecha de vencimiento.

—Papá —le había dicho Max y parecía preocupado —. ¿Estás bien?

Goofy no sabía si estaba bien, eran demasiadas emociones para procesar. Era feliz por ver a Max convertido en un adolescente, le alegraba saber que había crecido sano y feliz, pero le dolía no haber estado a su lado y más saber que tendría que marcharse.

—Solo pensaba en las serpientes. Es tan triste que no tengan brazos.

No era del todo mentira. Goofy no estaba pensando en serpientes, al menos no en ese momento, pero le entristecía saber que no tenían brazos. Goofy no tenía el valor de decirle la verdad a su hijo o para hablar del motivo por el que no lo había visto crecer.

“El mundo es cruel y hermoso”, pensó con tristeza. Su esposa y su hijo pudieron continuar, vivir sus vidas y eso le llenaba de felicidad.

Max se mostró más tranquilo, el adolescente asumió que su padre solo estaba actuando como era normal en él. Max no había crecido con su padre, pero la magia del lugar le había hecho creer que era de ese modo.

Goofy abrazó con fuerza a su hijo, haciendo grandes esfuerzos por no llorar. Había soñado por tanto tiempo con ese momento, incluso si era consciente de que no pertenecía al mundo de sus vivos, saber que finalmente podía hacerlo, incluso si era en un mundo lleno de mentiras, llenaba su corazón de calidez.

—¡Papá! ¡Quiero seguir jugando! —se quejó Max.

—Cierto, cierto. Iré a preparar algo.

Goofy hizo un desastre en la cocina. Su plan inicial había sido preparar albóndigas y lo había logrado, pero el techo y las paredes terminaron cubiertos de salsa y de otros ingredientes. Ver lo que había provocado lo hizo sonreír con nostalgia. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había hecho un desastre similar.

Max y PJ bajaron corriendo, ambos notablemente felices.

—¡Las albóndigas de papá son las mejores! —celebró Max y PJ le dio la razón.

Los tres comieron animadamente. Goofy le pidió a su hijo que le contara algunas de sus aventuras y él había disfrutado cada una de sus palabras, deseando haber estado allí y preguntándose si su sacrificio había servido de algo. Goofy quería pensar que era de ese modo, necesitaba creerlo y no por orgullo.

—PJ y yo ganamos unas entradas para el estreno de Batduck vs Darkwing Duck ¿podemos ir a verla?

—Claro, pero quisiera hablar contigo cuando regreses.

Max y PJ celebraron al escuchar esas palabras. Ellos se alejaron corriendo pese a que tenían tiempo para llegar a la función. Ninguno de los dos quería esperar.

Goofy los observó alejarse con alegría y decidió visitar a sus amigos. Él quería explorar ese mundo, ver a Mickey y a Donald, pasar tiempo con ellos y recordar esa época en la que las cosas eran mucho más sencillas, cuando los tres eran criaturas ingenuas que desconocían los horrores de la guerra.

Primero se encontró con Mickey. Él se estaba despidiendo de Minnie. Ambos se veían tan enamorados, del mismo modo en que lo habían estado antes de la guerra. Goofy se preguntó si Mickey podía recordar. Verlo tan feliz hacía que tuviera sus dudas.

—¡Hola, Mickey! —lo saludó.

La expresión de horror en el rostro de Mickey confirmó lo que ya sospechaba.

—No te odio —le dijo —, Ambos tomamos nuestras decisiones. Yo no me arrepiento ¿Tú puedes decir lo mismo?

Mickey bajó la cabeza, incapaz de verlo a los ojos. Goofy deseó que hubiera tenido una actitud similar años atrás, cuando lo asesinó. No había mentido al decir que no lo odiaba, pero una parte de él seguía resintiendo el pasado y le culpaba por la vida que no pudo vivir.

—Ambos solo fuimos piezas en un juego que no podíamos controlar —agregó —. Nunca tuvimos el poder de elegir, pero ahora es diferente.

—Deberíamos volver —comentó Mickey.

—Sí, deberíamos —comentó Goofy, aunque no del todo convencido. Poco antes había visto a Max, incluso lo había abrazado. Renunciar a eso era doloroso —, pero no tiene que ser ahora.

Goofy estaba preparado para que Mickey se negara y mentalmente comenzó a pensar en formas para convencerlo, pero no fue necesario.

—Supongo que podríamos hacerlo después, no es como que tenga alguna consecuencia, quiero decir, ni siquiera estamos en el mundo real.

Al principio Goofy se sintió confundido. El Mickey que conocía era alguien con principios muy fuertes, para él, el deber era lo más importante y sin embargo…

—¿Es por Minnie?

Mickey asintió.

—¿Sabes qué estaba pensando pedirle matrimonio a Minnie antes de la guerra?

—¿Qué cambió? —preguntó Goofy y no lo hacía por malicia. Él genuinamente no entendía lo que pasaba y no odiaba a Mickey, incluso en su momento. Solo se había sentido defraudado.

—Creo que ambos lo sabemos.

Goofy calló. Sí, ambos lo sabían y la verdad era tan dolorosa que no querían hablar de eso.

—¿Qué hay de tu esposa?

Goofy se sonrojó. Sus labios cosquilleaban al recordar el último beso que habían compartido y la calidez de su cuerpo. Ella se sentía tan viva, tan real.
La había extrañado tanto, pero verla también resultaba doloroso, un recordatorio de lo que perdió y a lo que debía renunciar una vez más.

—Está con sus amigas.

—¿Qué hay de Minnie?

Mickey se sonrojó, probablemente entendiendo el significado de esas palabras.

Notes:

La historia de Goofy, Donald y Mickey está basada en Mickey desciende a la locura de Ethereal Snake, pero no es la misma y se ha tomado muchas licencias creativas.

Chapter 32: El peso de un deseo

Summary:

Donald ha pedido un deseo, un lugar seguro donde nadie pueda salir herido. Sus intensiones eran las mejores, pero las consecuencias no.

Chapter Text

Capítulo 32: El peso de un deseo

Mickey supo que Donald había sido el que pidió el deseo en cuanto se reencontraron. Su amigo estaba llorando y eso era algo que pasaba en muy raras ocasiones. Él solo podía recordar un momento similar y fue cuando había intentado quitarse la vida por primera vez. Donald, entre lágrimas, le había hecho prometer que no lo volvería a hacer y él había fallado a su palabra.

—Yo, lo siento —Donald se apresuró en excusarse —. Es solo que alguien me hizo una broma pesada y creí que tuvieron un accidente.

—Tú pediste el deseo —no era una pregunta, sino una observación.

—¿Qué deseo? —Donald sabía que era absurdo pretender que no sabía nada, pero no por ello consideraba que no valiera la pena intentarlo.

—Los tres sabemos de lo que hablamos. Este mundo no es real.

—¿En serio? Entonces ¿dónde está la Duck-cola? ¿Y la pizza? yo tengo hambre y este lugar me parece demasiado aburrido para ser un sueño.

Mickey y Goofy intercambiaron miradas. Donald era convincente, un buen mentiroso, pero su reacción inicial lo había delatado. Él había sido el único en comportarse de ese modo.

—¿Recuerdas la guerra? nosotros no deberíamos estar aquí y tú sabes el motivo.

Donald bajó la mirada. Mickey no sabía si estaba avergonzado o si era la culpa lo que lo torturaba.

—¿Acaso importa? —Donald no gritaba, pero poco le faltaba —. Ustedes podrán vivir la vida que la guerra les arrebató y nuestras familias están a salvo. Ustedes han estado fuera, no tienen forma de saber lo que ha estado pasando. Tío Scrooge tiene un enemigo poderoso, una organización que lo odia y busca conquistar el mundo.

Mickey quería vivir esa vida, pero sentía que no la merecía. No podía decir lo mismo de Goofy, ante sus ojos, Goofy era el ser más puro e inocente de todos y eso era lo único que lo hacía dudar. No habría insistido de no ser por el hecho de que sabía que no era lo que su amigo hubiera querido.

—¿Ese no es un buen motivo para querer regresar? Alguien debe detener a esos villanos.

—Conozco a mi familia, ellos no son conscientes del peligro, se arriesgan sin pensarlo, creen que todo es un juego. Darkwing Duck podrá encargarse de todo.

—El Donald que conozco jamás abandonaría a sus seres queridos, él pelearía incluso si todas las probabilidades estuvieran en su contra.

Mickey pensaba lo mismo que Goofy. No sólo porque lo había visto luchar en la guerra, sino porque sabía de muchos de los sacrificios que había hecho por sus trillizos, porque lo vio seguir adelante incluso después de descubrir la verdad de los documentos y, porque a diferencia de él, Donald siguió adelante por su familia.

Donald se marchó sin decir nada. Mickey quiso seguirlo, pero Goofy lo detuvo.

—Él necesita tiempo para reflexionar, para pensar en las cosas.

Mickey quería pensar que Goofy estaba en lo correcto.

—Goofy —le dijo y sintió como las palabras se quedaban atoradas en su garganta —. Yo, sobre lo que pasó en la guerra… tú…

Goofy no decía y Mickey no sabía si lo preferiría de ese modo. Lo que él había hecho fue algo terrible, imperdonable en su opinión y algo que lo atormentó hasta el último de sus días.

—No te odio —le dijo —. Si lo hiciera, nunca habría alcanzado la paz. Me arrepiento de muchas cosas, pero nunca de haberte conocido.

Mickey y Goofy callaron. Había tantas cosas por decir, pero ninguno sabía cómo expresarlas con palabras. Ver un televisor les pareció extraño, no por la existencia de este, sino por lo que mostraba.

Al final optaron por no decir nada.

—Iré a ver a mi esposa y a Maxie. Escuché que abrieron un parque de diversiones y creo que será divertido.

Mickey sonrió al escuchar esas palabras.

—Yo llevaré a Minnie a cenar. No sé a dónde, pero supongo que encontraremos algo.

Tener una cita con Minnie fue toda una odisea. Mickey eligió uno de los restaurantes más elegantes de Duckburg. Él sabía que esos lugares solían pedir una reservación, pero se dijo que no importaba y que, al tratarse de un deseo, ese mundo conspiraría para que los problemas se solucionaran con facilidad.

No fue así. La recepcionista se negó a dejarlos pasar y eso hizo que Mickey llegara a otra conclusión. Ese mundo fue creado para cumplir el deseo de Donald, un lugar donde todos los problemas se podían resolver sin que hubieran heridos, pero también propiciaba momentos cómicos.

—Podemos ir a otro lugar —sugirió Minnie —. Todo lo que quiero es estar contigo.

Mickey la ignoró. Él la guió hasta la parte trasera del restaurante. Dar con una ventana abierta le dio una idea. Utilizó varias cajas para poder trepara hasta ella y luego le extendió la mano a Minnie para que pudiera entrar. Los dos caminaron durante varios minutos, hasta que cayeron y, para su mala fortuna, fue en medio del salón.

—¡Conga!

Mickey se reprochó por sus palabras hasta que vio a varios de los presentes formar una fila. Todos comenzaron a bailar, incluyendo a Minnie por lo que él no quiso quedarse atrás. La diversión se acabó cuando pudieron dar con una mesa. Minnie se veía tan hermosa y él solo podía pensar en algo. Si se quedaba siquiera un par de minutos más. No podría irse.

Mickey corrió hasta la mansión McDuck, no sabía qué era lo que buscaba, pero sí que no podía quedarse por más tiempo. Ver a Goofy bastó para saber que él se sentía del mismo modo.

—¿Quieres ver algo en la televisión?

Ninguno quería hablar de lo ocurrido.

Goofy encendió el televisor, encontrando algo que no pudo explicar. El televisor no mostraba una película o una serie, ni siquiera una telenovela o un noticiero, lo que mostraba era algo que ninguno de los dos hubiera imaginado.

El televisor reflejaba lo que pasaba en el mundo real, más especificamente los cuartes de F.O.W.L.

—Es una locura —se quejó Gandra Dee —. ¿Tienes idea de lo que causará ese virus?

—Lo sé, pero es necesario. De lo contrario, la gente será incapaz de ver qué tan peligrosas son las aventuras y no harán nada.

—Debe haber otra forma, esto es demasiado.

—¿Qué propones? Extorcionar a Scrooge McDuck no es suficiente. Él encontraría una forma de volver. Prohibir las aventuras no solo lo detendrá a él, también a toda su familia y a cualquiera que quiera seguir sus pasos.

Goofy y Mickey intercambiaron miradas.

—Debemos hacer algo.

—Donald debe enterarse cuanto antes.

Chapter 33: El plan

Summary:

Para Donald es difícil decir adiós, pero sabe que debe aferrarse a su plan, incluso si este debe ser modificado.

Chapter Text

Capítulo 33: El plan

Donald se sentía culpable. Sabía de la gravedad del asunto, pero tomó la decisión de postergar el regreso. No era únicamente porque quisiera tomarse un tiempo para adaptar su plan a las nuevas circunstancias, sino porque deseaba poder pasar algo de tiempo con sus padres antes de irse, despedirse una última vez.

—Estamos orgullosos de ti —le dijo Quackmore y se notaba que era sincero.

—Siempre lo hemos estado.

La voz de Hortense era cálida y amorosa.

Donald dudó por unos instantes. Sabía lo que debía hacer, pero decir adiós era tan difícil.

—¿Están seguros? Los atrapé a todos en una burbuja sin pensar en lo que ustedes pudieran pensar o sentir.

Hortense y Quackmore comenzaron a acariciar las plumas de su cabeza de forma afectuosa, algo que solían hacer cuando era niño y lo atormentaban las pesadillas.

—Pensaste que era lo correcto, querías protegerlos a todos.

—Pero ahora es tiempo de regresar. Eres el único que puede hacer algo.

—¿Cómo lo saben?

—Porque eres nuestro hijo.

Donald regresó a su casa horas después, en compañía de sus padres, determinado a hacer lo que fuera necesario.

Della le había pedido que hablaran a solas y eso le pareció un tanto extraño.

—Donald, yo… lo siento —le dijo Della y por su expresión era evidente que realmente estaba apenada —. Todas las cosas que te dije, fui tonta e impulsiva. Tú cuidaste a mis hijos durante tantos tiempos y fui tan ingrata. Jamás debí acusarte de algo tan horrible.

—Lo sé, hace poco me lo dijiste.

Las palabras de su hermana le habían dolido, pero él no creía que fueran reales. Desde el principio supo que estaba enojada y que ella solo estaba desahogando su frustración y enojada al saber de todo lo que se había perdido. Además parte de él le daba la razón. Donald admitía que había hecho mal lo que había hecho al no hablar de ella con los niños, pero sabía que no era su culpa el que los niños hubieran pasado años sin saber de su madre.

—Estabas enojada, lo entiendo, es un mal de familia —le dijo Donald —, pero necesitaba de una excusa para unirme a F.O.W.L. Alguien quería evitar que regresaras a casa y yo debía averiguar el motivo.

—Aún así, no hay justificación para lo que hice

Donald y Della callaron. Ninguno de los dos sabía qué decir. Al final fue Donald quien rompió el silencio.

—Pronto desharé el deseo y necesito que pretendan que nada ha cambiado. Necesito que Bradford confíe en mí y eso solo será posible si piensa que odio las aventuras tanto como él.

—Pero tú no odias las aventuras.

—Lo importante es que Bradford lo crea.

La conversación fue interrumpida por Arianna. La espía deseaba intercambiar unas cuantas palabras con su compañero y para ello necesitaba privacidad. Della quiso sonreír, pero era evidente que estaba pasando por un mal momento. Todos lo hacían.

—¿Crees que debamos entregarle la lámpara a Bradford?

—La verdad es que sí, es la segunda misión en la que fracasamos y podría desconfiar.

—Puede ser, pero preferiría no hacerlo. Genie me agrada y me siento más tranquilo sabiendo que está a salvo, pero hay algo que más me preocupa. Bradford no conoce a tus padres ¿Podrías pedirle que cuide de May y de June? Será temporal y…

—Seguro, apuesto a que mamá está feliz de pasar más tiempo con sus nietas.

—Lamento haberte arrastrado en mi sueño.

—¿Lamentas ser mi esposo?

—Sí, quiero decir, no. Te amo, no tiene sentido negarlo, pero no quise obligarte a nada.

—Si quieres casarte conmigo lo mínimo que espero es que tengamos unas citas, ser novios, ya sabes, lo normal.

Donald sonrió al escuchar esa respuesta.

—Lo tendré en cuenta. Prometo compensarte.

Una sonrisa traviesa se dibujó en el rostro de la espía.

—Lo harás cuando regresemos. Dejaré abierta la puerta de mi habitación.

Arianna besó a Donald y se rió de forma traviesa antes de regresar con los demás. Ella pudo notar todas las miradas, percibiendo la angustia y la preocupación en todos los presentes.

—¿Y bien? —preguntó Scrooge un tanto irritado.

—Nos vamos —respondió Donald —, pero primero me gustaría discutir algunos detalles. Bradford no tiene por qué enterarse de lo que pasa aquí y tengo motivos para creer que planea algo grande. Tío Scrooge ¿recuerdas el laboratorio en New Quackmore?

—¡Es en donde estoy trabajando! —comentó Fethry notablemente emocionado, feliz de poder ayudar.

—Me alegra escuchar eso porque nos será de mucha ayuda.

—¿Qué tengo que hacer?

Donald y Arianna comenzaron a hablar acerca de lo que habían descubierto en la biblioteca perdida de Alejandría y las sospechas que ambos tenían.

—Mamá —le pidió Arianna —. ¿Podrías cuidar de nuestras hijas? F.O.W.L no es un lugar seguro y confío en ti.

—No me agrada la idea de irme, pero lo haré si es necesario. Solo, prometanme, los dos, que no harán nada imprudente.

Donald y Arianna intercambiaron miradas. Ambos sabían que era algo que no podían cumplir. No solo con FOWL, el que la Agencia hubieran revelado sus identidades lo cambiaba todo.

—Hay algo más. Necesitaremos el papiro del nexo.

Scrooge accedió a entregarlo sin siquiera dudar por un instante.

Bentina se mostró un tanto molesta, pero no dijo nada. Si tuvo la intención de hacerlo, no tuvo oportunidad alguna de hablar. Todas las palabras que pudo haber dicho fueron acalladas cuando se deshizo el deseo.

Chapter 34: La última aventura

Summary:

El momento de la verdad ha llegado.

Chapter Text

Capítulo 34: La última aventura

Donald le entregó el pergamino a Bradford cuando se reunió con él, prestando atención a cada uno de sus gestos y buscando cualquier indicio que denotara desconfianza.

Si bien era cierto que a Donald no le agradaba la idea de darle un objeto tan poderoso, también lo era que había tomado varias medidas para mitigar el daño y que si todo salía de acuerdo con su plan, entregarle el pergamino a Bradford sería de gran importancia para su caída.

—¿Dónde están las niñas?

Donald y Arianna se habían preparado para responder esa pregunta. Ambos sabían que actuar del modo en que lo hicieron levantaría sospechas, pero preferían eso a dejarlas en un lugar donde estaban en constante peligro.

—Mi madre quería pasar tiempo con sus nietas y a mí me pareció que era lo mejor. Estamos aquí por trabajo y cuidar de dos bebés es demandante.

—Me parece sensato, especialmente porque falta poco para el golpe final.

—¿Qué hay de mi familia? No me malinterprete, no me preocupa lo que le pase a alguien que sólo se preocupa por las aventuras y por acumular dinero, es sólo que me preocupo por los niños.

—Solo estoy interesado en que Scrooge McDuck caiga.

—Me siento más tranquilo al escuchar eso. Scrooge McDuck es una mala influencia y no quiero volver a perder a nadie por su culpa.

Eso era mentira. Donald podía notar el desprecio que Bradford sentía por su tío y sabía que no dudaría en deshacerse de todo aquello que considerara como una amenaza para sus intereses.

Donald conocía a su familia y sabían que no se mantendrían al margen si uno de ellos peligraba. Confiaba en que la señora Beakley era fuerte, pero sabía que algo la estaba alterando y temía que eso pudiera hacerle perder el juicio.

—Yo no soy un villano y F.O.W.L no es el enemigo. Scrooge McDuck es demasiado caótico y al igual que este pergamino debe ser contenido.

—Pasé años tratando de alejar a mis sobrinos de la aventura, quise mantenerlos seguros y evitar que la historia de Della se repitiera.

—Me alegra que usted pueda verlo. Supongo que es porque tenemos mucho en común.

Donald no estaba de acuerdo con lo que Bradford decía, pero sabía que ese no era el momento para hablar.

Donald y Arianna se dirigieron a la habitación de la segunda. Ambos comenzaron a besarse en cuanto cerraron la puerta y no dejaron la habitación hasta la medianoche, momento que usaron para investigar más sobre la organización.

Ambos espías se aseguraron de ser cautelosos. Dar con la computadora central no fue muy difícil y pudieron hacerlo en cuestión de minutos.

Donald tuvo problemas para contener su enojo. Arianna no estaba de mejor humor.

F.O.W.L contaba con otra instalación, en la biblioteca de Alejandría, lugar que hasta entonces Donald había dado por perdido. Lo que había hecho que ambos agentes secretos se enfadaran fue descubrir que estaban secuestrando a sus seres queridos.

Black Heron y sus secuaces habían secuestrado a Goldie, Gandra, Storkules, Selene, a Ludwig Von Drake, quien era el que había permanecido encerrado por más tiempo.

Para Donald no fue ninguna sorpresa enterarse de que Gandra Dee había estado ayudando a Fenton, pero sí enterarse de que ambos estaban saliendo.

—¿Acaso no era obvio?

Arianna continuó tecleando.

—¿Sabes que no podemos rescatarlos todavía?

Donald lo sabía, pero no por ello resultaba menos molesto. Bradford aseguraba que sólo quería crear un mundo más seguro, pero sus métodos no eran muy diferentes a los de un villano.

—Tendremos que esperar a que Fethry nos envíe el reporte del laboratorio.

Donald se dijo que incluir esa cápsula había sido una buena idea. Bradford tenía el papiro del nexo, pero no podría usarlo para lastimar a su familia.

—¿Cuál es el apellido de la ama de llaves de tu tío?

—Beakley ¿Por qué preguntas?

Arianna señaló una de las carpetas en la pantalla. En ella podía leerse un nombre un tanto familiar, «Bianca Beakley»

—¿Acaso ella no fue la periodista que cometía crímenes y que luego se quedaba con la exclusiva?

—También es la hija de la señora Beakley. Sabía que fue a prisión, pero no que fue reclutada por F.O.W.L.

Donald recordó que Beakley le había dicho que era una espía. En aquel entonces creyó que era una broma, en ese momento todo cobró sentido.

Arianna y Donald no pudieron terminar de leer el informe. Ambos escucharon una serie de pasos y supieron que debían marcharse de inmediato.

El reporte de Fethry llegó dos días después. Donald y Arianna procuraron mantenerse al margen hasta entonces, haciendo varios comentarios que encendieron la chispa de la sospecha.

—¡Oye, Pepper! ¿Has visto a Gandra Dee?

—No ¿Quieres que te ayude a buscarla?

Donald sabía dónde estaba Gandra, pero aceptó la ayuda de todos modos. Él necesitaba que los secuaces comenzaran a sospechar, romper a la organización desde adentro.

—Escuché que Red Primerose se ha mudado a tu habitación.

Donald pretendió estar avergonzado. Él había visto a Pepper mientras que ayudaba a su novia con la mudanza y ambos se habían asegurado de llamar la atención de una forma que no resultara sospechosa.

—Quiero protegerla —Donald llevó su mano hasta su pico y pretendió arrepentirse por sus palabras —, no es como si pensara que Bradford pudiera intentar algo en mi contra, solo quiero estar con mi novia.

Pepper perdió la esperanza después de dos horas sin resultado. Ella se mostró un tanto preocupada y, Donald esperaba, no quisiera guardarse su incertidumbre solo para ella. Él necesitaba que todos desconfiaran para así debilitar a F.O.W.L y poder vencer.

Donald se marchó corriendo, encontrándose con Arianna charlando con un grupo de secuaces. No reconoció a ninguno y tenía la sospecha de que Arianna tampoco los conocía, pero sí pudo notar el falso nerviosismo de su novia y supo que ella estaba haciendo su parte del plan.

Dos días después comenzaron a notarse las consecuencias del plan. Varios de los secuaces comenzaron a desaparecer, Donald sospechaba que no todos renunciaron y estaba en lo correcto.

Bradford lo volvió a citar en la sala de interrogatorios. El arpa de Mervana estaba allí y Donald sabía que en esa ocasión no le serviría una verdad a medias.

—¿Eres leal a F.O.W.L?

—Quiero un mundo seguro.

—Eso es cierto —cantó el arpa.

—Eso no fue lo que pregunté. ¿Eres leal a F.O.W.L?

—Nunca estaría del lado de un villano.

—Verdad.

—¿Eres leal a F.O.W.L?

—Sí.

—Mentira.

Bradford se mostró enojado. Él cubrió al arpa con una manta y volvió a archivarla por lo que ella no pudo seguir escuchando la conversación.

—Yo no soy un villano.

—Los peores villanos son aquellos que creen que hacen lo correcto. Secuestras a inocentes, planeas liberar a un virus que podría matar a miles de personas ¿Y sigues pensando que eres no eres un villano?

—Las decisiones fuertes necesitan voluntades fuertes. Scrooge McDuck ha provocado demasiados problemas y debe ser detenido. Por su culpa un ejército de sombras invadió Duckburg, la Tierra fue atacada por los selenitas ¿Y tú crees que soy el villano?

—Magica de Spell invocó a las sombras, no mi tío, Lunaris engañó a los selenitas, no tío Scrooge.

—¿Y por qué lo hicieron?

—No puedes borrar las aventuras, es algo que yo aprendí por las malas.

—Es una pena, y yo creía que había encontrado un aliado en ti.

Donald fue llevado hasta la biblioteca perdida de Alejandría, siendo encerrado junto a los otros prisioneros. El pato no estaba asustado, pues esa era la reacción que había esperado.

—¿Donald? ¡No puedo creer que te hayan atrapado!
Donald no pudo ignorar a Storkules. El dios era demasiado ruidoso y se notaba dolido. Era la primera vez que lo veía comportarse de ese modo y ciertamente no le gustaba.

—Descuida, tengo un plan.

Esas palabras bastaron para calmar al dios. Confiaba ciegamente en su amigo por lo que estaba seguro de que todo saldría bien.

—Lamento haber dudado de ti.

—Silencio, no quiero que nadie sospeche.

—Lo siento, noble Donald, te aseguro que no volverá a pasar. Seré tan silencioso como un pez.

Donald esperó a que Arianna lo visitara antes de ejecutar la siguiente parte del plan, lo que no esperó fue ver a Bentina Beakley.

—¿Qué haces aquí?

—Tengo asuntos pendientes con F.O.W.L.

Donald recordó la carpeta que había visto con el nombre de la hija de la señora Beakley y se dijo que todo tenía sentido.

—Ella no está aquí.

—Lo sé.

—¿Dónde está mi familia?

—En Funzo, celebrando el cumpleaños de Webby.

—¿Cómo me encontraste?

—Te puse un localizador.
Donald llevó su mano hasta su gorra, prenda que raramente se quitaba. Se sentía un tanto avergonzado al ser atrapado por una trampa tan sencilla.

—Supongo que no confías en mí.

—¿Por qué debería? Llevas años mintiéndonos.

Donald bajó la cabeza avergonzado. Él sabía que no podía negar esas palabras. Había sido un espía, un entrenador de lo paranormal y esos no eran los únicos secretos que guardaba. Donald dudaba que hubiera alguien que supiera todo lo que ocultaba y eso lo incluía a él mismo. Estar en F.O.W.L le sirvió para descubrir que hubo un tiempo en el que fue parte de SHUSH. Sus memorias fueron borradas, pero sabía que en ese lugar había hecho cosas de las que no había hablado con nadie.

—Lo único que puedo decirte es que amo a mi familia y que eso te incluye. Haré lo que sea necesario para protegerlos, aunque el que confiaras en mí hubiera facilitado mucho las cosas.

Chapter 35: El final

Summary:

Donald está por cerrar un capítulo en su vida.

Chapter Text

Capítulo 35: El final

Arianna era sigilosa, una espía excepcional, pero Donald supo de su presencia incluso antes de que ella le hablara. Pudo reconocer su perfume y sabía que ella lo buscaría.
La conocía demasiado bien, a veces pensaba que, incluso, mejor de lo que ella lo hacía.

—¿Qué piensas hacer?

—Improvisaré. Lo único que tengo claro es que no planeo regresar a la mansión McDuck.

—Creí que no había rencores.

Las palabras de Della llegaron a su mente. Sabía que ella estaba enojada y que no lo creía realmente, pero él sí tenía sus dudas. Su familia no había notado que nunca asistió al crucero y muchas veces no lo tomaban en cuenta por lo que pensaba que estarían bien sin él y que, aunque notaran su ausencia, seguirían haciendo las cosas de siempre.

—No los hay, es solo que quiero hacer mi propia vida. Soy un adulto, no puedo seguir viviendo en la piscina de mi tío.

Arianna se sentó a su lado. Donald no podía verla, pero sí imaginar la expresión de su rostro.

—Mi mamá quiere que trabajemos con ella en el banco en Suiza, han habido varios casos de fraude y quiere que los investiguemos.

—Lo agradezco, pero quisiera ser contratado por mis habilidades y no por ser tu novio.

—Mamá se toma muy en serio su trabajo y sé que si desea contratarte es porque causaste una buena impresión en ella.

Donald no sabía cómo responder a esas palabras. En el fondo sabía que Arianna tenía razón. Era solo que una parte de él se negaba a dejar Duckburg, en especial a su familia.

—¿Podemos contar contigo? Si lo que te preocupa es dónde vivir, yo tengo un departamento. May y June también son mis hijas ¿O acaso lo olvidaste?

Arianna no pudo evitar besar a Donald en cuanto escuchó su respuesta.

Donald y Arianna organizaron una fiesta poco después, aunque no dijeron los motivos. Daisy quiso ayudarlos, tomando el control de inmediato, algo que ambos agentes agradecieron de corazón. Pese a lo ocurrido, Daisy era muy preciada para ambos.

—Es bueno tenerte de vuelta —le dijo José y su mano se encontraba alrededor de la de Panchito.

—¿Están saliendo?

—Desde hace dos semanas. Hubiera querido declararme de una manera más romántica, pero después del incidente con el deseo, decidimos que no era necesario.

A Donald le alegraba escuchar esas palabras. Una parte de él se sentía orgulloso por haberlos ayudado a estar juntos.

—Pueden agradecermelo, si no fuera por mi deseo, ninguno se hubiera animado a dar el siguiente paso.

Panchito y José se rieron al escuchar esas palabras, lo que hizo que Donald se sintiera un tanto molesto.

—Donald, necesito hablar contigo, a solas.

Para Donald fue un poco extraño que Scrooge quisiera hablar con él. Sus sobrinos lo habían buscado muchas veces para preguntarle por sus días como espía, fueron tantas veces que consideró borrarles la memoria a todos.

Fethry había revelado muchos de sus secretos y eso era algo que le molestaba. No estaba sorprendido, era Fethry y tratándose de él, el verdadero misterio era cómo había logrado mantener tantos secretos.

—Sobre lo ocurrido con F.O.W.L, Della me contó de la discusión que tuvieron y…

—Descuida, no tienes que decir nada. Nunca creí que hablara en serio y necesitaba una excusa para unirme a F.O.W.L. Lamento haberte mentido durante tantos años, pero no tenía permitido hablar. Sé que no siempre nos llevamos bien y que estoy lejos de ser tu favorito. Cuando Della entra a una habitación tu mirada se ilumina y sé que essi orgullo. Cuando me ves a mí, bueno… nos gritamos después de no hablar durante más de diez años y no necesito haber estado allí para saber que a Della la recibiste con un abrazo. Sé que todo esto suena a reclamo, pero no lo es. Nunca pretendí ser tu favorito y sé que me quieres. Estoy agradecido por todo lo que has hecho por mí y eso es suficiente.

Scrooge McDuck se mostró confundido.

—¿Es cierto que planeas vender la casa-bote?

—¿Cómo lo supiste?

—Soy Scrooge McDuck, yo lo sé todo.

—Ya la vendí y sí, tengo intenciones de mudarme con May, June y Arianna.

—Me alegra escuchar eso. Tener un bote en mi piscina era molesto.

Donald rió de forma nerviosa, recordando los problemas que había tenido con la señora Beakley y todas las veces que tuvo que reparar la casa-bote.

—Ahora sólo falta decírselo a los demás. Nos mudamos mañana.

—¿Mañana? ¿Por qué no hoy?

A Donald le dolió ver la felicidad de su tío. Si no hubiera sido tan orgulloso se habría dado cuenta de que Scrooge no tenía la información completa y que su alegría era porque creía que él tenía intenciones de mudarse a la mansión McDuck.

—Quería encargarme de ciertos asuntos primero.

Donald decidió alejarse. Si bien era cierto que no le dolía ser el favorito también lo era que le dolía ver a su tío tan feliz ante la idea de que él se mudara a otro país, incluso si no era cierto. Pretendió querer hablar con Daisy, solo para darse cuenta de que no era una buena idea.

—¿Quién eres?

—Soy Donald, nos conocemos desde que éramos niños.

—No estoy tan segura. Supe que tú, Mickey y Goofy fueron a la guerra, que tu hermana desapareció en la luna y conocí a tu familia, pero es más lo que desconozco de ti. Dime, Donald ¿Alguna vez me amaste?

—Con todo mi corazón, pero yo estaba roto y no podía darte lo que merecías.

A Donald le dolió ver la expresión de su exnovia. Podía lidiar con su temperamento explosivo, pero no con su tristeza. Incluso si no la amaba, dolía verla sufrir.

—Si yo me hubiera esforzado más las cosas serían muy diferentes y tal vez…

Donald suspiró.

—Yo fui el único culpable. Siempre te mantuve al margen, te mentí tantas veces, te oculté tantas cosas. Te hice daño y no lo merecías.

Donald se reunió con su familia. Faltaba poco para su partida y él no quería irse sin antes poder hablar con los más pequeños.

—¿De qué me perdí?

Los más pequeños intercambiaron miradas cómplices.

—¿Qué no hicimos?

—Yo derroté a un pirata aéreo, en un combate aéreo.

—Pero eso no importa ahora.

—Necesitamos respuestas.

—Tienes que contarnos todo sobre DoubleDuck, el agente 44, la TNT, la marina.

—¿La TNT? ¿Qué tanto les contó Fethry?

Péndulo caótico - Alendarkstar - Disney Duck Universe [Archive of Our Own] (2024)
Top Articles
Latest Posts
Article information

Author: Corie Satterfield

Last Updated:

Views: 6325

Rating: 4.1 / 5 (42 voted)

Reviews: 81% of readers found this page helpful

Author information

Name: Corie Satterfield

Birthday: 1992-08-19

Address: 850 Benjamin Bridge, Dickinsonchester, CO 68572-0542

Phone: +26813599986666

Job: Sales Manager

Hobby: Table tennis, Soapmaking, Flower arranging, amateur radio, Rock climbing, scrapbook, Horseback riding

Introduction: My name is Corie Satterfield, I am a fancy, perfect, spotless, quaint, fantastic, funny, lucky person who loves writing and wants to share my knowledge and understanding with you.